Llore, madre.
Hágalo tranquilamente.
Arrodillada llore y
dele un beso, a la policía.
Sienta el rocío del zacatal
y llore un poco más.
Grite a la imagen
de yeso que está en la
iglesia, pero, grite con
esquirlas de vidrio en la boca.
Llore, mi pequeña pícara.
Llore junto a mi túmulo
de carne.
Yo, ya me he ido
entre la sangre,
entre la pólvora,
entre el tiempo y
entre las lágrimas
de su mojado rostro.