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Camila Sosa Villada, escritura trans

Camila Sosa Villada nació en 1982, en Córdoba (Argentina).  Es una escritora prolífica y talentosa a la que llegué por azar. Su vida y su obra han llamado poderosamente mi atención, porque he estado investigando, para el post anterior, donde se plantean las bibliotecas como lugar seguro, y llegué a la conclusión que la escritura también puede ser un lugar seguro; o por lo menos un lugar para ser nosotros mismos sin remilgos, sin miedos, sin máscaras.

Este es el caso de Camila Sosa Villada, quien afirma «no es que yo tenga una inteligencia superior a cualquier travesti que esté parada en una esquina… Yo seguí a la suerte, como a un conejo blanco» (CNN en Español, 2022). La vi en una entrevista que le hizo CNN y me pareció una persona con una honestidad proba y un desparpajo encantador, propia de la gente que ya no le da importancia a lo que los demás puedan pensar (es decir, no le presta atención a los que ofrecen sus humildes e IRRELEVANTES opiniones, que nadie les ha solicitado).

Estudió Comunicación Social y Teatro, actúa, ha escrito muchos libros (el título más destacado es «Las Malas», traducido a más de 10 idiomas, según la biografía de la autora publicada en Planeta Libros (s.f.)), pero el libro que realmente me llevó a escribir esta publicación fue «El viaje inútil», donde podrán encontrar un relato autobiográfico lleno de realidad, una realidad que muchos ignoramos por completo.

No tenemos idea de lo que se enfrenta una persona que se percibe a sí misma de un modo distinto a lo que es socialmente aceptado, la forma cómo lucha por sobrevivir (con daños temporales o perdurables, cabe destacar). Esta obra muestra lo doloroso que resulta que aquel que está destinado a protegerte y amarte por sobre todas las cosas, te rechaza y te hace daño (físico y psicológico).

Este libro me marcó profundamente, porque además de las vivencias crudas, injustas y la incertidumbre que le acompaña a Camila, en su historia destaca lo que la escritura significó para ella (y su papá). Su papá le enseñó a leer y a escribir, él se sentía profundamente orgulloso de ese logro (y este fue el único recuerdo bonito que la autora pudo atesorar de su papá, porque luego vino el rechazo y el maltrato; porque ella no cumplía con las expectativas).

Lloré al entender que a veces estamos inmersos en esa vorágine social de juzgar a otros, sin saber, sin entender, SIN RESPETAR. Este libro es profundo, vívido y transmite tantas emociones que sentirás que estás ahí, recorriendo ese camino, viviendo todo lo que pasó Camila.

Hoy, respeto y valoro a cada persona. Admiro el valor que ha requerido escoger el camino que se quiere recorrer, siendo fiel a sí mismo. Yo creo que lo de Camila, no fue suerte. Creo que es resiliente e increíble. Gracias por darle voz a quienes tienen que permanecer calladxs.

Fuentes consultadas:

CNN en Español (2022). “Me da miedo que se vaya lo que todavía hay de travesti en mí”, dice escritora Camila Sosa Villada. https://www.youtube.com/watch?v=t3397E2z1uM

Planeta Libros (s.f.). Camila Sosa Villada. https://www.planetadelibros.com.ec/autor/camila-sosa-villada/000050870

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Niña oscura

Siempre he disfrutado las historias de amor incestuoso y del incesto mismo. Dirán que miento, y quizá sea verdad, no obstante que, en toda su violenta belleza, pude ver — aferrado a una ojiva de adobe, sobre un abismo—, cómo Amnón, fingiéndose enfermo, consiguió hacerse del cuerpo virgen de su hermana Tamar bajo el cielo azul de un mundo antiguo. Y antes y después también vi cosas parecidas.

¡Qué compleja hermosura! Quizá la más intrincada del amor. Bueno, no, porque siempre será superada por un padre o una madre que se enamora de su hijo o hija o viceversa. En fin, sé que es bien conocido el caso de aquella confidencia que transcribió un tal du Gard en la ciudad de Y. Pero yo la supe antes y de la boca del desdichado monstruo que resultó de esa insana pasión. Por eso le reprocho al petulante transcriptor que haya casi omitido al más terrible personaje de la trama: la oscura niña Micaela Luzzati.

Llevaba yo algunos meses alimentándome de los enfermos del sanatorio Font-Romeu, cuando la vi entrar en una silla de ruedas, silenciosa y ceniza, como la condenada a muerte que era. Cada noche, desde su arribo, yo irrumpí en su celda para alimentarme de la dulce sangre —aunque infestada de tuberculosis—, de esa hermosa muchacha que tenía el rostro sedoso y transparente de una máscara mortuoria. Pero luego sucedió que puse atención a sus gimoteos febriles cuando comía en su cuello. Y me interesé por la historia fragmentada (¡ah, los fragmentos!) que esos balbuceos me contaban cada madrugada. Entonces decidí escuchar a Micaela antes de ultimarle.

Era una niña suspicaz, quizá por su estado moribundo. Es probable que la muerte, o su inminencia, como dicen, dote de cierta penetrante y sabia luz antes de hundir al moribundo en la terrible oscuridad.

  • Mi gorda madre —dijo Micaela— es el más asqueroso ser que haya estado cerca de mí. ¿Ha conocido usted a mi tío Leandro?
  • ¿El hombre que viene a visitarla cada mañana?
  • Leandro Barbazano, sí. Mi tío. Hermano menor de mi madre. Pues resulta que…también es mi padre.
  • Ah, eso explica el estado disminuido de su cuerpo y…
  • …y el sabor tan irregular de mi sangre ¿no es verdad? No soy del todo ajena a la hematofagia. Le he visto a usted desde hace noches acercar su fauce a mi cuello y me he sentido liberada por su hambre, tanto más amable que la terrible morbidez que me consume tan lento. Soy una cifra de actos contra natura, un algo que no debía existir en la civilidad, pero que contra la voluntad divina, existió. Mi padre y mi madre me aborrecen. Aunque mi padre finja lágrimas piadosas cada que me mira. Mi madre ni siquiera me mira. Mi madre me traga con culpa en toda esa manteca que a diario engulle a escondidas. Yo debo morir para aclarar el mundo de ellos…ya…
  • Yo le ayudaré con ello, Micaela. Se lo prometo.
  • Concluya pronto con el bocado mordido que soy. Espero en otro lugar tener un mejor papel qué desempeñar. Dispense usted lo podrido de mi sangre, algo ha de significar, puesto que la sangre lo ha traído a usted aquí, y la sangre también me ha traído a mí a este punto. En la hacinación de los dos hermanos, huérfanos de madre, y cuyo terrible padre los obligó a vivir casi uno encima del otro en una estrecha buhardilla, la primera sangre menstrual de la niña hizo nacer, primero el miedo, luego la curiosidad, y al final el deseo de su hermano menor. Desde la menarca, cada mes él se estaba como un perro frente al charco, lamiendo por dos, tres días aquella sustancia viscosa y colorada. ¿Eso lo hace un hematófago? La sangre marcó el camino…
  • …la sangre es el camino, Micaela.
  • La sangre de mi madre atrajo la vehemencia de mi joven tío.
  • Su señora madre también es su tía…
  • Sí, también esa gorda infame es mi tía. Cuatro años amancebados en la buhardilla sin que nadie los descubriera. Sólo las obligaciones sociales los acechaban. Ella debía por compromiso contraer matrimonio. Mi abuelo le tenía deparado a un maduro contrahecho, aunque diligente con los dineros, de nombre Luzzati. Sin poder eludir el casamiento, fue ella quien convenció al hermano de que debía preñarla como símbolo irreductible de eso que había entre ellos y que no se atrevían siquiera a llamarlo amor. Yo soy el tercer intento, pues hubo dos nonatos que abortó mi madre. Mejor me hubiera valido seguir esa senda que por lo menos tiene un destino más piadoso: el purgatorio. Sin embargo, fui conjurada al mundo, y bajé o ascendí de quién sabe qué terribles regiones. Sé que los dos incestuosos desean mi muerte. Sobre todo mi madre, que al ser regalada por mi abuelo al señor Luzzati, se entregó a los embarazos y a la gula como escape desesperado de su desgracia. Sus otros ocho hijos, atroces, gordos, vulgares, tan Luzzatis, nada tienen que ver conmigo. Y el padre de ellos y mi madre y mi “tío”, lo saben.
  • Debe usted morir, Micaela…
  • Sabe, aunque no tuve tiempo de ser sentimental soy capaz de ternura. Antes quise hablar de esto pero nadie me creyó. No me explico por qué la gente  todo aquello que no comprende o que percibe como una amenaza o como una afrenta lo califica de inverosímil. ¿Qué no es la vida un sartal de fragmentos inverosímiles? ¿Acaso no la vida misma es una verdad inverosímil? ¿Acaso la vida es verdad?
  • Venga, niña, que se ha cumplido su tiempo, descúbrase el cuello…
  • El día en que entendí que mi padre era mi padre, él quiso describirme la triste buhardilla donde mi abuelo los desterró a él y a mi madre: Amalia. Cuando recién murió mi abuela, los tres dormían en la misma cama, en un gran cuarto que ocupaba los altos del local donde mi abuelo tenía su librería. Padre, hija e hijo durmiendo en la misma cama. Sobre libros. Quién sabe qué habría resultado de proseguir con esa conducta. Pero mi abuelo contrató una sirvienta para que le ayudase con las tareas domésticas y sucedió lo que sucede con todos los padres incapaces de sobrellevar un hogar: la sirvienta pronto se convirtió en la nueva esposa y sobre el gran cuarto que estaba sobre la gran librería, mi abuelo mandó construir una pequeña buhardilla donde hacinó a los hijos que ya no tenían cabida en su cama. Además de Leandro y Amalia, había dos cosas más en aquella estrechez: el colchón donde la sangre fuera causa y mancilla; y un cuadro polvoriento, en el que dos amantes se entregaban en un profundo beso. Sin embargo —según mi padre—, lo mejor del cuadro no era la intensidad de los amantes fundidos en el beso, sino la arcada de un balcón sobre un abismo en el fondo del sitio donde los amantes se entregaban, y cuyos arcos y columnas, quizá barrocos, quizá moriscos, quizá corintios, o quizá más antiguos (tan antiguos como los dioses), dejaban jugar en sus capiteles y vanos a la luz y a las sombras, teniendo como fondo (del fondo) al cielo cerúleo y a las nubes blancas como blancas llagas de oleo místico. Y es que no pocas veces el fondo resulta más esotérico que lo narrado en primer plano…
  • …venga ya, Micaela, que he entendido lo que usted me pedía desde su febrícula y acepto. Es usted tan ceniza, tan torcida, tan oscura, que he decidido obsequiarle esta hambre nuestra que seguro padecerá con menor escrúpulo…

  • ilustraciones de Stephen Mackey
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Bibliófila extraterrestre Opinión

Bibliotecas, ¿un lugar seguro?

La semana pasada asistí a un evento muy interesante donde se planteaba el papel del libro desde la perspectiva de los diferentes actores que se relacionan con él. Estaban presentes representaciones formidables de editores, escritores, promotores culturales, libreros y bibliotecarios.

En este encuentro hicieron mención de un ensayo de Borges, titulado «El libro» (les recomiendo que lo lean y lo disfruten) y recordé cuando leí esta joya, me impactó la frase «De los diversos instrumentos del hombre, el más asombroso es, sin duda, el libro. Los demás son extensiones de su cuerpo.» Esta afirmación realmente me empoderó como bibliotecóloga y le otorgué al libro una supremacía real, lejos de la magia de sus historias, los dogmas y las teorías; más vinculado con la fuerza del cambio.

Y de ese poder que le otorgo (y algunos más como yo) a este instrumento poderoso y disruptivo, surge otro punto que se abordó en el evento y fue lo que me llevó a volver a escribir mi columna. En el evento surgió la interrogante ¿Cómo puede apoyar el libro al cambio social, ante una sociedad cada vez más violenta? (esta pregunta se planteó en el contexto Ecuador. IMPORTANTE: no recuerdo la pregunta textual, pero por ahí va la idea).

