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Voces de la Gran Guerra: la Primera Guerra Mundial plasmada en la literatura

La guerra para terminar la guerra

-H. G. Wells

Aunque han pasado más de cien años de este atroz acontecimiento, hoy en día se continúan reviviendo los sucesos que marcaron a la humanidad, tanto en libros, películas, canciones y videojuegos. Sin embargo, pese a que fue una guerra terrible en la que murieron millones de personas, la Gran Guerra está impregnada de una esencia romántica que seduce y encanta a los espectadores y apasionados de la historia, a través de la palabra escrita de aquellos veteranos que plasmaron sus vivencias.

Soldados en la trinchera

Específicamente, son las experiencias literarias en donde podemos experimentar una inmersión sublime acerca de las vivencias tan humanas llenas de valentía, coraje, miedo, pánico, concientización sobre las armas y la dirección del progreso humano. Aquella generación de escritores que sufrieron el conflicto global supo transmitirnos su visión acerca de las aventuras y desventuras de la guerra. Hoy en día  recordamos y disfrutamos el legado de Jünger, Remarque, Brooke, Tolkien.

El conflicto mundial de 1914 a 1918

Antes de que estallara la Primera Guerra Mundial, el mundo no se había enfrentado a un desastre de tal magnitud lleno de pérdidas, muerte, desolación e historias increíbles sobre valentía, lealtad y heroísmo.

Stefan Zweig, con suculentas palabras, explica cómo el suceso fue recibido por las personas de aquellos tiempos:

Y, además, ¿qué sabían en 1914, al cabo de casi medio siglo de paz, las grandes masas de la guerra? No la conocían, apenas habían pensado alguna vez en ella. Era una leyenda, y la distancia, precisamente, le había dado un tinte heroico y romántico. La veían todavía en la perspectiva de los textos escolares de lectura y en los cuadros de los museos: el tiro mortal siempre, generosamente, en medio del corazón; la campaña entera, solo una resonante marcha triunfal.  ‘Para navidad estaremos de vuelta’, gritaban los reclutas, sonriendo a sus madres, en agosto de 1914 (2015, pág. 160).

La Gran Guerra fue un conflicto que se dio en el periodo de 1914 a 1918 en Europa, África, Medio Oriente, las costas de América y en el Pacífico. En esta guerra hubo más de 16 millones de muertos, tanto militares como civiles. En el enfrentamiento hubo dos bandos principalmente: La Triple Entente (Francia, Inglaterra, E.U.A., y Rusia) y La Triple Alianza (Alemania, Turquía y el imperio austro-húngaro). Las causas del conflicto se dieron por los movimientos imperialistas y colonialistas de años previos, además del asesinato del archiduque Francisco Fernando que sirvió como detonante.

Soldados junto al novedoso y terrorífico -tanque-

Ante esto, Kerr reflexiona sobre una de las causas que originó esta guerra mundial: En un escenario tan tenso, en el que además Gran Bretaña y Alemania estaban en una carrera armamentística vertiginosa, era obvio que tarde o temprano llevaría a las naciones de Europa, y con el tiempo al resto del mundo, a la guerra (2014, pág.15).

Una vez que se formaron ambos bandos, comenzaron los movimientos militares. Y aunque al principio el conflicto fue tomado por los jóvenes con espíritu animoso y sed de gloria, no pasó mucho tiempo para que aquella juventud aventurera conociera los horrores de la guerra la cual traía armas novedosas que arrasaban la vida como nunca se había visto hasta entonces. Así surgieron las nuevas armas, cañones, ametralladoras, submarinos, carros de combate, tanques pesados, dirigibles, aviones y hasta gases letales.

Soldados con máscaras antigas en combate

El campo de batalla estuvo enfocado principalmente en el Frente Oriental y en el Frente Occidental, siendo en este último donde surgió la sangrienta guerra de trincheras. Algunas de las batallas más encarnizadas e inolvidables fueron La Batalla de Tanenberg (182 mil muertos), La Batalla de Arras (278 mil muertos), La Batalla de Galípoli (473 mil muertos) La Batalla del Marne (483 mil muertos), La Campaña Serbia (634 mil muertos), La Batalla de Passchendaele (849 mil muertos), La Batalla de Verdún (976 mil muertos), La Batalla del Somme (1 millón, 219 mil 201 muertos), La Ofensiva de la Primavera (1 millón, 539 mil, 715 muertos) y los Cien Días de Ofensiva (1 millón, 855 mil, 369 muertos).

