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Narrativa Retazos del...

Ritual

A veces solo queda sanar… 

Mi abuelo te rezaba a vos. Se hincaba frente a las piedras del lago y rezaba. Hablaba que había que agradecerte, hablaba que había que pedirle a los dioses para que te mantuviera sana y para que sus nietas y sus nietos pudiéramos verte. Se hincaba y te decía que nos disculparas por menospreciarte, por contaminarte y malgastarte. Sus lágrimas se perdían entre tus aguas… “Hijos, no la dejen morir, por favor”, decía el abuelo. Te ofrendaba frutas: unas naranjas, unas mandarinas y algunos limones cada vez que iba a verte… Así te mantendrás siempre fresca, decía… 

¿Qué hicimos para merecerte? ¿Qué te dimos a cambio? ¿Alguien se habrá sacrificado por vos? ¿Alguien habrá dado su vida para que hoy te tengamos con nosotras y nosotros?, vociferaba el abuelo mientras su llanto nos desgarraba. El abuelo siempre nos decía que los ilusos pensaban que nunca te acabarías, que eras infinita y que, junto a la eternidad, nos verías desaparecer. Sin embargo, nosotros nos creímos especiales. Nosotros… Hasta que llegó el día en el que dejaste de venir. Llegó el día en el que al abrir la llave de paso ya no caíste. Hasta que llegó el día en el que la ducha cesó.  Por suerte el abuelo ya no vio cuando te fuiste, cuando decidiste ausentarte…

Hoy recordamos al abuelo y su rezo. Hoy tratamos de recordar aquellas palabras que decía para disculparse con vos, para contentarte y hacer que, al final, aparecieras. El último poco de agua que queda en casa es la que está en aquel vaso frente al altar para nuestros muertos… y hoy pareciera que el agua también es uno de ellos… 

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Narrativa Retazos del...

Rocamadour o texto experimental para el olvido…

Me siento junto a ella a contemplar el mundo. Parece que la vida tiene el mismo sentido que el de una hoja que cae de algún árbol. Contemplamos el sonido del automóvil mientras se enciende, la sonrisa de una mariposa que pasa frente a nosotros y nos ilumina. Sí. La vida se contempla en los detalles, como el auto que se mueve junto al nuestro y nos deja la vista de la montaña al descubierto, o una lágrima, o una sonrisa forzada… y ella sigue sin despertar mientras el dejo seductor del viento nos acompaña….

Nos acompaña luego de 88 capítulos de Rayuela para llegar a Rocamadour, para llegar a la maga, Lucía y la carta que escribe para su hijo. Escribe para recordarnos que la rabia del mundo puede que se aglutine en los olvidos.

¿Y qué si nosotros somos Rocamadour? ¿Y qué si somos nosotros ese niño muerto que la maga recuerda y abraza con las palabras? ¿Y qué si es el tiempo el único ser que se divierte junto a nosotros para recordarnos que la catástrofe y el amor se construyen sobre la misma viga?

Algunos se alegrarán con su muerte. Bien puede que alguno de esos seres que nombramos como dioses se haya congraciado con él para llevarlo, para llevarlo lejos, lejos del centavo que encontramos en la grieta del asfalto, de la mujer que sonríe, de un hombre que deambula en medio del silencio, del roce de los dedos que se entrelazan, de las luces que encandilan, de las miradas cargadas de complicidad en el tiempo. Para mostrarnos así que el olvido y el recuerdo son parte del juego de la vida.

Rocamadour alza la cabeza. Todo es un juego, una invitación y entonces, alguien dice: Buenas noches, bienvenidos todos, bienvenidos Rocamadoures…

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Narrativa Retazos del...

El sofá

Papá falleció en ese sofá. Mi madre se ha lanzado a pintar todos los días. Parece que el duelo también se puede vivir así. Al fondo puede escucharse el silencio. La casa pareciera tener nuevos aires y el sofá de papá sigue ahí como si fuese una isla que alguien decidió deshabitar. De vez en cuando alguien, aquí dentro, se dispone a vivir. El orden pareciera una buena forma de evidenciarlo. El contemplar aquel árbol con gusanos y recordar. Sí. Recordar. Me parece que fue justo a las tres de la tarde. No lo sé. El tiempo dejó de tener importancia. ¿Qué hacés cuando la vida no es más que un sofá deshabitado?

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…sentimientos encontrados…

Carta para S.