Algunos panelistas manifestaron una postura válida donde no pueden endosarle al libro y a quienes lo gestionan (libreros, editores, bibliotecarios, escritores, promotores culturales, …) la responsabilidad de cambiar la violencia por educación, eso tiene que ser algo de lo que se debe encargar el gobierno y los órganos pertinentes que fueron instaurados para ese fin (TODA LA VERDAD).

Sin embargo, mientras que los gobiernos se barajan las responsabilidades, los órganos reguladores están ocupados debatiendo si nombrar una fecha alegórica para El día de la Pitahaya… nosotros, con los libros podemos promover un cambio social, donde las bibliotecas sean un lugar seguro, donde se respete la integridad física, el derecho a ser quién soy, la posibilidad de satisfacer necesidades educativas y de información.

No es algo que se me ocurrió a mí ese día (o a @Primavera_Cero, quien era panelista y planteó esta opción), es una realidad que está documentada y el lugar más representativo del éxito de esta posibilidad es Medellín. Tuchin (2022) afirma que «Con sus parques-biblioteca y otras acciones de un proyecto que multiplicó por cinco la inversión pública en cultura, Medellín logró reducir la tasa de muerte por homicidio en un 96,3 % en dos décadas».

De la misma manera, Jaramillo y Quiroz (2013) indican que “La biblioteca ha servido para mejorar las condiciones del sector, tienen a dónde ir y cosas qué hacer; ha disminuido la violencia porque la gente se entretiene en la biblioteca y los niños y jóvenes no están tanto tiempo en la calle; los problemas de violencia han disminuido en el sector (…). Lo mejor de la biblioteca es que nos aleja de la continua guerra que se vive en la calle, es un lugar muy libre que da la oportunidad de aprender (…). Algo muy bonito es que a la sala internet llegan todos, de distintos barrios y grupos, ellos no van armados, llegan con los hijos y la esposa; ellos se sienten seguros y ven seguridad para los hijos».

Si en la biblioteca somos capaces de asegurar la inclusión y la cohesión; propiciamos el diálogo y el respeto a las opiniones de otros; resguardamos y promovemos el acceso a la memoria local (porque el que no conoce su historia, está condenado a repetirla) seremos capaces de ofrecer un lugar seguro para todos. ¡CLARO!, siempre estará muy relacionado con el presupuesto y la disposición del equipo de trabajo.

Por supuesto que, para cambiar la realidad social se necesita erradicar la corrupción de los órganos gubernamentales y de nuestro propio proceder; asegurar el acceso a la educación a los niños y jóvenes; la igualdad de oportunidades para la población; el compromiso de cumplir con su deber de aquellos entes responsables de la seguridad ciudadana; el desarrollo económico de las poblaciones vulnerables; justicia sin corrupción y más, y más y más…

No obstante, creo que desde nuestra expertise, podemos aportar y sobre todo, podemos aprender de aquellos que ya pasaron por eso y han logrado superarlo. Las bibliotecas como un lugar seguro, puede que suene a utopía, pero ¿los grandes proyectos no surgen de sueños que parecen inalcanzables?

P.D.: Gracias, @claudialexbn por invitarme al BiblioLab.

Fuentes consultadas:

Borges, J. L. (1978). El libro.

Jaramillo, O. y Quiroz, R. (2013). La educación social dinamizadora de prácticas ciudadanas en la biblioteca pública. Educação & sociedade, v. 34, n. 122, pp. 139-154. https://doi.org/10.1590/S0101-73302013000100008

Tuchin, F. (2022). Invertir en cultura: la estrategia para reducir la violencia que Medellín exporta a otras ciudades latinoamericanas. Infobae. https://www.infobae.com/america/soluciones/2022/07/29/invertir-en-cultura-la-estrategia-para-reducir-la-violencia-que-medellin-exporta-a-otras-ciudades-latinoamericanas/

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En el abismo Narrativa

Arturo Santana | Depuración (Narrativa)

G entró pensativa al laboratorio. Según le dijeron, un error había creado una leve fractura. No era la primera vez, pero siempre ocurría durante el descanso de las pruebas, cuando nadie alzaba la vista. En esa ocasión, dos especímenes se dieron cuenta. Hasta lo grabaron con esos aparatos modernos.

—¿Hay noticias de H-3234 y M-3254? —preguntó a uno de los científicos sin apartar la vista de la pantalla.

—Aún no despiertan. Pero, de acuerdo con el monitoreo de las etapas delta y REM, siguen alterados.

—¿Qué tanto?

—Con base en otros sujetos, es muy probable que su primera acción sea compartir lo ocurrido. En el mejor de los casos, solo una conversación con otro espécimen.

Aquello no le gustó a G. Frunció el entrecejo. Si bien la mayoría podía considerar la grabación como una broma o montaje, existía un riesgo. No quería imaginar las consecuencias de una revelación tan grande. Le constaba que, cuando encontraban algún indicio que pusiera en duda su existencia o creencias mundanas, los individuos podían ocasionar un caos masivo. Si les fue factible tocar las estrellas, ¿quién aseguraba que no irían más allá para buscar a los Programadores?

—Activen el protocolo D-042.

—¿El D-042, en ambos? —preguntó uno de los asistentes, un tanto incrédulo.

—¿Algún problema?

—Eh… ¿no llamaría la atención? Digo, hay a quienes les gusta indagar y crear teorías. Además, ¿qué pasará con el aparato?

Meditó unos segundos. El joven estaba en lo cierto. Esa cura podía ser peor que la enfermedad. Quizá lo más prudente era ser “lógico” para ellos.

—Mejor el D-065. Que sea antes del amanecer. Pueden usar a H-4589 y H-3967, ya lo han hecho y andan por el área.

—Entendido. ¿Programamos el protocolo para ambos objetivos?

—Sí.

—A la orden —coreó el resto de la sala.

G abandonó el lugar con un poco de alivio. Si no pasaba nada extraordinario, la anomalía estaría resuelta al cien por ciento. Los humanos prestaban bastante atención a un robo y asesinato en una casa. Lo más seguro era que ni siquiera se preocuparan por un objeto faltante o un archivo inexistente.

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En el abismo Poesía

Arturo Santana | Tarde de viernes (Poesía)

Aquí estoy:

atrapado entre la frontera de una ventana

y los límites de mi mente,

más allá de un cielo triste,

cerca de una estación cerrada.


El último tren se marchó con un murmullo,

un amistoso susurro de despedida.


Fue hace unas horas,

aunque puede ser un seudónimo

o una hipérbole indefinida;

es difícil saberlo: el reloj se detuvo

y todavía no escampa.


Qué importa, puedo esperar toda la noche;

tengo un café amargo y el libreto de un melodrama

que nada tiene de comedia;

sería bueno reescribir la última escena

o agregar un acto desesperado.


Suena absurdo, lo sé,

como égloga urbana escrita en pleno siglo XXI.


Y luego me quejo, pregunto e imagino;

también recuerdo, desvarío

y recorro el mismo camino de esta tarde lluviosa.


Una pausa.


Necesito un poco de azúcar,

una servilleta y otro tipo de bebida

para esta sinestesia de nostalgia,

reproches e incertidumbre.


Creo que este no es el lugar adecuado,

si es que existe alguno.


Ya veo las luces urbanas en medio de la tormenta.

Como dije:

atrapado.


Quiero una taza grande de lo que sea.


*Publicado en el poemario El abismo (POE, 2021)

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Roja

(Gli enigmi sono tre, la morte è una!  Che la lama guizzi, sprizzi sangue.

¡Los enigmas son tres, la muerte sólo una! Que la hoja resbale y escupa sangre.)

Turandot

Nos citamos en el antiguo teatro de la ópera para ver aquella Turandot que nunca vimos por estar atados el uno al otro entre las sombras. Te exaltaban cada una de las figuraciones y las metáforas y yo miraba las escenas, grisallas y silentes, en la cinestesia de tus ojos. Tus ojos que se pintaron de rojo cuando cundió la sangre de los tres enigmas. Sólo basta escribir esto, pensé, y nuestra propia obra comenzaría su transición.

            Ya cerca del final, te pusiste tus lentes oscuros y me dijiste ¡vámonos! Te seguí por los palcos y las galerías y luego por una escalera oxidada que nos llevó al techo del teatro. Aún no anochecía. El sol se desangraba en las nubes del horizonte. Nos tomamos de la mano y me besaste. Te quité los lentes y vi que tus ojos ya no eran tus ojos: la sangre se había hecho agua azul y verde. Y se habían empequeñecido, lo cual cambiaba radicalmente tu faz. Te liberaste de mis manos y agachaste el rostro, apenada. Te acaricié una mejilla e intercambiamos palabras tiernas.

            Cuando el sol terminó de morir, pareció que tu alma se vivificaba y me jalaste para que te siguiera y saltamos del techo del teatro a otros techos, como gatos excitados por la noche. Y uno de esos techos, ya roído por los siglos, se venció al sentir nuestro peso y caímos envueltos en polvo sobre el viejo cuarto de una vecindad en ruinas. Salimos entre estertores de ese muladar y llegamos al patio principal de la vecindad. Rostros y figuras se asomaban de los otros departamentos. Resultó que era una vecindad de brujos negros. Uno de ellos salió hasta donde estábamos nosotros. Traía consigo un saco de piel curtida y me pidió que metiera en él una mano.

  • ¿Qué son?— Preguntó.
  • Caracoles.
  • Caracoles para el oráculo Diloggún.

Una anciana vino por ti y te apartó de mi lado. Dijo que te iban a preparar. El brujo del Diloggún me llevó consigo. En una esquina de ese patio, vi que tenían un prisma móvil colgado del aire. El brujo y otros negros le aventaban piedras y el prisma se compungía y cambiaba de color, toda vez que su piel era como de escamas que se volteaban para dejar ver una luz distinta si una piedra le tocaba.

            El brujo puso el saco del Diloggún en mi mano y me pidió que escuchara los caracoles. Caí dormido y supe que soñaba y vi tu rostro en el cuerpo de una cierva y tenías tres ojos. Cuando desperté, me hallaba junto a ti en uno de los cuartos de la vecindad. La vieja negra detrás de nosotros y tú y yo en una cama. Nos ordenaron desnudarnos y lo hicimos con el febril deseo de dos que tienen mucho sin mirarse pero se hacen diario el amor en sueños. Miré nuestros genitales. Tu pubis totalmente depilado, desprovisto de los vellos de oro que tanto me calentaban; mi verga erecta, como un prisma, amarrada con una cuerda blanca a mis testículos. Parecía que, sin movernos, la cabeza de mi prisma urgía entrar en la humedad de tu vulva calva.

            Con una nueva orden nos indicaron que teníamos que recostarnos de nuevo y abrazarnos. Obedecí y me aferré a ti, y busqué tu rostro para besarlo y me mirabas con tres ojos verdiazules que destellaban en tu frente. Y te susurré:

  • Quienquiera que fuiste, quienquiera que seas, quienquiera que vayas a ser, te amaré.

Te reíste y escapando de mis brazos, me dijiste: espera. Y te fuiste junto con la bruja al patio de la vecindad. Yo salí detrás de ti rogándote pero en un idioma desconocido, una lengua cimarrona, criolla, de oscuras declinaciones y terribles formas. La bruja se suspendió en el aire tomando la forma de una estrella y cubrió tu rostro con un capirote oscuro y tu rostro brilló hasta llevar una flama a la punta del embozo.

  • ¡Otra vez soy yo!

Rugiste. Y te retiraron el capirote y volando viniste a mí y me miraste con furia pero tus ojos ya no eran ni verdes ni azules. Otra vez tu mirada se hizo roja. Roja como la sangre del sol muerto. Tus pupilas ahogadas en dos charcos de sangre. Tus pupilas que brillando escarbaban en mis ojos buscándome el llanto. Tus ojos crecieron hasta ocupar gran parte de tu rostro. Sólo tu boca se comparaba con ellos. La abriste. Dos agujas de plata ocupaban el lugar de tus colmillos. La vieja negra y sus negros bailaban en torno nuestro haciendo sonar los caracoles y cantando en criollo canciones trinas de viejos mundos. Tomaste mi rostro con tus manos rubias que se mancharon de eritro cuando desgarraste mi cuello y comiste mi sangre. Mis tres ojos se cerraron para siempre a tu absoluta noche.

ilustraciones de Stephen Mackey

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Ecos de un caballito del diablo Literarias

There are places I’ll remember

Hoy es uno de esos días en los que hay más movimiento que de costumbre; se mueve el cuerpo, se desplaza el auto, se agitan las ideas, se apaga el silencio. Día de tránsito le llamo. Tomo algunos libros y corro a la universidad. A las siete en punto bajo los cinco pisos que me separan del estacionamiento. Se mueve el cuerpo. Me corta la cara el frío de la mañana. Subo al auto, enciendo el navegador, trazo la ruta. Se asoma el sol. Llueve. Tomo atajos que evitan algunos embotellamientos. Me atrapa la inevitable hora pico en la ciudad. Una ráfaga de pensamientos sigue en el sur, en casa, en la almohada, desperdigados por la sala, el comedor y en mi escritorio. Tardan para alcanzarme en este viaje al oriente. En cámara lenta me traslado mientras que el reloj avanza desesperado.