Juan Eslava Galán detalla cómo fue el horror de las trincheras:

La trinchera nunca es una zanja recta, sino una línea en zig-zag para evitar el tiro en enfilada, si el enemigo la invade, y para reducir el efecto de las granadas que acierten en ella. Suele constar de un pasillo más hondo, suficientemente ancho para que dos personas puedan cruzarse, y en un ‘escalón de fuego’ de medio metro de alto en el que se apostan los tiradores para vigilar el campo enemigo. A veces el borde está protegido con sacos terreros o con planchas de hierro en las que se abren mirillas y aspilleras para la fusilería (2014, pág. 96-97).

Al final del conflicto, las fuerzas alemanas quedaron agotadas, siendo los aliados los que demostraron la superioridad militar. La Gran Guerra terminó en 1918 surgiendo el Tratado de Versalles, el cual dejaba en pésimas condiciones a Alemania, y que finalmente terminaría provocando la Segunda Guerra Mundial años después.    

Los veteranos y sus obras

La Gran Guerra engendró a una generación de escritores y artistas tocados por la crueldad de una guerra distinta a las anteriores. Muchos apenas eran jóvenes que tenían sed de aventuras. Sin embargo, en sus obras encontramos esa esencia heroica la cual ilusionaba a los chicos para enrolarse de cualquier forma en aquel conflicto de talla mundial.

Jünger, el de la tempestad de acero

Desde la perspectiva alemana surge Ernst Jünger, el cual obtuvo la máxima condecoración prusiana «Pur le Mérite» al finalizar la guerra. En 1920 escribió Tempestades de acero, en donde narra sus vivencias como oficial alemán en la Gran Guerra. 

Jünger y su obra

Esta novela fue uno de los primeros relatos personales en salir a la luz. Aquí se hace una detallada descripción de las batallas que surgieron en el conflicto. También se narran enfrentamientos sangrientos, el contacto con el enemigo, la vida de las tropas, las heridas de guerra y la glorificación de la batalla aunque de manera noble. Esta obra ha sido criticada por no tener el carácter antibélico que caracteriza a la mayoría de las obras de la misma temática.

A continuación se reproducen algunos fragmentos de Tempestades de acero que expresan aquella emoción glorificada sobre el combate y la supervivencia en medio de la muerte:

Un nuevo ¡hurra! desgarró el aire. Desde la derecha, donde también se había estado operando con granadas de mano durante toda la tarde, saltaron a la carretera unos cuantos alemanes para acudir en mi auxilio. Al frente de ellos iba un joven oficial vestido con un manchester pardo; era Kius. En el preciso momento en que una ametralladora inglesa hacía fuego por última vez a tuvo Kius la fortuna de caer sobre un alambre que allí estaba tendido para que la gente tropezase en él. La ráfaga le pasó por encima tan cerca, que una de las balas le rajó la cartera que llevaba en el bolsillo del pantalón (1998, pág. 152).

Las escenas de la novela están plagadas de emoción y detalle sobre las condiciones en que los soldados alemanes tuvieron que enfrentarse en la guerra.

En otro punto, Jünger narra la perdida de uno de sus buenos camaradas:

Allí nos parapetamos. Tanto nosotros como los ingleses habíamos dejado un buen número de muertos en el tramo de trinchera disputado. También se hallaba entre ellos, por desgracia, el suboficial Mevius, al que en la noche de Regniéville aprendí a estimar como combatiente valeroso. Estaba tendido boca abajo en el suelo, con el rostro en un charco de sangre. Cuando le di la vuelta, un gran agujero que se abría en su frente me convenció de que era inútil toda ayuda. Estábamos hablando y de repente noté que no contestaba a una pregunta mía. Cuando, segundos después, rodeé el través detrás del cual había desaparecido Mevius, estaba ya muerto en el suelo. Aquello tenía algo de fantasmal (1998, pág. 130).

Esta novela está repleta de escenas emotivas, sofocantes, impregnadas de una valentía jovial que expresa las motivaciones y visiones que muchos jóvenes tuvieron que enfrentar en el transcurso de la guerra. Jünger es evocado a su vez por aquel entusiasmo glorificado sobre las batallas que vivió y de las personas que conoció (y vio morir) en el proceso.

Remarque, del entusiasmo juvenil al terror decadente de la guerra

Erich Maria Remarque (Erich Paul Remark) fue un escritor Alemán que plasmó los horrores que se vivieron en la Gran Guerra, en la que participó. A través de sus experiencias en batalla escribió Sin novedad en el frente en 1929, Aunque esta obra es antibélica, y en donde se presentan los horrores de la muerte, la mutilación y la pérdida de una generación de jóvenes entusiasmados con obtener honores y gloria. También muestra una perspectiva de camaradería y lealtad que se dio entre aquella generación mancillada.

