Ser-no-fotógrafo
El proceso de capturar fotografías se trata de una exploración artística.
El arte se puede definir como la expresión de la belleza a través de principios estéticos.
La fotografía comenzó como un arte del individuo: de la búsqueda de su identidad, por medio de un mecanismo de expresión, que permite realizar un registro histórico como testimonio de que algo existió. Un «registro fiel de la realidad».
Se suele pensar que la fotografía fue un invento de los pintores. También que fue un experimento científico, un descubrimiento de la sensibilidad de la luz de haluros de plata, en otro término: alquimia.
Ser-no-fotógrafo, o alguien que utiliza la cámara por primera vez, busca dominar los controles. No obstante, ignora las ideas. Captura las escenas por intuición, pero no se detiene a pensar en la composición, el encuadre, los ángulos, el diseño, el contraste. Su tipo de fotografía es instintiva, no razonada.
Aunque no se trata de apegarse a un conjunto dogmático de reglas, es fundamental conocer los principios básicos de la composición. La fotografía nos enseña un código visual, una gramática de la visión que amplía nuestra concepción de lo que vale la pena mirar.
La fotografía no expresa lo que ya no es, sino lo que ha sido. Una certidumbre, una ratificación de algo que fue. Un efecto de la experiencia capturada. Explica Roland Barthes (1989) en La cámara lúcida, que él considera como una ventaja el desconocimiento de los procesos fotográficos, tanto para la investigación sobre el tema como para la exploración de la composición.
Por el contrario, Pierre Bourdieu (2003) en Un arte medio, arroja una fuerte crítica contra la fotografía creativa y espontánea. Para este, comprender la fotografía, no se trata de abstraer sus significaciones. Sino que se debe descifrar la significación simbólica de una época, de una clase social, o círculo artístico.
Chris Marker en su film Si J’avais Quatre Dromadaires (1966), nos presenta la foto como el cazador. Es el instinto de cazar sin el deseo de matar. En el movimiento de un hombre con su cámara, se puede presenciar los movimientos propios de la cacería. La diferencia es que el fotógrafo no persigue su presa en pastizales abiertos, más bien en un bosque de objetos culturales. La cámara/arma no mata.
Al momento de definir conceptualmente la fotografía, es necesario tener en cuenta las circunstancias de una época, el lugar en el cual se suscita, la codificación cultural que impregna su marca, el modo en el que se mira a la gente. Así como hacer uso de los recursos expresivos de la fotografía y la gramática visual.
_______________________________
Barthes, R. (1989). La cámara lúcida. Nota sobre la fotografía. Barcelona: Editorial Paidós.
Bourdieu, P. (2003). Un arte medio. Ensayo sobre los usos sociales de la fotografía. Barcelona: Editorial Gustavo Gili.
Freeman, M. (2009). El Ojo del Fotógrafo. trad. Francisco Rosés Martínez. Barcelona: Editorial BLUME.
Sontag, S. (2006). Sobre la fotografía. México: Editorial Alfaguara.
Si J’avais Quatre Dromedaires (1966)
Artículo: Roxana Escalante.