POST LÍMITE
Martín se quita el bonete,
la nariz de plástico y la loca alegría.
Desarma todos los artificios,
retira el cotillón, apaga la lámpara roja.
Despide a sus amigos desde un mohín tragicómico.
Esfuma la pintura de sus labios, hojea una revista,
mira por enésima vez a Paul Newman
con el torso desnudo y la seducción embalsamada.
Enciende un cigarrillo, abre la ventana, se aturde
con el torbellino de la claridad naciente.
Acepta resignado la versión que la calle ofrece
de la virginal mañana, del diáfano parque,
de las parejas de púberes en delicada proclama.
Ya traspuesto el límite de la noche acelerada,
tomará con cuidado los libros, las gafas,
el ilustre apellido, el manojo de teorías.
Hablará de moral con sus alumnos.
SUBSTANCIA DEL GUERRERO
Yo, alquilaba vidrios
en la molienda de los astros.
Deliraba,
perseguía caravanas de gitanos
en crepúsculos de vergüenza.
Plagaba, torturaba, deshacía épocas,
Viví parapetado tras alimañas y truenos.
Destruía, presentía, avanzaba, diezmaba,
aniquilaba ciudades, permanecía neblinoso
sobre los tronos humeantes.
Arrepentido, salaba recuerdos,
lloraba en el bosque.
Soy el dignatario recurrente,
el de los bastiones perdidos y ganados,
un cubilete de repliegues y embestidas.
Soy el príncipe lúdrico,
dador de muerte, dador de vida.
Soy hombre y soy tiempo,
Soy el transcurso y el resumen.
LOS EXILIADOS
Allí van los exiliados,
dicen que llevan
municiones de nostalgia
metidas en alforjas negras.
Y una estratagema de marfil.
Ellos, los espectadores,
los asombrados intérpretes,
dicen que llevan
todo lo necesario
para esperar el regreso:
risas de niño, una paloma verde,
walkie talkies, juegos de naipes,
hojas en blanco, un mecano,
pesadez en los hombros.
Y una colección de silencios.
JUEGO DE COMPLICIDADES
Me ayudás a mentir
cuando digo estar solo
y te nombro.
Cuando una mesa,
una noche sumisa
y un vaso de vino
me acercan el recuerdo
de tu incierta despedida.
Expansión precoz
de un sentimiento, iridiscente,
mitad payaso triste
mitad murmullo acariciante.
Creo haber caído en tu celada,
en la hábil maniobra orquestada
para que una mesa
una noche sumisa
y un vaso de vino no me crean,
cuando digo estar solo
y te nombro.
CASI LO MISMO
Quien,
dime quién no lo tuvo.
Ese amor inaccesible,
obstinado en el humo
o en las brisas
o en el algodón de los deseos
o en el aire
o en el rocío
o en los amaneceres
o en la felpa tibia de la paz
o en las cartas a nadie, mentirosas
o al ver el despegue de los aviones
o junto al fuego
o sonriendo por sonreír.
Seré cruel,
Te diré que ese amor no existe,
Es un inmenso símbolo
Que alguien construyó desde el futuro.
No importa.
Ese alguien se parece tanto al símbolo
que creemos a ambos
la misma cosa.
Roberto Juarroz detalló en la contratapa del libro póstumo Post Límite un extenso comentario; entre ello: Raúl Zeleniuk descubrió lo abierto, es decir la poesía.
PAISAJES
Quiero que me recuerdes bien.
No, el escarchado campanario.
No, el páramo misterioso
Que contempló tu desdicha.
No, la estructura glacial.
No, la hilera de cipreses absortos.
No, el enjambre de sentidos
que enmudeció ante los dramas.
Quiero que me recuerdes bien.
Quiero que seas, principalmente,
la luminosa estación resurrecta
sobre la vieja pradera expectante.
Colaboración de Ángela Gentile, Berisso, Buenos Aires, Argentina.
*Nuestra memoria es una sección de El camaleón que busca recuperar textos de autores fallecidos o injustamente olvidados. La revista no lucra con los textos y siguen siendo propiedad de autores o sus herederos. El camaleón se declara no responsable de cualquier infracción de derechos de autor. Para colaborar envíe el texto, además de una foto del autor, su biografía y el lema: «La presente colaboración está libre de derechos y/o compromisos editoriales» a librosdelcamaleon@gmail.com.