Hay un instante de ese trayecto en el que desaparece la prisa, el frío, el desvelo. Olvido los pendientes y contemplo el aire afuera del auto, las pequeñas gotas que van saturando el parabrisas sin hacer ningún ruido. Percibo el paisaje ralentizado, atorado en un punto en el que solo cambia la luz del sol. Miro por el espejo lateral y un pensamiento me alcanza. Reviso el reloj y ese instante fue un salto en el tiempo que me alejó de la puntualidad. De nuevo regreso al embotellamiento que me abstrae. Recuerdo una canción que escuché un día antes. Apenas algunas frases y pocos acordes. “All these places have their moments…” Y un piano que satura la memoria mientras el semáforo cambia de color. Veo nuevamente el reloj. Otro agujero en el tiempo. Todo se empieza a mover. Me asusto. Por unos segundos siento que el auto va en retroceso, que un bucle invisible nos traga desde atrás. Logro entender lo que pasa y acelero. Todos avanzamos de nuevo. Me relajo y aquellos pensamientos que quedaron en casa ya están conmigo. Se encuentran adormilados aún. No son tan insistentes, se mueven lento. Se presentan uno a uno. No alcanzan la reiteración de la media tarde, pero ya están ahí. Se nubla. El semáforo nos atrapa otra vez. El paisaje en sepia permite que me calme. De vuelta la canción: «Some are dead and some are living…» Y Carlos reaparece en mi memoria. Hace poco pensé en nuestra adolescencia juntos. Mi hija está a punto de cumplir los años que él tenía al morir. Creo que extrañar ya se me ha vuelto décadas. No recuerdo si soñábamos con el futuro, pero estoy segura de que tampoco vimos venir la muerte. “In my life I’ve loved them all…” Continuamente me pregunto cómo habría sido la vida si él no hubiera muerto. 

De pronto estoy entrando al estacionamiento de la escuela. Bajo del coche. Subo las escaleras, comienzo la clase. Escribo en el pizarrón, analizamos ejemplos de oraciones. Sujeto, verbo, complementos; funciones adverbiales de tiempo y espacio; nexos adversativos, pronominalización. Termina la hora de clases. De pronto también noto que es jueves. Carlos murió en jueves. O tal vez no. Ya no lo sé. Subo dos pisos y me encierro en la oficina. Escribo un rato en la computadora mientras sigo escuchando un piano que musicaliza la soledad del cubículo. Leo. Bebo un café. El tiempo se diluye y ya es mi siguiente clase. Analizamos un cuento. Al abrir el libro encuentro algunas notas viejas. Veo un nombre que repentinamente llegó a mi mente hace unos meses. Lo reconozco y pienso en las trampas de la memoria, en lo impredecible que resulta. Una alumna dice algo sobre los recursos retóricos de Rulfo. Yo apenas distingo su voz entre mis pensamientos. Al terminar la clase debo irme. Se hace tarde. Tarde para limpiar la casa, lavar los platos, hacer la comida, recoger a mi hija. Otra vez el tráfico. La música. Los cláxones. Ella y yo nos vemos cerca de la parada de autobús. Dejo el auto estacionado en un lugar cualquiera. Caminamos sin dirección. Reímos. El movimiento se hizo pausa. Olvidé las trivialidades domésticas. Otro bucle. Esta vez su sonrisa y su mirada detuvieron el reloj. Me pareció vernos desde el otro lado de la calle. Nos vi felices bailando en una acera junto a la fuente. Cerré los ojos y escuché un acorde más “…In My life I love you more…”

Fotografía @yllak

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Dos nanoficciones insurgentes

Hidalgo torero

A mi querido y marcial Pepe Malasombra

Los insurgentes derramaban el vino por las escalerillas con la intención de que empapara como sangre al llegar a la arena. De cerca, aunque tras del burladero, apareció Rayón. Juanito y Nacho Aldama jineteaban regios potros a los extremos del cerco y fungían de picadores. Aprestado un torito cinqueño de nombre Reyfernando. Hidalgo saludó al tendido y acarició capote y espada. Un redoble silenció las gradas y gritó el pregonero:

— Con el permiso de la autoridad y si el tiempo no lo impide…

Detenido el gentío, los picadores, el matador y la Muerte, Allende no quiso seguir dilatando dicha inmovilidad y concedió la corrida.

Ensortilegio

Villa de la Encarnación. Barrio de Corpus Christi. Plaza de mulatos, célebre por sus gayas de carnes melosas. Los cadáveres cunden las esquinas, los cuerpos se descarapelan a la inclemencia, rociados de cal. Morelos y su ejército irrumpen por la calle real y desmontan frente al convento carmelita. Por los vanos y almenas los monjes les arrojan aceite caliente e inmundicias. Sin embargo, antes del atardecer, los insurgentes toman el convento, degüellan a los religiosos y liberan a las mulatitas que medio desnudas aún lloran en las celdas. Una de cabellera larga y ensortijada, como el sortilegio, monta a la grupa del alazán de Morelos y se abraza al talle del generalísimo.

*Nanoficciones pertenecientes al libro Eztlán, aún inédito y en busca de un editor valiente.

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Cinefilia crónica

Las latinas en Venecia

En este 2022, el Festival Internacional de Cine de Venecia, uno de los festivales de cine más importantes en el mundo, cumple noventa años de existencia. El 6 de agosto de un luminoso 1932 —los días negros de la Gran Guerra parecían muy distantes y a nadie se le pasaba por la cabeza que apenas siete años después Europa se sumiría de nuevo en el horror de la guerra— el certamen, en su primera edición, proyectaba su primera película: El hombre y el monstruo (1931), de Rouben Mamoulian.

Veintitrés son las películas que integran la Selección Oficial de esta 79° edición y compiten por llevarse el codiciado León de Oro, el máximo galardón del evento. Países como Francia, Italia, Estados Unidos, Gran Bretaña, Japón e Irán tienen su cuota de participación.

Por supuesto, también hace presencia en el festival el cine latinoamericano: un largometraje mexicano y otro argentino se encuentran en competencia (aunque eso de ponerle nacionalidad a las películas, hoy día, no parece ser una tarea fácil, o, al menos, evidente. ¿Cómo se determina la nacionalidad de una película? ¿Según el lugar en el que sea grabada? ¿De acuerdo al fondo que la financia? ¿Conforme a la nacionalidad del director? ¿De la productora o de la mitad más uno del equipo de producción? En fin, esa es otra discusión.). Bardo: falsas crónicas de unas cuantas verdades (2022), una comedia dirigida por el portentoso Alejandro González Iñárritu, reconocido, entre otras, por Amores perros (2000), que es un hito del cine mexicano y latinoamericano, y El renacido (2015), la película que le mereció, por fin, el Óscar a Leonardo DiCaprio; y Argentina, 1985 (2022), un drama político dirigido por Santiago Mitre, el director de La cordillera (2017).

Bardo cuenta la historia de un documentalista y periodista mexicano, quien decide retornar a su país en la búsqueda de sus lazos familiares, su identidad y las memorias de un tiempo pasado que se distancia en demasía del presente. El amor, la migración, la pérdida, la melancolía y la luz al final (o en medio, o en alguna parte) de la más cerrada y profunda oscuridad, como siempre en A. González Iñárritu, tienen aquí su lugar. El largometraje, presentado en el marco del Festival de Venecia, llegará el 27 de octubre a las salas de cine de México, y solo hasta el 16 de diciembre se podrá ver a través de Netflix. Larga es la espera, como la cinta misma, pues tiene una duración de tres horas.

El director mexicano Alejandro González Iñárritu, acompañado de su esposa, María Eladia Hagerman, en la alfombra roja del Festival Internacional de Cine de Venecia, durante el estreno de su película «Bardo: falsas crónicas de unas cuantas verdades«.

Argentina, 1985, por su parte, reconstruye el juicio a las Juntas Militares en la Argentina posdictatorial, que inició el 22 de abril de 1985 y culminó el 9 de diciembre de ese mismo año, en donde declararon casi mil testigos acerca de los crimines cometidos por el Estado mediante las Fuerzas Militares durante la dictadura. El largometraje se encuentra inspirado en los dos fiscales que lideraron este juicio: Luis Moreno Ocampo y Julio Strassera, quienes no se dejaron amedrentar por las amenazas que recibieron y continuaron con el juicio hasta el final. Una proeza judicial y una victoria histórica para la democracia argentina y mundial. La cinta será estrenada en el Festival Internacional de Cine de Venecia, y a partir del 29 de septiembre podrá verse en las salas de cine de Argentina. Luego, estará disponible en Prime Video.

Santiago Mitre junto a Ricardo Darín, actor protagonista de la cinta, en el estreno de su película «Argentina, 1985» en del Festival Internacional de Cine de Venecia.

En el día de mañana, 10 de septiembre, Festival Internacional de Cine de Venecia llega a su fin y —después de las peleas de Olivia Wilde con los integrantes del elenco de su Don’t worry darling (2022), entre los que se cuentan Florence Pugh y Harry Styles (y su presunto escupitajo a Chris Pine) y de mucho buen cine— el mundo conocerá a los ganadores.

M.D-B.

Bonus track:

Las otras veintiún películas que se encuentra compitiendo por el León de Oro son:

1. White Noise (Ruido de Fondo), de Noah Baumbach (Estados Unidos)

2. Il signore delle formiche (El señor de las hormigas), de Gianni Amelio (Italia)

3. The Whale (La ballena), de Darren Aronofsky (Estados Unidos)

4. L’immensità (La inmensidad), de Emanuele Crialese (Italia)

5. Saint Omer (San Omer), de Alice Diop (Francia)

6. Blonde (Rubia), de Andrew Dominik (Estados Unidos)

7. Tár, de Todd Field (Estados Unidos)

8. Love Life (Ama la vida), de Kôji Fukada (Japón)

9. Shab, Darheli, Divar (Más allá del muro) de Vahid Jalilvand (Irán)

10. Athena, de Romain Gavras (Francia)

11. Bones and All, de Luca Gadagnino (Italia)

12. The Eternal Daughter (La eterna hija), de Joanna Hogg (Estados Unidos y Gran Bretaña)

13. The Banshees of Inisherin, de Martin McDonagh (Irlanda, Estados Unidos y Gran Bretaña)

14. Chiara, de Susanna Nicchiarelli (Italia)

15. Monica, de Andrea Pallaoro (Italia)

16. No Bears (Los osos no existen), de Jafar Panahi (Irán)

17. All the Beauty and the Bloodshed, de Laura Poitras (Estados Unidos)

18. Un couple (Una pareja), de Frederick Wiseman (Francia)

19. The Son (El hijo), de Florian Zeller (Gran Bretaña)

20. Les miens (Mi familia), de Roschdy Zem (Francia)

21. Les enfants des autres (Los niños de otros), de Rebecca Zlotowski (Francia)

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En el abismo

Arturo Santana | Velocista (Poesía)

Salí a correr en la madrugada.


Jamás me detuve,

ni siquiera para tomar un poco de aire

o esparcir el agua de mis entrañas.


Seguí moviéndome,

siempre hacia adelante,

ajeno al tiempo, lejano al espacio.


Fui tan veloz

que el sueño y el cansancio

se desmayaron en el camino,

justo después de la sed y el hambre.


Fue toda una hazaña;

y sin embargo,

antes de que caiga la noche,

me doy cuenta de que hace mucho

me alcanzaste.

