Sinrumbo es una plaquette de poesía del venezolano Yosmel Araujo, publicada recientemente en ediciones Awen, en el marco de la III edición del certamen de poesía venezolana Ecos de la luz.
Verónica Vidal: Háblanos del proceso creativo y la recopilación de elementos semióticos para este trabajo.
Yosmel Araujo: Cuando surgió la oportunidad de presentar una plaquette, no tuve que pensar mucho en el proyecto que escogería para tal publicación, siendo este mi primer poemario oficial. Sinrumbo fue escrito en el 2017 y tuvo pequeños aportes (principalmente, los nombres que ahí aparecen), hasta el 2019. Me gusta recalcar el año donde germinó, porque fue uno de gran importancia: año resquebrajado, dador de muchísimas grietas a las que aún intento encontrar ciertas resoluciones.
El 7 de abril de 2017 surge Arca, álbum homónimo de la artista Arca(1); unos meses después, en julio, hice el primer viaje por mi cuenta a otro estado. Fui a Valencia, conocí a Luz, una amiga queridísima, y a Ander, a Eli. La impresión que me causa Ander y Eli por sus constantes vueltas en Naguanagua es inmediata, luego regreso en septiembre para el cumpleaños de Ander. Antes de mi regreso a sus calles, paso estos meses de separación en una angustia gigante, como si algo mío se hubiese quedado allá.
Sinrumbo (que antes tanteaba un nombre como Resquicio del pure, como guiño al plebiscito realizado justo cuando estaba en Valencia), se dio desde la primera noche que traté con Ander. Nunca había sentido un deseo tan desgarrador, siendo este el empuje para escribir. Esa noche escribí en hojas sueltas, en billetes, en papel-de-cajas-de-cigarros, en un libro que decidí intervenir por necesidad de espacio. La misma dinámica sucedió cuando regresé al cumpleaños de este chico, con los Detectives Salvajes(2) en mano y una necesidad de ser llevado a donde él fuera con su gente. Fuimos a Puerto Cabello, nos perdimos un montón de veces, pasamos la noche en el patio de alguien, al día siguiente caminamos unas horas para llegar a una playa guardada entre tanto monte bajo; al regresar, no teníamos dinero suficiente para todos los pasajes en bus, casi no llegamos al terminal de Valencia, el papá de uno de sus amigos, Gustavo, nos buscó en su carro casi desmantelado, mientras escuchamos Lo Mato(3) y fuimos rumbo a un pueblo que colinda entre Carabobo y Maracay.

Relato lo sucedido porque de ahí parten todos los encuentros que convergen en el poemario. La decisión de escribir un texto como Las uñas de este hombre no son broma, que rompe cierto acuerdo cronológico, nace de esta misma experiencia donde me di a favor de lo que un hombre pudiese mostrarme, modus operandi que he repetido ante muchos de mis conocidos. Escribí para atestiguar el cambio causado en mí por otro, la manera en que internalicé lo que disfruté y sufrí como si fuese mi razón de vivir. Luego no lo volví a ver; dicha ausencia se acopló de maravilla con el disco de Arca, que apelaba a mi constante flagelación sobre lo sucedido y el imposible regreso.
Sinrumbo, como categoría, se da por un desvarío que no ha cesado desde el 2017, donde me encuentro pero me muevo por la ansiedad de verme como tal. Sinrumbo como título es mi forma de agradecer a una artista que me abrazó con sus propias entrañas cuando las mías se deseaban extraviadas.
V. V: Háblanos de tu propuesta visual, ¿Cuál es la relación entre tu trabajo visual y tu trabajo poético?
Desde el 2017, he estado fascinado con el marco referencial que puedo ver en una ventana. Me refiero a una dinámica voyerista-exhibicionista que forma parte de mi figura como transeúnte. Antes de llegar a expresar estas muestras de deseo a través del arte visual, la escritura ha sido un medio hacia cierto proceso depurador que responde a mis ansias de crear. Mis primeros poemas datan del 2015. Se puede discutir que el poema es un compendio de fragmentos, pero esto quizás despoja al mismo de su construcción absoluta. Por lo dado en Letras, carrera que estudié hasta el 2017, heredé el poema como cuestión de amplitud, dilatación de palabras hacia un final. Luego descubrí los aforismos de Antonio Porchia. Tuvieron que pasar algunos meses para tomar consciencia de que los enunciados que escribía eran interpretaciones de la finitud que mostraba el escritor argentino. Lo que escribo responde a los estímulos de la calle, lo abierto y cerrado de exponerse a la ciudad: es el escribir en movimiento, propio o inducido.