Remarque y su novela

En esta historia se narra el entusiasmo vivido en los primeros días del conflicto en el pueblo Europeo, aclarando las diferencias entre una buena vida y las consecuencias de la guerra. En el transcurso de la historia, los soldados vislumbran la violencia, la deshumanización y la muerte de los camaradas de juventud.

Algunos pasajes de Sin novedad en el frente al respecto de las experiencias en combate:

El terreno está batido por un moderado fuego de ametralladoras. Toda la zona está regada por las balas; no muy densamente pero, sin embargo, lo suficiente para no permitirme levantar demasiado los huesos de este agujero… Cerca de mi zumba una pequeña granada. No la he oído venir y tengo un sobresalto. Al mismo tiempo se apodera de mí un terror loco. Estoy aquí solo y casi desvalido en la oscuridad… quizá hace rato que, desde otro embudo, unos ojos me están observando y una granada de mano está dispuesta a ser lanzada para destrozarme (1972, pág.162).

El autor plasma de manera sublime la tensión del combate y la cercanía que tenían esos jóvenes con la muerte. En cada rincón estaba la amenaza de un enemigo intrépido y temeroso como ellos mismos.

Además, en otro punto de la historia, Remarque plasma la realidad de la guerra: los heridos de gravedad. Allí se hace un recuento de las diferentes heridas y mutilaciones causadas en el campo de batalla:

En el piso de abajo están los heridos en el vientre, en la columna vertebral, en la cabeza y los amputados de los miembros. En el ala derecha están los heridos de los maxilares, los enfermos de gases o los que han recibido tiros en la nariz, las orejas y la garganta. En el ala izquierda los ciegos, los heridos en el pulmón, en la pelvis, en las articulaciones, en los riñones, en los testículos y en el estómago. Aquí uno se da cuenta de en cuántos lugares puede ser herido un hombre (pág. 201).

Aunque tétricas, estas descripciones encierran una belleza desoladora que sólo pueden ser transmitidas a través de los recuerdos perturbados de alguien que los vivió en carne propia.

Brooke, el poeta soldado

Rupert Brooke fue un poeta y soldado inglés que murió en plena Gran Guerra. Sus versos han sido piezas clave para comprender los horrores de la guerra, como lo son: Sonetos de Guerra, Paz, seguridad, The Dead, entre otros.

Brooke, el poeta soldado

Brooke vio acción en Amberes y en los Dardanelos,  muriendo en Skyros a causa de la mala salud previa y al envenenamiento de la sangre.

Su poesía está llena de una seductora melancolía sobre la añoranza de la tierra natal y de la muerte próxima.

A continuación se presenta de manera íntegra uno de sus poemas sobre su pesimismo sobre la guerra:

El Soldado
Si debo morir, solamente sentir esto de mí:
Que hay algún rincón de un campo extranjero
Eso es para siempre Inglaterra. No habrá
En esa rica tierra un polvo rico oculta;
Un polvo los cuales Inglaterra orificio, formado, consciente,
Dio, una vez, sus flores de amor, sus formas de vagar,
Un cuerpo de Inglaterra, respirando aire Inglés,
Bañada por los ríos, Blest por soles de casa.
Y pensar, este corazón, todo el mal derramado de distancia,
Un pulso en la mente eterna, no menos
Da vuelta en algún lugar los pensamientos de Inglaterra dadas;
Sus imágenes y sonidos; Felices sueños como su día;
Y la risa, aprendido de amigos; y dulzura,
En los corazones de la paz, bajo un cielo Inglés.
-Rupert Brooke, 1914

Con esta poesía podemos ver el deseo de muchos soldados de regresar a casa hacia la calidez del hogar, una vez que los horrores y emociones de la Gran Guerra sobrepasaron sus expectativas juveniles de gloria y honor.

Tolkien, el profesor en la Batalla del Somme

John Ronald Reul Tolkien, el glorificado profesor y autor de El señor de los anillos, El Hobbit, El Silmarillion y otras grandes historias, fue un veterano que sirvió en la Gran Guerra el cual obtuvo gran parte de su inspiración literaria en sus vivencias sangrientas en las trincheras y campos de muerte.