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Canaimera

Edjanga Jones  I El hombre que va y que viene

De aquella lejana edad de la panguea que devino en el rompecabezas que es hoy el mundo, dos piezas, más que ningunas, evocan en sus formas esa unión primitiva y la trágica separación. Dos piezas que bien se pueden constatar en cualquier mapamundi y que parecieran imanes que quieren de nuevo juntarse, dos amantes a los que el tiempo y los temblores han querido separar, pero que a pesar de la separación siguen, de muchas maneras, haciéndose el amor. Me refiero al cóncavo que es Latinoamérica, sobre todo en su parte brasileña, y al convexo que es el África cuyo justo punto imaginario de “machimbrado” entre ambos continentes sería Guinea Ecuatorial. Paradojas de la vida, pues esta pequeña región africana es, a muchos niveles, hermana profunda de Hispanoamérica. Si bien es cierto que comparte los elementos socioculturales que definen a los pueblos africanos, también es verdad que Guinea Ecuatorial fácilmente se confunde con los pueblos americanos de habla española, en especial con aquellas regiones tropicales, caribeñas, donde la raíz negra se palpa en el baile, la lengua, la comida y el “cachondeo” cotidiano. Y también, por supuesto, en la literatura. Esto se debe a que Guinea Ecuatorial también sufrió el yugo del imperio hispano desde el siglo XVIII. De hecho, pertenecía al virreinato del Río de la Plata. La relación con América se fue perdiendo tras la emancipación decimonónica de casi toda la colonia hispanoamericana. Guinea Ecuatorial consigue su independencia hasta ya bien entrado el siglo siguiente, para ser precisos, en 1968, fecha a partir de la cual, entre convulsiones y tiempos difíciles, se ha empeñado en forjar una nación. En términos de arte y cultura, el camino no ha sido fácil. Estamos ante una naciente generación de artistas y escritores ecuatoguineanos que lucha en un ambiente inhóspito para poder dar salida a su voz. Dicha lucha nos recuerda, no pocas veces, a lo que en esta canaimera latinoamericana nos ha tocado y nos toca enfrentar. Por ello no es difícil sentir una empatía fraternal por nuestros pares hispanoafricanos. Así como en el mapa, el abrazo se antoja en el espíritu. Comencemos por conocernos, leernos. Entre esta nutrida camada de emergentes escritores ecuatoguineanos, resalta la obra de Edjanga Jones Ndjoli (Madrid, 1982), hijo de migrantes, que si bien ha vivido buena parte de su vida en España, nunca olvidó su raíz y desde la trinchera que le ha tocado, busca el reconocimiento, el respeto y la divulgación de la literatura de Guinea Ecuatorial. Su carrera comienza, por así decirlo, con la publicación en el año 2015 de su novela Heredarás la tierra, cuyo inusitado éxito puso los ojos de la crítica y del público lector sobre de él. Su obra ha sido principalmente difundida en España y Guinea Ecuatorial, pero de a poco también comienza a conocerse en Latinoamérica. Sin más, debo confesar que es éste uno de los diálogos que más me han conmovido, conmocionado, entre muchos muy sentidos que he tenido en la Canaimera. Por ratos pensé que le hablaba al espejo. Edjanga me ha parecido un corazón con pies largos.

