Desde chico tuve interés por las películas y videojuegos, de cierta forma el entorno donde crecí me indujo a ello. En mi memoria está la primera foto que tomé de forma consciente, fue en un videojuego, buscaba recrear un plano de una película de spaghetti western. Luego, alrededor de los 15 o 16 años, ingresé a un curso de fotografía francesa en el Centro Cultural Chacao, y después tomé un par de cursos más en la ONG de Caracas. Por esa época, mi abuelo me obsequió mi primera cámara.
Entré a estudiar artes en la Universidad Central de Venezuela, pero me fui del país antes de cumplir mi primer año en la carrera. Actualmente soy residente en Argentina y estudio artes audiovisuales, ya me encuentro a mitad de la carrera.
Verónica Vidal: Quien se dedica a la composición visual está llevando a cabo una búsqueda para transmitir una historia o un significado, que en general configura un lenguaje personal. ¿Cuál es tu búsqueda?
Dan Herrera Ortega: En el caso de esta pieza, busqué contar cómo la moneda venezolana, el bolívar, se ha devaluado a medida que el tiempo pasa. Recuerdo que, esta idea nació en mí durante una conversación con un familiar, que comentaba acerca de los precios en Venezuela y de cómo todos los artículos son extremadamente costosos. Comparar la denominación actual con la de hace 13 años, representa una diferencia de millones de bolívares. Me fui del país con los precios del año 2017 y tan sólo pensar en la cantidad de ceros que han restado con cada nueva denominación; los nuevos billetes, la inmortalidad del billete de 100 con la cara de Simón Bolívar (que conocíamos como “el marrón”), e incluso el caso surreal del robo a un banco en el estado Mérida, donde dejaron todos los billetes en el suelo y nadie los tomó. Todo eso fue un clic en mi mente. Decidí crear un billete anti-inflación, a modo de protesta y expresión del surrealismo en Venezuela.

Algunos elementos del collage ya estaban decididos desde el boceto, como elementos de un billete soviético, una estructura compositiva basada en el billete de un dólar, Bolívar en el centro con los ojos de Hugo Chávez, entre otros. El resto de los componentes llegaron de forma subconsciente.
V.V: En Venezuela, la generación de los jóvenes menores de 35 años, asistimos al abandono de nosotros mismos, de nuestras casas y familias, para poder tener una vida digna de nuevo. ¿Cómo ha influido este fenómeno sociocultural (uno de tantos en la historia latinoamericana), en tu lenguaje artístico?
D.H.O: Principalmente, el encuentro con realidades distintas a la nuestra, y la consciencia de la propia, ya que nosotros cargamos con ella a donde quiera que vamos. También está presente el hecho de que nuestra sociedad se haya visto obligada a migrar de forma masiva, por primera vez en nuestra historia, considerando que Venezuela es un país formado por inmigrantes. Estas premisas me han llevado a cuestionar los valores que tenemos como sociedad y ver hasta dónde hemos llegado. Esta ha sido la oportunidad de poder expresarme con mayor libertad, de tener acceso a nuevos y diferentes materiales plásticos y a poder tomar fotografías (incluyendo la posibilidad de usar el rollo o irme por una vía digital). En el ámbito académico, siento que este país me ha ayudado bastante en mi preparación como artista y profesional. La ciudad de Buenos Aires es en algunos momentos una ciudad que te permite soñar y hasta llegar a sentir algo de amor y cariño por ella.
Considero que el arte es una de las formas más honestas y humanas de expresión que tenemos. Es realmente hermosa la capacidad que poseemos de crear cualquier discurso a partir de nuestras emociones y sentimientos para cautivar a los demás. En palabras de uno de mis cineastas favoritos, el gran Martin Scorsese: “Lo más personal, es lo más creativo”, y eso es en mi opinión lo más bello del arte.
V.V: Háblanos de la semiótica de tu discurso visual en este collage.
D.H.O: Desde que dejé Venezuela, me había sentido dominado por la rabia y la impotencia. La creación artística ha sido la forma de canalizar aquellos sentimientos para construir a través de ellos. Considero que en este collage, está mi visión acerca de lo absurdo de la economía venezolana, así como lo irreales que han sido estos últimos años para la historia contemporánea del país. Recuerdo haber visto el documental Mayami Nuestro (1), y que una de las tomas más impactantes para mí, fue ver cómo dejaban la urbe que era Caracas en esa época y a medida que salías de ella, empezabas a ver el barrio, las casas rojas, y sonaba una voz que decía «maldito petróleo». Estoy hablando de un documental de la década de los 80, de la época de la famosa frase «está barato dame 2». Tengo la impresión de que con todo lo que ha sucedido en estos últimos años, esa frase sigue vigente, pero sólo para el 5% de la población del país. Considero que ese documental fue una gran fuente de inspiración para mi collage.
V.V: ¿Cómo ha enriquecido tu residencia en Argentina tu percepción y proceso creativo visual y audiovisual?
D.H.O: Argentina en muchos aspectos me ha permitido crecer como persona. He visto una sociedad con la que compartimos muchas similitudes. También ha sido en este país donde me he educado artísticamente, tanto en el campo de la fotografía como en el campo audiovisual. Algo curioso de mi estancia en Argentina, es que me ha permitido conectarme con un lado de mi nacionalidad que desconocía y en eso le estaré eternamente agradecido.
V.V: ¿Cuáles son tus proyectos a corto y mediano plazo?
D.H.O: A corto plazo está terminar mi carrera de artes audiovisuales, romper el cascarón en cuanto a la escritura de guiones y seguir trabajando en el desarrollo de un discurso visual. A largo plazo, me gustaría realizar un largometraje e iniciar un posgrado en artes visuales, y quizás aprender una nueva lengua.
Referencias:
- Mayami Nuestro es un mediometraje realizado en 1981 por el historiador y cineasta venezolano Carlos Oteyza.

Daniel Herrera Ortega
Nacido en Caracas, ingresó a la Universidad Central de Venezuela en el año 2016 para dejar el país al año siguiente. Tuvo la oportunidad de vivir una temporada en México, donde tomó la firme decisión de profundizar sus estudios de fotografía. En el año 2018 partió de México rumbo a la ciudad de Buenos Aires, donde pudo reanudar sus estudios de Artes audiovisuales en la Universidad Nacional de Avellaneda. Desde muy joven sintió interés por la creación de historias. Devorador de películas, desde Jurassic Park hasta melodramas donde actuara John Wayne. Podía pasar días enteros analizando las imágenes de los videojuegos que estaban en inglés, en un intento de entenderlos y crear su propia historia. El arte es una cuestión familiar, el amor por la fotografía fue influencia directa de su abuelo. Poco a poco, fue rodeándose de personas que compartían su interés por las artes audiovisuales, con quienes pudo crear una productora.