Del estar constantemente en una lucha contra la inercia y la falta de espacio, nació una primera iniciativa de escribir en las páginas de 211 cosas que un chico listo debe saber, cierto manual de Tom Cutler (el cual intervine cuando fui a Valencia); este ejercicio, con el libro que compré en mi infancia, dio paso a tantear una cantidad de marcadores en El Príncipe, de Maquiavelo (libro –único que adopté– de la biblioteca de la UCAB). Siempre he sido una persona dispersa, que va y viene de tema en tema, hiperactivo, y con los fragmentos he trabajado eso a mi beneficio, siendo la raíz-intención de enunciados que culminan cuando así lo decide el papel, el momento dado, la locución que me movió a escribir el mismo. He tomado fotos de estos registros y los he posteado en Instagram por la cuenta @perrovacio y que comparto aquí contigo.
En diciembre de 2019 logré comprar mi primer teléfono, con mi propio dinero. A las dos semanas de tenerlo, decidí rotundamente mantener un diario donde he de registrar las ventanas de todos los días: la que es hoy, las que fueron y siguen siendo. Mantengo este testimonio de transeúnte a través de la cuenta @sadbakarti en Instagram. Mi fascinación por las mismas corresponde a cómo veo en ellas la falta de algo: ausencia que trabaja para nutrir narrativas. De las proyecciones parten mis tanteos en la escritura y en el plantarme frente a un edificio para retratar algo que ha de responder, siempre a futuro, situado en un presente que sublimo, a favor de mi deseo.

V.V: ¿Cuáles son tus proyectos en la actualidad y a mediano plazo?
He vuelto a los textos de Pedro Lemebel para darme un impulso a escribir crónicas, he regresado a textos de literatura y teoría queer para plantear ciertas retóricas que atañen a los jóvenes de ahora y he querido volver a Samuel Beckett, para culminar una pieza donde A. y B. quedan solos en la ciudad, rindiendo honor a aquel cuento donde todo el mundo se va de Caracas porque una gran ola se avecina. Llevo años temiendo a la narrativa y espero superar su sombra; Isaac Chocrón es un referente muy importante para mí cuando lo haga.
Estoy trabajando en varios proyectos musicales junto a dos amigos que viven en la ABC de los Ruices, acá en Caracas. Hay varias maquetas por hacer y eso me entusiasma. También se vienen antologías. Este año me ha visto surgir como lo he querido desde que empecé a escribir y realmente solo espero que me lean.
Referencias:
- Nombre artístico de Alejandra Ghersi, cantante y productora venezolana, especializada en música electrónica y experimental.
- Novela del escritor chileno Roberto Bolaño, publicada en 1988.
- Álbum de estudio de Willie Colón y Héctor Lavoe, lanzado en 1973.

Yosmel Araujo V. W. Nació en Los Teques, Miranda (1996). Cursó estudios de Letras en la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB). Participó en el taller Poesía Silenciosa, Pintura que Habla II, dictado por Eleonora Requena. Mención honorífica en el concurso Por una Venezuela Literaria (2017), finalista en la primera edición y la tercera edición del Concurso Physis (2017, 2020) y primer finalista en el III Certamen de poesía venezolana «Ecos de la luz» (2019). Su poema Sinrumbo fue publicado como parte del tercer aniversario de la Revista Awen y su poemario Sinrumbo fue publicado en 2020 como plaquette digital por parte de Ediciones Palíndromus (Venezuela).