  • Estimado Edjanga, ¿qué significa actualmente ser un escritor ecuatoguineano?
  • Es una pregunta difícil. Teniendo en cuenta que yo formo parte más del panorama de la diáspora, creo que no soy el más indicado para responder a esta pregunta. Pero voy a dar mi opinión. Creo que ser escritor ecuatoguineano es un reto lleno de turbulencias, ya que el acto de escribir en sí constituye, al día de hoy, en Guinea, un acto político: ¿Para quién escribes? ¿Qué escribes? ¿Y por qué? En mi caso siempre me he encontrado con este cuestionamiento, la identidad es un debate envenenado y mi amor por mis seres queridos y el país de donde vienen mis padres no ha quedado erradicado o difuminado por el mero hecho de no haber nacido y crecido en África. En este sentido, puede ser un acto de reivindicación; una tierra perdida; un Ítaca al que hay que volver y donde los sueños se pierden en la añoranza y la nostalgia. Eso por un lado, por otro está la síntesis del africano: su visión sobre sí mismo; lo que quiere compartir con el mundo; la difícil, cordial y contradictoria relación con lo occidental. La denuncia se ha convertido en un tema muy recurrente, casi en exclusiva en algunos autores. De tal forma, que el compromiso puede coartarnos enormemente en nuestro carácter artístico. Pero hay excepciones, como César Brandon Ndjoku. Sin embargo, creo que hay nuevos  autores que miran a la literatura con un afán más lúdico, soñador y con carácter menos encorsetado a las difíciles circunstancias sociopolíticas.
  • Regálanos un panorama, desde tu punto de vista, de la literatura de Guinea Ecuatorial.
  • Como he dicho antes, creo que es un panorama de personas que trabajan con pocos medios pero que sueñan con escribir y parece que lo están consiguiendo. A veces desde Europa sólo esperamos las denuncias de las injusticias que ocurren en África. Pero hay escritores que abarcan nuevas temáticas, nuevas historias. Escritores que quieren compartir con un mundo global, del que quieren formar parte sin cortapisas. No conozco muchos, no soy un buen lector. Pero de los que han llamado mi atención, está César Brandon, Chris Ada, Estanislao Medina, Fumilayo Jhonson, Juan Riochi Siafa, Mitoha Ondo Ayekaba y César Mbah. Después tenemos a escritores consagrados que fundamentalmente son los pioneros como Donato Ndongo, Justo Bolekia Boleka, Inongo Vi Makome, María Nsué Angüe, Mangue Nsue Okomo, Francisco Zamora, Juan Manuel Davies, Juan Tomas Ávila Laurel y Remei Sipicreo que son los principales novelistas del panorama de una época que se puede comprender como colonial-postcolonial. En ellos pesa la experiencia del trauma de la dictadura y la migración hacia España u otros países y donde se aprecia parte del legado de la cultura oral. Este fenómeno fue llamado  emixilio por Michael Ugarte en Africanos en Europa. La cultura del exilio y la emigración de Guinea Ecuatorial a España, que resultan en la unión de dos palabras exilio y migración. Después hay escritores que están más dentro de lo académico aunque también pueden tener contribuciones literarias como Juan Riochi Siafa, poeta y ensayista; Trifonia Melibea, novelista y ensayista, enfocada en cuestiones de género y LGTBIQ, y Eugenio Nkogo, filósofo. También existen personas que se dedican al teatro como Recaredo Silebo Boturu que también es poeta. Por último destacaría escritores de la diáspora hijos, de ecuatoguineanos en España u otros países: Lucía Mbomio y Desirée Bela Lobedde.
  • ¿Qué visión tienes de la literatura latinoamericana contemporánea?
  • Uff, tengo que admitir que no puedo decir mucho, por no decir nada. Tengo que reconocerte que yo no he leído mucho, y eso es algo que me avergüenza decirlo. Normalmente, los escritores son personas que tenían un fuerte deseo de escribir y leían sin parar cuando eran niños. Yo era todo lo contrario, solo leía cómics. La escritura aparecía en mi vida como un salvavidas. Nunca había pensado en escribir, pero escribía. Escribía para olvidar, como los alcohólicos beben para ahogar sus penas. Es ahora cuando intento formarme como escritor y preguntas como estás me hace sentir tremendamente perdido en este vasto mundo de la literatura.
  • ¿Cuál es la relación de Guinea Ecuatorial con el resto de la literatura africana?
  • Como te he dicho antes no sabría que decirte. Pero si me puedo arriesgar a algo: creo que en la literatura de Guinea existen los mismos rasgos que te puedes encontrar en muchos países en África y que tiene que ver con ese trauma de la colonización-descolonización. Existe un diálogo por encontrar-encontrarse, en un espacio tiempo convulso donde los Estados no ofrecen seguridad, más bien lo contrario. Después está la idea de la identidad: el ser o no ser africano al haber sido colonizados y cómo sobrellevar la pérdida de los elementos culturales y ancestrales. Creo que eso está muy presente en muchos autores africanos. Luego creo que se podría destacar la figura de escritoras africanas con Chimamanda Ngozi a la cabeza que no sólo hablan de feminismo sino de muchas más cosas y en Guinea también se están dando figuras como Trifonia Melibea que siguen esa senda.
  • ¿Piensas que existe una relación, un diálogo entre los escritores contemporáneos de Guinea Ecuatorial y Latinoamérica?
  • Claro que sí, tal vez este diálogo es reciente o tal vez no. Pero existe un África de ida y vuelta en relación al “nuevo” continente. Nos hemos nutrido ya no sólo en la literatura, en muchos otros aspectos que han propiciado una influencia en nuestra narrativa e imaginario. Yomaira Figueroa, excelente académica de la universidad de Michigan hizo un trabajo comparativo sobre esto llamado “Descolonazing Diásporas”.
  • ¿Deben los escritores de Guinea Ecuatorial emanciparse de España o el futuro inmediato de la literatura ecuatoguineana depende del apoyo cultural español?
  • No sé si deben, lo que está claro es que el apoyo y la visibilidad no vendrá de España. No voy a criticar a España en sí, el problema es que existe un problema de compresión de la producción cultural como activo fundamental para preservar, fortalecer y enriquecer a la sociedad. En ese sentido, España no comprende que la producción literaria de ciertos colectivos minoritarios sea algo de suma importancia, pero en general es todo el sector cultural. Por lo que los escritores que nos sentimos vinculados al contexto de Guinea necesitamos un lugar sobre el qué poder difundir, compartir y producir. Sinceramente, aún con todos los inconvenientes, creo que Guinea Ecuatorial es nuestro lugar natural. Es allí donde podemos generar un impacto suficientemente profundo para poder transcender. Y además, nuestra literatura es un puente para el diálogo entre África y Latinoamérica que no necesita estar supeditado a España. Tal vez deberíamos ser los escritores guineanos y de la diáspora los que invitemos a escritores latinoamericanos a visitarnos a Guinea.
  • ¿Está desarrollándose a la par de sus escritores el mundo editorial ecuatoguineano?
  • Parece ser que hay alternativas independientes, libros hechos a mano por ejemplo. Hay que tener en cuenta que es una nación donde sólo existen dos librerías en todo el país, si recuerdo bien, una en Bata y otra en Malabo. La oportunidad de producir dentro de Guinea es disparatada hasta el punto que es más barato imprimir los libros en España y transportarlos en avión. La gran mayoría depende de instituciones como el centro cultural español ecuatoguineano o el francés para hacer alguna publicación.
  • Es palpable el apoyo del mundo literario español por los escritores ecuatoguineanos ¿este interés se replica para con el mundo editorial de Guinea Ecuatorial?
  • Yo no siento tanto apoyo. En realidad me han buscado más fuera de España que en España, y generalmente académicos de Estados Unidos. En España, África no cuenta, existe un imaginario perverso que sigue reproduciéndose donde lo africano entra dentro del orden de lo místico y fantástico. África tiene su propio concepto de la modernidad, su propia versión del futuro más allá de los Safaris y ayuda humanitaria. Pero en España lo africano está relacionado con migración, con pobreza y cooperación. En Portugal existe una relación más profunda y de interés con la producción cultural africana. En España es prácticamente nula. Sin embargo, en Guinea se sigue con la educación que dejaron los españoles en muchos sentidos. Y mucha gente sigue la influencia de escritores clásicos de la literatura española como Bécquer. Hace unos años, escribir poemas, sobretodo cartas de amor estaba muy extendido entre los jóvenes, no se qué tanto habrá cambiado esto.
  • ¿Qué papel está jugando el estado ecuatoguineano para propiciar un mundo literario nacional (escritores, lectores, editoriales, librerías, becas)?
  • Bueno yo creo que es más bien al contrario. El Estado ecuatoguineano, desde los tiempos del dictador Macías, ha perseguido a los intelectuales, y el posterior régimen dictatorial de su sucesor, Teodoro Obiang Mbasogo, ha hecho lo mismo. En general, en Guinea no se promueve la libertad de pensamiento y se exige cierta coacción explícita o implícita al decir o hacer según qué cosas. En ese sentido, la posibilidad de pensar por uno mismo se convierte directamente en casi terrorismo contra la autoridad plenipotenciaria que representa Teodoro Obiang. Según él son “ideas importadas”. En consecuencia, se ha desarrollado una teatralidad difícil de identificar donde quién dice qué y porqué, siempre juega dentro de una línea de intereses donde hay un patrón aprendido de adulación hacia el pseudopresidente para obtener gratificaciones y reconocimiento. Es así como se forma una dictadura: con algunos intelectuales formando parte de ella también. Obiang se vende como el primero, mejor, único y más brillante escritor, intelectual y líder de Guinea.
  • Estuviste no hace mucho en un evento literario en Puerto Rico ¿de qué manera viviste esta experiencia?
  • La experiencia me sedujo, me marcó profundamente. Antes de ir al festival, yo me visibilizaba como un loco en mi soledad. En la sombra de un escritorio, en la noche sin nadie en quién reflejarme. Conocía a algunos escritores con los que tuve un contacto fluido durante un tiempo como Inongo Vi Makome o Mbuyi Kabunda académico en Ciencias Políticas. Pero siempre los veía lejanos, como si me hicieran un favor, a un pobre ingenuo como yo, por querer acércame a ellos. Y no porque ellos me trataran de alguna manera distante sino porque siempre pensé que ser escritor está en el orden de otras cosas que no percibía a mi alcance. Cuando publiqué mi primera novela, fue un acto de locura. Tardé cinco años. Cinco años a solas con mis demonios, con mi impaciencia, con mis dudas…Cinco años de fidelidad ciega, como si fuera un embarazo infinito y no supiera si nacería un burro, un pájaro o yo que sé. Solo seguía mi instinto, mi necesidad de querer compartir. Pensaba que en el momento que naciera el libro, el libro andaría solo, y yo lo dejaría libre a su antojo. Pero no, empezaron las presentaciones y era como andar con una cruz a mis espaldas. Tenía muchas ilusiones así que no me importaba en ese momento desplazarme por la geografía española saliendo todo de mi bolsillo. Es cuando Cesar Mbah me habló de un Festival de literatura, que era como un Festival Rock and Roll. No me lo pensé, compré mi billete y bajo el amparo e invitación de Mayra Santos Febres descubrí un nuevo mundo, y no como Colón. Me encontré con un montón de locos como yo, pero locos que eran respetados, escritores renombrados con escaparate. Yo me sentía pequeño entre tanto escritor, pero en la mesa, en los diálogos, era uno más: Gael Solano, Marcelo Carnero, La propia Mayra, Yolanda Pizarro, Marina Pérez Agua, Paulo Lins. Fue fabuloso, fue el impulso definitivo, para querer ser escritor. Ellos me dieron el cariño y la cercanía para comprenderme cuando no me comprendía ni yo. El acto, la necesidad, la pasión, la belleza. Desde entonces nunca me he sentido sólo, y mantengo una correspondencia con ellos que me ha ayuda a seguir creciendo como escritor.
  • ¿Qué densidad tiene en ti Guinea Ecuatorial?
  • Infinita, ¿cómo se mide en el infinito? No se puede, sólo se puede nadar en él y perderse. Por ello Guinea Ecuatorial es el principio y final, porque así lo he decidido. Pero porque mis compromisos de amor parten por encumbrar la herencia silenciosa que me antecede. Antes pensaba en términos muy políticos, muy idealistas, con una especie de deber edificante que creo que muchos africanos o hijos de africanos nos hace sentir las circunstancias del contexto en el que crecemos. Al final Guinea se ha naturalizado en mí, más allá de mis ideas políticas. Guinea son mis seres queridos: los que vendrán, los que se han ido, y los que quedan. Escribo a todos ellos como comunicándome en un eco eterno que me llega a mí desde las profundidades, y a la vez reinterpretó y repito a mi manera.
  • ¿Cómo piensas tú que podría haber un mayor acercamiento entre los mundos literarios de Guinea Ecuatorial y Latinoamérica?
  • Visitándonos, creando ese espacio y vasos comunicantes. No me gusta el internet, es útil pero la piel, la carne, el olor… todo eso genera los afectos. Saber que alguien te requiere y te espera al otro lado, que tenemos un espacio a un lado y otro de la orilla es razón suficiente para construir algo importante.
  • ¿Cuáles son para ti los escritores y escritoras ecuatoguineanos que deberíamos estar leyendo?
  • Puff, otro reto, jajaja, si te soy sincero no he leído nada de las últimas novelas de Guinea. Definitivamente Donato es un referente a tener en cuenta con su novela Los poderes de la tempestad y El metro; después  Juan Tomas Ávila Laurel y su novela Arde el Monte de Noche; Ekomo de María Nsue. Creo que esas cuatro se podrían definir como clásicos dentro de la literatura de Guinea. Actualmente, y dentro de la diáspora, tienes a Lucia Asue Mbomio Hija del camino el cual ha tenido éxito pero yo no te puedo dar mi opinión, no la he leído. Estanislao Medina fue elegido por la revista Granta como uno de los mejores narradores en castellano y el tema sobre el que habla, las bandas callejeras en Malabo, me parece algo muy necesario.
  • ¿Qué escritores latinoamericanos se cuentan entre tus lecturas, ya sea de la tradición o  contemporáneos?
  • Otra vez me tengo que sonrojar. Pues por de pronto Marcelo Carnero, el cual es mi maestro y es el que me recomienda muchas obras para leer. Gabriel Garcia Márquez y su Cien años de soledad me marcó con su realismo mágico, y luego he leído cositas sueltas de Galeano y Bolaño, pero, vamos…muy poquito.
  • ¿A qué atribuyes tú el alejamiento de Guinea Ecuatorial y Latinoamérica, siendo que entre ambos hay tantas cosas que nos hermanan, entre ellas, el esfuerzo de España por injerir en sus vidas culturales, literarias?
  • Primero el contexto geopolítico y las tribulaciones de España. Durante la dictadura franquista, España declaró a Guinea Ecuatorial “materia reservada”. Lo que significó que nunca más se volvió a hablar de la ex colonia en los medios de publicación, ni siquiera aparecía en los libros de texto. Y con la llegada de la democracia eso no ha cambiado mucho. Guinea está en una zona francófona, todos sus vecinos hablan francés y la influencia francesa no es sólo en la lengua, también es económica, imponiendo el franco CFA como moneda a los países de África central. De todas formas Guinea Ecuatorial, de la mano de Teodoro Obiang, ha estado buscando su lugar en este marco de influencias ofreciéndose  a Brasil con Lula en su momento y entrado en la CPLP, que es marco de países lusófonos cuando en Guinea no se habla portugués. España borró a Guinea de su historia reciente, y eso tuvo consecuencias también con Latinoamérica. Guinea tenía contacto con países como Puerto Rico y Cuba. Aún persiste en el imaginario cubano o puertorriqueño ciertas reminiscencias de este contacto. Actualmente Cuba es de los pocos países que ha mantenido contacto con Guinea, gracias al fuerte compromiso que siempre ha tenido Cuba con el desarrollo de los países africanos en áreas como la sanidad. Pero deberíamos retomar ese imaginario y nutrirlo de nuevo.
  • ¿Es tu generación la que está llamada a consolidar una literatura ecuatoguineana?
  • No lo creo, sobretodo lo digo por la diáspora. Creo que los escritores de la diáspora viven demasiado desconectados de su herencia africana y andan envueltos en debates postmodernistas donde sólo imperan sus sentimientos. Que la identificación se busque a través de las emociones supone que seamos fácilmente dúctiles y cambiantes según la edad y el momento. Creo que la herencia africana, teniéndola tan cerca, la desechamos para convertirnos en productos de un mercado que solo les vale ciertas señas superficiales para otorgarnos una “identidad”. Creo que hay que volver a crear cultura desde las entrañas, desde la fidelidad de los símbolos ancestrales, pero sin propagandas ideológicas que cercenan la creatividad.  En este tiempo tengo la sensación que los círculos intelectuales buscan apropiarse incluso de las manifestaciones más básicas. El hip-hop y la salsa, no salieron de gente de universidades súper releída, salió de la gente de a pie, de la necesidad de crear comunidad, del juego y del disfrute.  Siento que en la diáspora muchos han sido seducidos por el mercado del capital para ser un sello, una marca de lo que se cree que hay que decir o hacer buscando referencias que vienen siempre de los afroamericanos. Estados Unidos es país complicado, y ha conseguido vender la imagen del pandillero afroamericano como una imagen de modernidad al resto del globo terráqueo. No tengo nada en contra de esa imagen, pero me resulta manipulador cuando por otro lado sólo tenías el hambre y la miseria de África. A día de hoy todos los videoclips de la música negra alrededor del mundo son muy parecidos. Y nosotros hemos crecido con ello hasta el punto de despreciar lo que nos venía de cerca, lo que para los afroamericanos era un conquista a la hora de poder visibilizarse. Por otra parte, era también una pérdida ante los ojos de miles de jóvenes cuyos padres y familiares son africanos, pero no querían aprender de ellos. En ese sentido nuestro trabajo es diferente, es más un equilibrio. Crear un puente entre hijos de guineanos y Guinea es imprescindible. Por ello creo que falta mucho para hablar de una generación consolidada, a menos de que deje de estar tan influenciada por esta estructura de mercado anglosajón.
  • ¿Qué densidad tiene España en ti?
  • Bonita pregunta, a mis cuarenta años tengo ganas de aprender de España.  Me he dado cuenta que he estado jugando por turnos según he ido viajando y viviendo en diferentes países, ya que mi relación con España y Guinea siempre ha sido una moneda de dos caras. He estado enemistado con España durante mucho tiempo, y me he dado cuenta con los años de las lecciones perdidas de un país que tiene cosas maravillosas sin obviar sus carencias.  Cuando llegaba el verano los niños de mi colegio  se iban todos al “pueblo”, y yo me preguntaba ¿dónde está mi pueblo? Nunca me interesé en ir a aquello que llaman las fiestas del pueblo, porque aprendí a vivir en un mundo reticular en el que habían cosas de blancos y cosas de negros. Al escribir me di cuenta de algo que es evidente: si quería escribir debía poner parte de mis experiencias en mis libros desde el lugar donde quería hablar. Evidentemente tenía que ser España. Y ya que yo nací en una ciudad, a veces sólo me sentía de mi barrio, y ni siquiera eso, porque fui un niño no muy popular ni con muchos amigos de pequeño, así que otras sólo me sentía de mi casa. Es entonces cuando me di cuenta que el mundo a mi alrededor me esperaba para descubrirlo, sin cortapisas. Era yo el único que me ponía límites. España es un lugar bello, lleno de imperfecciones, pero es el lugar donde he aprendido y aprendo a amar y reír con la gente.
  • ¿Te percibes como un exiliado?
  • No, en absoluto. Me siento como alguien que puede ser de cualquier sitio y ninguna parte.
  • Sabemos ya que tus primeros años viviste en España ¿cómo fue el reencuentro con tus raíces africanas, al viajar a Guinea Ecuatorial, y de qué manera se refleja ello en tu novela Heredarás la tierra?
  • Fue como estar en lugar familiar y desconocido a la vez, muy raro. Pero la realidad es que Guinea estaba en nuestro hogar constantemente así que todo tenía un olor, color, sabor que podía reconocer. Heredarás la Tierra es la reconciliación de mis “mundos”, de mis experiencias en España y Guinea.
  • ¿Háblanos de tu concepto de geopolítica de conflicto en Guinea Ecuatorial y de qué manera repercute en los escritores ecuatoguineano de tu generación?
  • No es fácil explicar eso, es un libro denso de ciencia política y relaciones internacionales. Por de pronto te diría que sigue un poco el trabajo de Achille Mbembe, politólogo camerunés en sus ensayos Postcolony y Crítica a la razón negra. En síntesis te diría que el Estado colonial, como actor independiente, está configurado dentro unas reglas y/o ideología que condiciona todo el juego político y que el concepto «raza» juega un papel esencial en la forma de estructurar las relaciones de poder. En resumen, se fomentan unas fuerzas centrífugas que motivan el enfrentamiento de diferentes grupos etno-culturales por el control del poder, de tal forma que la existencia o convivencia solo puede ser en base a la subyugación o dominio de un grupo por el otro, o incluso la exterminación para salvaguardar un status quo o lo que podríamos llamar el marco de seguridad del Estado.
  • Por último, querido Edjanga ¿qué tanto persiste en ti de aquel hombre que va y que viene?
  • Yo nunca dejaré de ir y venir, está en mí visitar cada lugar y rincón del mundo y hacerlo mío. No hay fronteras, las fronteras están en la cabeza. Y yo quiero ver, saber y compartir todo lo que pueda y más. Sentirme parte de todo y de nada.
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La casa de Lanudo

Los albañiles

Jonatan Rodas / relato breve

Pero papá—le dijo Josep, llorando—. Si Dios no existe, ¿Quién hizo el mundo?