Naciste cuando papá moría. No sé si lo recordás. Puede que el entendimiento de la memoria y los recuerdos sigan siendo un lugar desconocido para el ser humano. Hoy, por lo que te conozco, sé que seguro lo recuerdas y que incluso, juegas con él a escondidas. Sé que lo recuerdas recostado en el sofá con una máquina conectada a su nariz. Puede que de ese recuerdo venga la inquietud que tienes por la medicina. No lo sé. Y a decir verdad, me chupa un huevo que seas lo que seas, me chupa un huevo todo…, menos que pierdas la sonrisa que tienes hoy, menos que algún día pierdas la dignidad. El mundo que conocerás no tengo la puta idea de cómo será, solo quiero saber que serás mejor ser humano que el tipo que escribe esto…

Lindo cumple S.

Atentamente…

Un camaleón

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Ejercicios de escritura creativa

Del texto al vídeo


Ella…

Juan Pablo González


Texto

Ella…

Ella danza al compás de las formas,

al compás del viento, 

al compás del sonido, 

y se va filtrando por cada rendija que la vida le permite, así

así simple… 

así de simple como vernos a contra la luz 

y conmovernos ante ella

así de simple como ese dejo que se cuela por la pestaña de una puerta

y pareciera que no tiene importancia, 

pero si la tiene, 

así de simple…

Juan Pablo González


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Ejercicios de escritura creativa Narrativa

Del texto al vídeo


Raquel

Raquel Pérez


Texto

Raquel

Ni muy alta ni muy baja
Lluvia por meses
Verano en ocasiones
Un pasado
Presente arrastrado
Un futuro nublado

Niña de miradas y palabras bonitas

Es la historia que inicia viendo brujas en portales cuando tenía 4 años. Es la semilla que ha florecido en creencias de dimensiones temporales y magia. Me llamaron niña por imaginar. Sé que fue cierto…
me hablaron…

Momentos de oscuridad de los 8 a los 10.
Falshbacks que provocan llanto en quienes crían. Confesiones abusadas a los 12 y un vestido blanco y vela en la mano goteando oscuridad sacra.

Melodía sanadora hasta los 15. Chelista oculta y ambigua, medida por estaciones emocionales incomprendidas.
Sí, el arte navega en las venas con la ciencia en los genes. La locura y depresión junto a la migraña como herencia.

Nada determina, todo influye.

Llamado de muerte de dos años. Caída a los 18. Gotas de sangre nacieron como una oportunidad de salir. Camino con piedras de fracasos. Un año perdido, la cama llamaba, la muerte visitaba como amiga.

La segunda oportunidad de vida.

19 años y a la universidad. Carrera que pintaba ser mucho manejada desde el cáncer de personas podridas. 5 años después ofrece, en su pensum, decepción, ansiedad, tiempo perdido. Bienvenidos a donde te enseñan a ver errores textuales sin un futuro.

No pierdas la esperanza:
Tú ganas experiencia
Ellos arrugas
Tú astucia
Ellos cansancio

— El momento llegará y será tuyo-

Mujer De gustos varios.
Mujer de espacio suficiente para experiencias. Sueños hechos papel, construidos en mente y siendo cimiento de fuerza para continuar.
Persona de amor entregado, corazón sensible y enamoramiento puro.
Nacimiento de temor en él, quien no se decide…

Corro

Respiro

Esa soy

Así soy

Ya no me disculpo por ello
Soy de sentir y decirlo
No lo guardo,
puedo morir mañana…

Raquel Pérez


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Ejercicios de escritura creativa

Del texto al vídeo


¿Quién es el cadáver?

Carlos Salazar

Poema El cadáver de la poeta Isabel de los Ángeles Ruano


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Del texto al vídeo

Introducción

Cada asistente al taller elaboró, editó y llevó a cabo la producción de un vídeo arte con base en un texto literario.


Vídeo


¡Let´s stop!