Tolkien y El Señor de los anillos

Tolkien sirvió como teniente en el Batallón de Fusileros de Lancashire, viviendo tétricas batallas de la guerra como La Batalla del Somme. Como el mismo profesor Tolkien llegó a afirmar, incluyendo su amigo C. S. Lewis, en la obra El Señor de los anillos se pueden encontrar algunas referencias a las experiencias del profesor en la Gran Guerra.

Grotta menciona algunas semblanzas acerca de la vida militar de Tolkien en la Primera Guerra Mundial: Aunque fueron cientos de miles de compatriotas suyos –entre ellos casi todos amigos de la escuela y universidad- los muertos o heridos en el Somme, Tolkien salió ileso. No ganó medallas, alabanzas, menciones en los despachos o promociones, pero cumplió con su deber lo mejor que pudo (1982, pág. 71).

Además, algunos conocedores de la obra de Tolkien han encontrado ciertos paralelismos e inspiraciones dentro de El señor de los anillos y los sucesos vividos en la Gran Guerra por el profesor Tolkien. Algunos de ellos son:

-En El señor de los anillos, “La ciénaga de los muertos” es una alusión a los campos de batalla de la Gran Guerra. Allí Frodo y Sam avanzan por un campo fangoso sembrado por cadáveres de guerreros anónimos de guerras pasadas. Esto es una referencia a las trincheras y campos desolados llenos de soldados anónimos de la Gran Guerra.

-Se ha llegado a suponer que los Balrogs y los dragones representan la novedosa maquinaria bélica de la Gran Guerra como tanques, dirigibles y otras armas atemorizantes y destructivas que sirven a la maldad.

-Sam Gamyi, fiel compañero de Frodo, estuvo inspirado en los buenos soldados británicos que sirvieron en los campos de muerte con Tolkien, y a los que el profesor reconoció como grandiosos seres humanos.

-Saruman y todo lo que implica es una representación de la maquinaria industrial que afectaba a la sociedad en época de Tolkien.

También puede observarse que los personajes de El Señor de los Anillos al final de la aventura quedan marcados por los cruentos sucesos de la batalla, al igual que los soldados que sobrevivieron a la Gran Guerra, los cuales tuvieron traumas, heridas y amputaciones que soportaron en su regreso al hogar.  

La experiencia actual de la Gran Guerra

Hasta ahora se han citado sólo algunos autores y sus experiencias con la Primera Guerra Mundial. Sin embargo, no son los únicos que han narrado historias sobre la Gran Guerra, ya que existen obras posteriores que se vieron influenciadas por el romanticismo y el sentido decadente del primer conflicto global del siglo XX.

Actualmente podemos experimentar el goce y sufrimiento de la Gran Guerra a través de novelas, películas de grandes efectos y videojuegos emocionantes.  Además tenemos el lujo de acceder a fotografías y documentos de la época para mayor placer de los amantes y conocedores del tema. Sin embargo, es a través de la literatura donde nuestra sed de gloria y emoción se puede satisfacer de un modo directo y personal, tal y como lo imaginaban aquellos jóvenes entusiasmados en 1914.

En la trinchera

Aunque la Gran Guerra se ve opacada en cierto modo por la Segunda Guerra Mundial, tanto en difusión de obras, películas y medios, es necesario abordar con respeto y entrega este primer conflicto que marcó un cambio inimaginable para la historia de la humanidad.

Ya sea por la acción del combate, las historias increíbles de supervivencia y heroísmo, la introducción de las nuevas armas, la decadencia de la humanidad, el recuento de los millones de víctimas de las nuevas formas de muerte o por ser una advertencia antibélica narrada por gente que vivió y sufrió en las trincheras y campos, como sea que fuere, los recursos literarios que nos han legado son una pieza importante para comprender nuestra condición humana.

Siempre habrá una historia que saborear en el mundo literario cuando se trata de las aventuras y desgracias de la Gran Guerra, aquella que supuestamente terminaría con todas las demás guerras.

Referencias

-Eslava Galán. Juan (2014). La primera guerra mundial contada para escépticos. Editorial Crítica. México.
-Grotta, Daniel (1982). Tolkien. Planeta. España.
-Jünger, Ernst (1998). Tempestades de acerco. TusQuets Editores. España.
-Kerr, Gordon (2014). Historia abreviada de la primera guerra mundial. Editorial Crítica. México.
-Remarque, Erich M. (1972). Sin novedad en el frente. Editorial Bruguera. España.
-Zweig, Stefan (2015). El mundo de ayer. Editorial Porrúa. México.

Por Alfredo Daniel Copado

Columnista, ensayista, doctorando y escritor de relatos fantásticos, bélicos, terror y ciencia ficción

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