Tonto—dijo el obrero, cabizbajo, casi en secreto—. Tonto. Al mundo lo hicimos nosotros, los albañiles.

Eduardo Galeano

Mariano Gómez Soto nació el 9 de abril de 1932. Según mis cálculos y los más precisos detalles del sitio ancestors.familysearch.org a los 12 años de edad debió haber presenciado la caída del dictador, en 1944. ¿Era ya albañil? Cuando yo lo conocí ya era albañil. O más precisamente, maestro de obras. Porque para mis días de infancia, mi abuelo ya dirigía una cuadrilla de albañiles entre los que figuraban mis dos tíos: Ernesto y Enrique.

Estos dos tomaron caminos diferentes. Ambos anestesiados, digo yo. Pero quién soy yo ahora para juzgar sus vidas. Por el contrario, los tres, mi abuelo y mis dos tíos fueron figuras de mucha presencia en mi vida. De mi abuelo, por ejemplo, llevo el nombre. De mi tío Quique la melancolía y la culpa. Y de mi tío Neto, la potencia de la rebeldía y la espontaneidad que pocas veces he podido mostrar y que muchos años después de su muerte se materializó en una figura literaria que inventé: el Lanudo.

Hoy es el día de la cruz, día de los albañiles también. Y lo recuerdo muy bien porque en el álbum familiar aparecen fotos en las que mi abuelo y su cuadrilla posan en una construcción adornada con una cruz. Cruz de retazos de madera de construcción. Cruz de flores de plástico que después, con plena consciencia a causa de su alcoholismo, irían a adornar sus propias tumbas. Mi abuelo murió joven, a los 62 años, el 10 de agosto de 1994. El tío Viviano, su hermano, corrió la misma suerte. Mi tío Neto, también, más joven aún.

Triste pero predecible. Para estos albañiles parecía que el licor era requisito fundamental. Excepto para mi tío Quique, que se volvió evangélico y, al igual que mi abuela, se encerró en un mundo impenetrable donde, asumo, murió ahogado en su propio dolor. Al Oscar, hijo bastardo de mi abuelo y pronto también convertido en parte de la planilla de albañiles, lo encontraron en el fondo de un barranco.

Albañiles. Los constructores de este mundo.

“¿A dónde fueron los albañiles la noche que terminaron la Muralla China?” se preguntaba Bertol Brecht.

A la Tico-Tico, habría podido responder yo. O al Alacrán Negro. Era muy fácil encontrarlos ahí. Bebiendo, ensimismados unos, eufóricos otros (mi tío Neto). Pero siempre bebiendo, octavo tras octavo de aguardiente. Apagando una sed milenaria, sedando un antiguo dolor. Caminando cada día un poco más rápido de lo normal hacia su tumba.

A la mañana siguiente, la piel curtida, los labios hinchados, subiendo a la camioneta. Montando las herramientas.  Sudando la gota amarga. Volvían a la ardua tarea de hacer el mundo.

*Imagen tomada de la página de Facebook de revista y editorial Sudestada

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Canaimera

Barbarella D’Acevedo  I Un mito cosmicoeroticocaribeño

En ciertos antiguos himnos órficos dedicados a Afrodita, ya muy temprano se estableció la idea de que uno está determinado por la semántica de su nombre. El nombre, impuesto por los padres, los dioses o la magia y la fortuna, será el signo que dibujará la personalidad y el devenir de su portador o portadora. Tópicos, quizá, pero ¿no acaso en la literatura  resplandecen hasta el hartazgo las Lucías, y las tenebras se ensañan con los Brunos? Los aficionados a los bodrios del cine fantástico pop sesentero,  recordarán que en 1968 Jane Fonda irrumpió en la pantalla detentado los poderes sicosexuales del universo, transformándose así en un mito hipererótico de nuestros días: Barbarella. Años más tarde, jugueteando con el rizoma de los mitos afrodisiacos, chipriotas espumas cabrearon en el mar Caribe durante el año de 1985 cuando en la Habana irrumpía otra Barbarella que heredaba el sino erótico, mítico, musical del nombre (el tiránico nombre del que no se puede escapar, sobre todo si uno se llama Barbarella en este cósmico universo). Barbarella D’Acevedo, pluma singular y de inescrutables alcances. Inescrutables por su juventud y por la experimentación personal que en cada uno de sus libros hace con la literatura. Barbarella D’Acevedo,  a veces distante de las tendencias regionales, a veces erótica, a veces poeta, otras tantas narradora, teatróloga, editora y lo que venga. Su obra ha sido antologada y publicada en la mayoría de los países latinoamericanos, así como en España, Estados Unidos y Canadá. El 2020 le ha sido particularmente provechoso, pues cosechó el primer premio en el Concurso de Poesía Rosa Butler, hazaña que replicó con el Bustos Domecq y particularmente en el Certamen de Poesía Paco Mollá, con su poemario Érebo, que recientemente ha aparecido bajo el sello de la editorial Aguaclara y del cual hablaremos a lo largo de esta entrevista.

