Honestidad
Desde que alguien murió en televisión
he tragado cobardía.
No soy un héroe, sino un hombre
que apenas halló sentido
a abrir los ojos y salir de la cama.
No quiero un abrazo frío
ni un beso que me arranque la piel.
El miedo a no despertar me consume;
el miedo a caminar dormido me devora;
y más aún el desvelarme con un arma en la mano,
y con el recuerdo de una bala en la cabeza.
Tengo miedo de ser
un simple saco de carne y hueso,
una carga o un guardia nocturno sin linterna.
Quizá el egoísmo también se disfraza
cuando el sol se esconde…
Frente a frente
Incluso en la penumbra,
el rostro de la muerte
brilla para que no dudes de ella.
La sangre te mira,
te busca sin descanso
aunque ya no puedas ver tu alma
ni el cielo azul teñido de rojo;
es su instinto, la naturaleza
que el hombre nunca entendió ni quiso;
ya es muy tarde para buscar significados
en cementerios ambulantes.
Nada más queda el golpe de la vida,
la lucha por escapar de un desierto que parece tan infinito
como la boca de los demonios,
más oscura de lo que uno imagina
en una habitación llena de susurros.
Levántate, no la veas a los ojos,
la duda y el miedo alguna vez entendieron de tristezas y alegrías,
¿puedes sentir el hambre y la ira frente a nosotros?
Solo un golpe en la boca de la esperanza:
que la supervivencia del más fuerte
siga llorando entre despojos humanos.