  • ¿Querida señorita D´Acevedo, cómo se hace usted dueña del nombre Barbarella?
  • Me hago dueña del nombre Barbarella, en principio por obra y gracia de mis padres… Ambos lo eligieron al unísono aunque de manera casual. Estaban en casa de un colega de papá, director de teatro, al que visitaban con periodicidad. Aquél tenía un equipo de video y resultaba algo cotidiano que se reunieran para ver películas de terror ochenteras. Así fue que al finalizar uno de aquellos filmes, que ven pasar un tráiler de Barbarella y ahí dijeron “Ése”, incluso si todavía no habían confirmado el género del hijo que mi madre llevaba en el vientre, pues prefirieron esperar a la sorpresa del parto. No obstante a partir de ese momento fui Barbarella para todos los que les conocían. Así que sí hubo mucho de hado —algunos le llamaran casualidad—en tal elección. Es un nombre complicado. En las escuelas nunca lo entendían bien, sobre todo los maestros nuevos al inicio de cada curso. Por el camino aprendí a reírme del hecho y bromear con eso, incluso antes de que los profesores pasaran lista. Supongo que cuando una nace “Barbarella” atraviesa distintas etapas, incluso esa fase en la adolescencia en que se pregunta por qué “sus excéntricos padres” no pudieron darle un nombre castizo, más a tono con los apellidos González y Acevedo. El cuestionamiento es algo intrínseco al ser humano. Pero luego una se percata de que no podría haber sido de otro modo y se alegra. Mi nombre me acostumbró, por ejemplo, a ser un tanto extraterrena, extraterrestre, extemporánea, a habitar los márgenes. Una es su nombre, sus padres, su historia, su país…
  • Y ya que estamos con la obsesión de lo onomástico ¿cómo y cuándo pasamos de ser Barbarella González Acevedo al sinóptico Barbarella D’Acevedo?
  • Esa elección tiene que ver con mi papá…Mi padre, desde mi infancia, pensó que algún día yo iba a necesitar un nombre artístico. Sugería entonces la incorporación de la preposición intermedia “de” al González Acevedo. Papá, Tomás González, fue en su momento, un reconocido dramaturgo, director de teatro, miembro del hoy casi legendario grupo de experimentación teatral Los doce, guionista de las películas La última cena y De cierta manera, dos clásicos del cine cubano, músico, pintor, profesor en las escuelas de arte, maestro del Cuarto Camino; un hombre de un magnetismo tremendo…Supongo que en un punto no quise ser solo “la hija de Tomás González”. Siempre tuve una relación de amor odio con respecto a eso, a tal punto que aunque estudié en el Instituto Superior de Arte, la misma carrera que él, algunos de mis profesores —que también habían sido los suyos— se enteraron de que era “la hija de Tomás”, al pasar los años.  Necesitaba el espacio de mostrarme al mundo, de convertirme en quién quería ser y equivocarme incluso, pero sin la presión del apellido. Además, el Acevedo llevó a un primer plano a mi madre, y a mi abuelo, dos seres esenciales para mí, sin los que hoy no sería; y también a mis ancestros mambises, pero esa es otra historia…
  • Te han endilgado el mote de escritora erótica ¿Qué significa ello para ti?
  • Creo que muchos escritores han pasado por el erotismo alguna vez. Yo sentí en cierto punto la necesidad de retarme en tal sentido. La literatura es eso también para mí: la posibilidad de experimentar, de jugar. Hay que tener en cuenta que el mundo actual está guiado por el consumo y en tal contexto es quizá lo más fácil recurrir a determinadas etiquetas, carteles, más allá de si tienen como trasfondo algo real… Yo misma he podido usar el mote de escritora erótica en determinado momento, no tanto para potenciar una relación de compra-venta (no olvidemos que el libro es un producto, en un mercado bien complejo) sino para llamar la atención sobre determinados textos. Una etiqueta ayuda a que el lector tenga claro de antemano lo que va a consumir.  En realidad no me considero ni escritora de ciencia ficción (otra etiqueta que también se ha relacionado a mi obra en ciertos momentos), ni escritora erótica, ni autora de libros para niños, sino, simplemente escritora. Aunque me interesa la exploración del fantástico, en un sentido amplio, he jugado con géneros, estilos, maneras de contar y lo seguiré haciendo por una necesidad personal, una necesidad creativa, de ver hasta dónde puedo llegar, o me permito llegar.
  • ¿Eres erótica, Barbarella?
  • El erotismo está en la esencia del ser humano. Creo que todos somos eróticos en una u otra medida, si bien de formas más o menos explícitas…Eros es, por sobre todo, goce estético. La conciliación de Eros y Psique, del amor en tanto impulso creativo, pero también sexual, y de alma, o mente, opera como pulsión de vida que permite reaccionar a Tánatos, ese instinto de muerte que identificaba Freud.
  • ¿Qué de Érebo tiene la Cuba de Barbarella?
  • Una no puede evitar escribir desde su esencia, desde su historia, y también desde la historia de su Matria. Érebo y Cuba tienen quizá en común los subterfugios de la recurrencia a lo mítico, aunque también otros elementos. La oscuridad primigenia que Érebo, por ejemplo, implica, quizá solo pueda ser resuelta con la fuerza del logos, porque no olvidemos que en “en el principio” —si bien en un principio otro— “era la palabra” y “sin ella no se hizo nada de lo que se ha hecho”. La palabra tiene un poder generador…Quiero pensar, o intuyo que a través de la palabra la Matria puede superar también la oscuridad primordial.
  • ¿Qué tanto representa a tus poesías femeninas este poemario Érebo?
  • Es un poemario que asumo a partir de recreaciones de lo femenino. Se trata de poemas en primera persona, donde las protagonistas son Penélope, Helena, Casandra, Circe, Friné… Yo me he sentido identificada con todas, y así en estos versos, encarno sus angustias, sus interrogantes, y también su erotismo, desde lo que soy, este lado mujer, que ama y se piensa, con la mayor honestidad de la que es capaz.
  • ¿Qué significa actualmente ser escritora en Cuba?
  • Ser escritora, o escritor, en Cuba o en cualquier parte, resulta un reto y un oficio difícil.  Es un camino solitario, que depende de una misma y de su disciplina. Nadie te va a decir “escribe”, así que cada día tendrás que levantarte de la cama, sentarte ante tu computadora y tener la voluntad de hacerlo, incluso si la vida cotidiana con sus necesidades, ejerce otros reclamos, incluso si tienes otro u otros trabajos para garantizarte el sustento. Deberás contar una historia que en primera instancia te conmocione a ti misma y hacerlo del mejor modo que puedas… Después tendrás que invertir tiempo en presentar tu obra a una editorial o un concurso, porque quien diga que escribe para guardar su trabajo en una gaveta, probablemente mienta. Y si todo sale bien y tu obra se publica todavía necesitarás promocionarla, para que otras la lean. Pero si todo sale mal, y tu obra termina, después de todo en una gaveta —y una buena parte de lo que se escribe acaba así, o bien tarda años en salir a la luz—, y te asaltan cientos de cuestionamientos acerca de si estás siguiendo el camino correcto, o si escribes mejor o peor cada vez —cuestionamientos que de todas formas pueden asaltarte incluso si te va bien—, vas a tener que volver a levantarte de la cama, sentarte ante tu computadora y tener la voluntad de hacerlo, incluso si la vida cotidiana con sus necesidades, ejerce otros reclamos…Se escribe porque se tiene algo para decir y se necesita hacerlo. Reconozco el oficio de escritor también desde la perspectiva del dharma de las doctrinas de la India, ese deber supremo, y propósito, que no pretende la satisfacción del ego, sino contribuir al mundo y que puede dar sentido a una vida.
  • ¿Te consideras una escritora feminista?
  • Soy una mujer feminista y lo que una piensa y es, en ocasiones, se manifiesta también en lo que escribe. Tengo algunos poemas, que por el camino me he dado cuenta, de que han salido muy feministas. Sin embargo, esto ha sido algo espontáneo, guiado por la pasión de un momento, a veces hasta por la molestia o incomodidad de un momento.  No me planteo un discurso feminista en mi creación. No considero que se le puedan imponer temas a la literatura o al arte. La escritura es algo personal y creo que debe evitarse a toda costa caer en el panfleto. Si bien pueden existir variantes artísticas “comprometidas”, cada quien trabaja su obra desde su experiencias de vida, lecturas, necesidades, referentes y sensorialidad.
  • ¿El erotismo y los feminismos son compatibles?
  • Creo que sí. Una mujer dueña de sí misma es capaz de reconocer también el peso de Eros en su vida y tiene derecho a hacerlo. Durante mucho tiempo la moral, ya fuera religiosa, gubernamental, o social, ha visto el erotismo como algo negativo y sabemos que se ha utilizado la represión del cuerpo como un mecanismo de dominación. La virgen María, el ideal femenino del catolicismo, es, “virgen” antes del parto, en el parto e incluso después del parto. Ese modelo es desafortunado desde el punto en que se impone como único y máxima aspiración de lo femenino, mujer ángel, posterior donna angelicata, inmaterial, ajena a la carnalidad —y en alguna medida por esto, ajena a la vida en todas sus dimensiones—.
  • ¿Cuál piensas tú que es la dimensión del erotismo en la literatura latinoamericana?
  • Me parece que subyace en la obra de múltiples escritores, que lo abordan no necesariamente como centro de su literatura pero sí como una parte de esta, a veces de un modo que podría decirse sutil, o natural. Al menos, esa es mi percepción en tanto lectora, pues disto de ser una especialista en ninguno de los dos temas… Pienso así en Aura de Carlos Fuentes, incluso en Los recuerdos del porvenir de Elena Garro, en Doña Flor y sus dos maridos, o Gabriela Clavo y Canela de Jorge Amado, y en buena parte de la obra de García Márquez.
  • ¿Cuba es erótico o pesa sobre de ella la gratuidad de la fama?
  • Creo que el erotismo en Cuba como país es algo ya de una dimensión mítica y se dice que todo mito suele contener un trasfondo de verdad.
  • ¿Qué densidad tiene el Caribe en tu escritura?
  • Si el Caribe aporta algo a mi escritura es esa dimensión de la magia —y lo fantástico—, entendida sin embargo como algo cotidiano, eso que Alejo Carpentier llamó Lo Real Maravilloso y que comprende elementos de surrealismo y absurdo —y hasta de grotesco y desmesura—. También esa capacidad de invocar a la risa, para desacralizar cualquier hecho, que es inherente a la región y que en mi país asoma bajo el nombre de “choteo”.
  • ¿Cuál es tu panorama de la literatura cubana contemporánea?
  • El panorama de la literatura cubana contemporánea, al que me acerco como lectora y también en tanto creadora, desde mi punto de vista está marcado por una sana diversidad. Cuenta con voces a establecidas, y otras más jóvenes, que se proyectan hacia distintos modos de hacer, más o menos experimentales, en relación a las necesidades propias a cada escritor.
  • ¿Crees que exista un diálogo entre las literaturas latinoamericanas contemporáneas o cada una vive y muere dentro de sus feudos?
  • Ahora más que nunca el diálogo se hace posible. Los medios están al alcance y me refiero con esto al impacto del internet en la vida cultural de hoy. Un autor cubano publica un cuento o un poema en una revista digital en Argentina o Chile, que a su vez leen escritores mexicanos, colombianos, etcétera. No obstante un peligro subyace, y es que teniendo tantos medios al alcance, nos centremos en el “yo” y en solo promover lo que hacemos sin detenernos a mirar al lado. Es importante la retroalimentación, saber qué escriben los otros y por qué caminos se mueven; aunque eso influya o no en lo que hacemos, permite al menos, pensarnos…
  • Hemos sido testigos de que varios escritores cubanos, como muchos de sus pares en Latinoamérica, han ganado premios y publicado en España, ¿es necesario el reconocimiento español para ser tomado en cuenta en tu propio país o región?
  • Yo creo que al menos en mi país tienen más impacto los premios nacionales, legitimados por tribunales conocidos y reconocidos por el medio y quizá algunos miran con escepticismo los premios internacionales, sin detenerse a apreciar qué instituciones los conceden o la relevancia artística de los jurados que los otorgan para sus respectivos países. A veces además está la tendencia a considerar el arte que se produce fuera, como “comercial”, etiqueta que por demás, resulta a menudo mal vista, y deviene en sinónimo de “facilista” o sin verdadero valor creativo. Incluso en ocasiones se considera que premios y publicaciones internacionales, responden a modas del momento o benefician a determinados sectores; a las mujeres escritoras, por ejemplo. Creo que todos estos criterios parten en primera instancia de prejuicios y todo prejuicio implica un desconocimiento y en buena medida ligereza, ceguera. Lo que sí es cierto, es que ese reconocimiento español o internacional, puede devenir en ciertos contextos un arma de doble filo.
  • ¿Qué representa para Cuba el Centro de Formación Literaria Onelio Jorge Cardoso?
  • Supongo que expreso el sentir de muchos si digo que el Centro de Formación Literaria Onelio Jorge Cardoso es escuela y casa. Es un espacio donde ha sido sistematizado el conocimiento relativo a las técnicas narrativas, y que se centra en brindar herramientas para que los estudiantes desarrollen las habilidades que poseen. Pero creo que uno de los logros más importantes conseguidos por Eduardo Heras León con el Centro, estriba en el impacto humano de esta experiencia, en las distintas generaciones de escritores que tienen al Chino por maestro y padre.
  • ¿De qué manera cambiaron los premios que ganaste en España tu vida como escritora?
  • Los premios en España me brindaron la oportunidad de publicar, en particular, mi poesía y eso para mí ha sido lo más trascedente de todo: publicar y compartir.  Todo esto, en un contexto en el cual llegar a ver un libro publicado es algo difícil, debido a múltiples factores —la falta de papel entre ellos—, e implica que los procesos editoriales a nivel nacional muchas veces se tornen lentos y fatigosos. También me han permitido tener un poco de feedback, ver qué valores encuentran otros en lo que escribo, verme a través de los ojos de otras personas.
  • ¿Te gusta la pornografía?

No me gusta en tanto no la necesito. Aunque tampoco me disgusta y por supuesto estoy a favor de su existencia.

  • ¿Qué te dicen los nombres Carilda Oliver y Severo Sarduy?
  • Carilda es una de esas voces que me acompañan desde siempre. Carilda es pasión, es goce por la vida. Sus mejores poemas responden a esos momentos en que el erotismo se transluce en felicidad. Servero Sarduy es la expresión del más puro y legítimo barroco en la concepción de cada frase, de cada personaje. Es el padre de uno de mis textos esenciales: De dónde son los cantantes. En algunos de mis relatos de juventud temprana, Los Cuentos de Esperanza Rosa, reconozco la tendencia al pastiche y la carnavalización que heredé no directamente de Severo, pues en aquel momento todavía no lo había leído, pero sí quizá a través del impacto de su legado que aparece en la literatura cubana de una etapa.
  • ¿Qué es el Discurso de Eva y de qué manera (o porqué) los escritores deberíamos acercarnos a lo digital?
  • Discurso de Eva es un disco de poesía femenina, que desde el título rinde homenaje a Carilda Oliver, donde participamos varias poetas cubanas de una generación joven, dando lectura a nuestros textos y también a los de creadoras que han sido trascendentes para nuestra escritura. El proyecto obtuvo la beca de creación El reino de este mundo que otorga la Asociación Hermanos Saíz, asociación que agrupa al arte joven cubano, y esto permitió que grabáramos en los estudios PM Records. Pudimos difundir así nuestro trabajo más allá del formato libro, explorando la voz como instrumento comunicativo, en plataformas digitales y redes sociales (IVoox, SoundCloud, Telegram, Instagram, Facebook). Creo que lo digital permite una oportunidad significativa de que cuanto hacemos alcance a otros y por eso es una herramienta que el escritor de hoy no debería desperdiciar. Con tantos medios al alcance, nadie puede quejarse de no poder llegar a los lectores, o en el caso de Discurso de Eva, a los oyentes.
  • ¿Qué significan tus tatuajes, sobre todo el símbolo cercano al hombro derecho?
  • Tengo varios tatuajes que reflejan mi pasión-obsesión por el mar, cada uno significa algo específico, en relación al símbolo que se representa: un ancla, una brújula; en el hombro derecho llevo un faro y un faro tiene que ver con la capacidad de dar luz, de ser luz y salvamento incluso en condiciones adversas, sin tener que convertir tal acto en un discurso; simplemente haciendo lo que toca. También llevo en mi cuerpo un tatuaje que es homenaje a Frida Kahlo —el impacto de Frida y su obra me acompañan desde la infancia, e incluso amigos muy cercanos me llaman así—. Asimismo las iniciales de Alberto Yarini, figura casi mítica en el imaginario popular y erótico cubano, una flor de loto que tiene que ver con la capacidad de nacer y renacer incluso en circunstancias adversas y un pequeño elefante, animal místico de gran sabiduría.
  • Por último, querida Barbarella, ¿algo más sucedió en aquel sueño sucio que alguna vez tuviste, bueno, que tuvo Mimí, con Woody Allen, verdad?
  • El sueño fue de Mimi, aunque podría haber sido mío, y no sé, debo preguntarle a ella, aunque sí, estoy como tú, segura de que sucedió mucho más.
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¿Por qué Licorice pizza (2021)?

Sin saberlo, al parecer, el mexicano Alfonso Cuarón impuso (o renovó) con la afamada Roma (2018) una curiosa moda cinematográfica: la del consagrado director haciendo uso de la pantalla grande para hacer catarsis de su existencia. El maestro Tarantino remitiéndose a las glorias populares de su niñez en la década del sesenta con su Érase una vez en Hollywood (2019). Paolo Sorrentino enseñándole al mundo su particular y muy personal visión de la Nápoles de los ochenta, con el genio eterno del fútbol, Diego Armando Maradona, llevando al Napoli a ganar por primera vez en su historia el scudetto. Kenneth Branagh con un relato semi-autobiográfico en el que relata su infancia en medio de la convulsión social de la Irlanda de los sesenta, Belfast (2022), nominada a Mejor Película en los premios de la Academia, por cierto.

Los frutos de la nostalgia no son amargos. Ya era hora de que el maestro Paul Thomas Anderson recogiera los suyos para el deleite del cine mundial. La agitada movida californiana de los setentas. La crisis del petróleo. La desastrosa guerra de Vietnam. Los nuevos colchones de agua. Los años de secundaria. La fantasía que la chica de veintitantos es entonces para los quinceañeros. El resultado es grandioso, es andersiano*. Un ritmo frenético y juvenil en el que todo el tiempo están pasando cosas, como si fuera el primer largometraje de Paul Thomas Anderson, con toda la energía y todas las ganas, y, al mismo tiempo, dada la impericia del cineasta novato, no esta pasando nada. Alana y Gary no son el espíritu del mundo, son el espíritu de aquella California, la del cine y la televisión, la de la empresa y la política, la de los enamorados que no son lo suficiente valientes como para decírselo a la cara, la de los sueños en acción, Gary, pero también la de sueños estancados, Alana.

En medio de esa revolución popular de música, cine, narcisismo y activismo social y político, Paul Thomas Anderson se siente en casa, y cómo no, si son los recuerdos de su adolescencia. Además del guion, la dirección y la producción, a su cargo también corre la fotografía, compartida con Michael Bauman, por eso, esta es, sin duda, su film más personal.

Licorice pizza (2021) no solo es un proyecto entre amigos y familia, pues actúa su esposa, Maya Rudolph, y todos sus hijos, y protagonizan Cooper Hoffman, el hijo de su difunto gran amigo, el genial Philip Seymour Hoffman, y Alana Haim, quien sumó a su familia completa, los Haim interpretan a los Kane, es una futura película de culto y una carta de amor juvenil a los setentas. Pero más que eso y más que todo lo que alguien diga que puede ser, Licorice pizza es, fundamentalmente, una divertida historia de amor.

M.D.

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Agibílibus

Face to face contra Cortázar y una carta que quizá nunca se entregó

Face to face contra Cortázar y una carta que quizá nunca se entregó: Reflexiones sobre el cuento Carta a una señorita en Paris

Por: Alfredo Daniel Copado V.

Cuando uno se adentra en los mundos de Cortázar, debe aceptar con antelación la invitación a un próximo combate face to face contra un guerrero de múltiples rostros (una bestia de múltiples interpretaciones posibles), y en donde no se garantiza la supervivencia por mucho tiempo. En este enfrentamiento sucederá un choque de aceros entre lo fantástico y lo cotidiano. Las causas del conflicto pueden suceder fantásticamente ya sea en un departamento o en una calle de Paris en compañía de una taza de café, o tal vez un buen mate.

Un cuento breve puede contener muchos finales posibles que se adaptan a la comprensión de cada lector y, por lo tanto, no siempre las preguntas se adaptan a las respuestas que la obra ofrece. En los mundos de Cortázar se mezcla lo europeo y lo latino con una hermosa y brusca manera de percibir la vida. Siempre con un pequeño toque final de hartazgo fantástico que resulta ser bastante cotidiano para los personajes que viven sus aventuras bastantes barrocas en pleno siglo XX.

Carta a una señorita en Paris es un curioso ejemplo de ese hartazgo (fantástico y rutinario) que contiene un sinfín de interpretaciones posibles. En esta historia entran en combate la idea de la muerte, la locura, y una ligera insinuación de una fértil creación literaria que se entiende como unos conejitos esponjosos vomitados. Ese vomito creativo, al que puede referirse Cortázar cuando el protagonista expulsa higiénicamente sus conejitos, puede significar un parto creativo ilustrado como una inocente criatura esponjosa (diferente a las que se consiguen en las granjas) que se alimenta de pequeños tréboles (símbolo de la buena fortuna).

Como sucede constantemente al leer por vez primera una historia, uno no sabe a ciencia cierta qué puede resultar de entrar en estos mundos laberinticos. Uno se convierte en extranjero, un intruso, un invitado. Cortázar suele dirigirle la palabra a ese intruso confiado que además viene masticando la idea de digerir toda la trama de un sólo golpe y que comúnmente termina por parir una frustración agridulce al tener que re-leer un párrafo tras otros (o todo el cuento completo) para comprender siquiera una o varias pistas de lo que “realmente” se estaba hablando desde las primeras hojas de la historia.

¿Es culpa de un Cortázar hermético o es culpa de un lector pretencioso de sabiduría? Ese mismo lector intruso es quien hace una de estas dos cosas (o ambas) que fomentan más el funesto estado de confusión:

a) O no entiende parte del cuento (o en su totalidad) y termina por aceptar la obra como algo confuso e inexplicable.
b) O termina lanzando una interpretación digerible que resguardará su dignidad como lector (aplicando “la Navaja de Ockham” al momento de crear una interpretación para sobrevivir a esa experiencia literaria)


En este sentido es más fácil explicar el por qué de las traducciones de obras extranjeras que son sometidas a un proceso de asimilación literario y que son un caso diferente con el tener que comprender la trama principal de una obra en español.

Eso nos lleva a un punto importante de la reflexión del cuento de Cortázar: ¿Quién o qué diablos eran los conejitos que el protagonista vomitaba complaciente y que iba guardándolos con aprecio hasta pensar en exterminarlos con un poco de alcohol?

Por cierto, lo barroco se encuentra presente en esta curiosa carta (¿de suicidio?) ya que el adorno excesivo se encuentra enterrado hasta en lo más profundo de la descripción más sencilla. ¿Por qué siempre lo hermoso debe ser tan complicado? Todo parece quedar arreglado con la muerte. O el protagonista estaba bajo los efectos del alcohol o de la locura más benigna que le hace ver hermosos conejitos donde otros verían vómito, flemas y jugos gástricos (si es que tomamos literalmente esos “vómitos”)

También consideremos que la figura retórica que se aplica en “los conejitos” designa sencillamente la creación literaria del protagonista (que podemos asumir que es el propio Cortázar quien narra su historia) que nace de las vísceras del escritor las cuales contempla como lo más bello, puro e inocente y que prefiere matar de manera misericordiosa con cucharadas de alcohol. Esos conejitos podrían ser bellas ideas, narraciones, recuerdos y hasta poemas que “nacen” naturalmente por la boca (el lenguaje) del artista y que se acumulan donde quiera y que no se alimentan de otra cosa que no fuera suerte (tréboles). ¿Se habla acaso de un autor que está muriendo a causa de su propia vena artística?

Son hermosos esos conejos de diferentes colores que nacen de momentos inesperados y que duermen en cualquier parte. ¿Con qué finalidad se escribe una carta si no es para describir la causa de la muerte que asecha al protagonista? ¿Una carta de suicidio inducida por las creaciones o tal vez estas creaciones sean la razón real de un suicidio? Cortázar nos pone frente a sus personajes pensando que ya conocemos todo acerca de este o aquel sujeto y que comprendemos su situación como si lo conociéramos desde la infancia. También es curioso que las historias de Cortázar se presenten en cautiverio constante (siempre en un cuarto cerrado) con vista hacia la calle a través de una ventana/ balcón con flores hacia los lados. Siempre surge la dudad de que si en estos mundos barrocos gobierna la rutina y la invade la fantasía o es la fantasía la que reina, y un día viene de pronto lo rutinario a imponer un orden que afecta a todos los personajes disfrazados de cosmopolitas.

¿A qué nos sabe Cortázar en pleno siglo XXI? Siempre surge un protagonista que se resigna a su condición de hombre ilustrado que espera algo de su vida pro no sabe lo que es realmente. Hay un miedo tremendo al esnobismo. Son protagonistas embriagados de intelectualidad y alta cultura. Música por aquí y referencias artísticas por allá. París, siempre Paris. Buenos Aires es visto como una prisión a la que se deportan los muchos Julio Cortázar en perpetuo exilio. Esta Carta podría ser un anexo de Rayuela sin que lo sepamos. Con Cortázar podemos conocer aquel mundo intelectual de la postguerra de mediados del siglo XX en donde se esperaban milagros inesperados que esfumaran ese deterioro de la ciencia y el progreso. El arte es visto como un elemento que apacigua la existencia rutinaria de los protagonistas de Cortázar. Si vemos una foto del autor y pensamos en alguno de sus protagonistas siempre nos pasa por la mente que él transmitía sus vivencias a través de las historias de sus creaciones (conejitos) que algunas veces le salían blancos como la nieve, negros cual carbón o con una tonalidad gris que los coloca en el término medio del que hablaba Aristóteles.

Las mudanzas y los nombres afrancesados (y muy barrocos) inundan la narrativa de Cortázar. Él siempre rescata un poco de lo latino en medio de lo afrancesado. Hasta en París se bebe mate de vez en cuando o siempre hay un grupo latino que habita en la cuna de lo citadino europeo. Protagonistas sin patria que no están a gusto en ninguna parte. Siempre un amor, una aventura y un arrepentimiento. ¿Por qué quiere matar a los conejitos de una forma misericordiosa? Si interpretamos que esos animalitos son sus narraciones, se entiende el por qué se les mata con alcohol a cucharadas. Tal vez para que dejen de ser una plaga sin uso para el autor o quizá para que parezcan más adorables. ¿Y si es locura la que padece el autor y sencillamente los conejitos son vomitados al mundo porque refieren actos o frases que van en contra de la “cordura” de la sociedad de la postguerra?

Cortázar podría fungir como un buen sociólogo al intentar explicar cómo las clases “ilustradas” de mediados del siglo XX estaban en un momento de crisis en donde no se encontraba un sentido “de progreso” a las artes ni a la ciencia. Más bien se le daba un sentido existencial (subjetivo) en donde se relaciona constantemente a la música y las artes en general con sucesos de la vida personal de cada ser, en los cuales surgen similitudes y expresiones muy humanas que arrastran a los sujetos a cuestionarse primeramente sobre sí mismos antes de analizar al mundo que los rodea. A los protagonistas parece preocuparles más su propio mundo interior que el mundo exterior, al cual lo toman como algo dado, que ya no cambia y que siempre se mantendrá cuando ellos dejen de existir. También surgen de estas historias fantásticas una sospecha de surgimiento de una cultura juvenil. Muchos de los personajes son gente joven que se agrupa con otros miembros jóvenes para intercambiar percepciones artísticas, filosóficas y existenciales.

La música que suena por estos lares puede ser sinfónica y aristocrática o producto de las nuevas influencias rebeldes de la posguerra. Siempre son los ojos jóvenes los que critican y juzgan a lo viejo hasta que terminan por envejecer de igual manera. No siempre se sabe si Cortázar quería destruir su propio contexto o tal vez quería inmortalizarlo con todas sus facetas personales al enmascararlas como sus personajes latinos sometidos a un mundo barroco afrancesado.

El combate face to face no ha terminado todavía. No se puede dejar de reflexionar acerca de lo fantástico de este cuento: la figura del animal “conejito”. Esta historia pertenece a una antología de cuentos llamada Bestiario en donde surgen historias semejantes narradas por un joven Cortázar. El conejito significaría una pieza clasificada por el autor en su colección privada de bestias. Esta obra sería una bestia que se contiene a su misma. Todo esto fue una ardua tarea al interpretar el concepto de “bestia o animal fantástico” para poder registrarlo dentro de un catálogo literario al cual se puede acceder las veces que se quiera bajo una interpretación diferente cada día. Bestiario fue de las primeras aportaciones de Cortázar a la literatura a mediados del siglo XX y desde entonces las mencionadas interpretaciones han surgido bajo muchos presupuestos subjetivos. Ese bestiario resulta ser la colección privada de interpretaciones/animales fantásticos/conejitos que cada uno de los lectores resguardamos al final de la literatura en general de Cortázar que muchas veces echamos a pelear con otras interpretaciones de otros lectores similares para ver cuál resulta ser más fantástica, única y trascendente.

Cada quien tiene su animal/conejito favorito y predilecto que alimenta contantemente con los mejores tréboles de su cosecha. A veces también cabe la posibilidad que seamos víctimas de la locura del protagonista del cuento de la carta, y en vez de estar mirando hermosos conejitos y estemos frente a roedores repulsivos que una vez hartos de carcomernos las entrañas salen y comienzan a devorar nuestros apartamentos.

Por medio de preguntas podemos acercarnos a Cortázar cuanto queramos, pero él no tendrá más respuestas que nosotros sino más bien interpretaciones de nuestras preguntas. Lo mismo que nosotros ante sus historias. Puras interpretaciones fantásticas que no hacen más que velar aún más las verdaderas intenciones del autor. Esa es la magia que rompe lo cotidiano en Cortázar. Nos obliga a crear mundos fantásticos en donde no había más que una trama sencilla. Hicimos de lo cotidiano algo mágico. Nos ha hecho vomitar conejitos cuando debimos expulsar algo meramente biológico. De algo insignificante creamos una hermosa quimérica simbólica de significados importantes y personales para cada uno de nosotros que “leemos” los mundos de Cortázar. El combate ha terminado. ¿Y quién es el ganador?