Es inicio de año y me esperan muchos cambios, primero, me mudaré de casa y luego de escuela. Mis padres me preparan para el primer día de clases, han comprado mis útiles escolares y uniforme. Llego al colegio, es muy diferente a la escuela donde estudié, nadie me saluda, soy muy tímido, una maestra me indica en donde se ubica mi salón, entro y me siento, ingresan muchos niños y niñas, no hablo durante todo el día…

Y así pasan dos meses, tres meses, mis compañeros se burlan de mi apariencia, me ponen apodos, no tengo amigos, es muy difícil ser el nuevo del salón…

Como todos los días a la hora del almuerzo, mi mamá me pregunta acerca de ¿cómo me fue en clases? y yo contesto que bien, ella inciste, ¿y tienes amigos, como se llaman, con quien juegas en el receso? Para mí es muy difícil responder, pero tomo aire y le digo, no tengo amigos porque ellos se burlan de mi apariencia y me ponen apodos por el tamaño de mis orejas (rompo en llanto) mi mamá se puso pálida al escuchar tal confesión, solo calla…

Luego de inundar el silencio en toda la casa, me dice: no te debe importar lo que los demás piensan de ti, tú eres inteligente, fuerte, amable, solidario, generoso, honesto, bondadoso, humilde y sobre todo amoroso, así que no hagas caso de lo que ellos te digan, siempre piensa en el amor tan grande que te tenemos tu familia y de lo mucho que tú significas para nosotros, la abrazo y pienso en que ella tiene mucha razón…

Al siguiente día de clases, entran mis compañeros y compañeras al salón e inician con sus palabras ofensivas, pero esta vez yo vengo armado con los valores que hacen que sus palabras no puedan penetrar en mi mente y mucho menos en mi corazón. Al ver mi actitud de indiferencia se acerca un compañero y me invita a jugar en el receso, yo accedo y luego de tres años en el colegio nos hemos convertido en los mejores amigos…

Ahora que llegan compañeros nuevos al salón, me emociona mucho y solo pienso en tener más amigos, porque si rompemos con el estigma social le damos lugar al amor y a la armonía.

Krizia Vásquez


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Ejercicios de escritura creativa Narrativa

Del texto al vídeo

Introducción

Cada asistente al taller elaboró, editó y llevó a cabo la producción de un vídeo arte con base en un texto literario.


Vídeo


Parte I

Felidae

Encuentros sin esperanza
Coincidencias sin alma
Es aquello que conforma
Lo efímero, pero memorable

Su voz resuena en las bocinas del equipo, mientras estoy aquí sentada. Tratando de escribir. Escuchándolo, recordando y sintiendo mariposas revoloteando desde lo más profundo de Venus. Ridículamente ilusionada, feliz y triste. Soy un cliché. Feliz, pero un cliché.

Han pasado ocho años desde que vio mi danza espiral por primera vez en aquel festival del centro histórico. Al menos eso dice él porque yo ni lo vi. Muy lejos estaba yo de saber que tres años después llegaría a mi apartamento y haría el amor con una de mis mejores amigas, estando yo en la otra habitación. Y que al siguiente día, tan quitado de la pena como es, me vería barrer medio desnuda sin darme cuenta. Lejos estaba yo de saber que la proporción áurea de aquella espiral dorada había quedado grabada en tus pupilas y luego eso nos hizo coincidir en un enigmático trayecto ascendente 05 años después.

Miércoles 12/02/72020. :30h

A: ¡Quiero besarla ya! Puedo llegar en cuanto salga…
Ω: Venga a las 13:30h.
A: Muy bien.
13:00h (la pantalla del celular me avisa que…)
A: Hola. Ya salí. Usted me avisa cuando me pueda recibir.
13:30h


13:30h
Ω: Hola. Estoy lista. Venga.

13:31h
A: Llego en 15…

13:45h
A: ¿Es el 1-47? Es que no estoy seguro… Hace tanto tiempo que no vengo.

13:46h
Ω: Sí. Entonces ya está abajo… ¡Voy!

33 gradas, 02 descansos después…

A: Hola
Ω: Hola. Pase…

El titubeo de no saber cómo saludar…. Un beso como de cachorro recién parido buscando la teta de su nana. Como solo reconociéndonos… Las miradas titubeantes, traviesas… Las sonrisas tontas… nerviosas…
Ahí fue cuando pensé tiene una pieza de mi rompecabezas. Quiero averiguar en donde va. (Y tan tranquila que viviendo mi duelo)

A: ¡Que guapa!

Sonreí y me di la vuelta indicándole que me siguiera. Para buena fortuna el viento se puso atrevido y el enorme pijazo de encaje de mi túnica le dio un guiño. No hizo falta que le viera el rostro, sentí su mirada como dardo, justo en mi muslo. Al subir las primeras siete gradas le confirmaron lo que su mirada al muslo había querido averiguar.

A: ¿Usted está… desnuda? (Mirada como de corderito…)
Ω: Completamente, no…

¿Acaso soñaste por mí para enseñarme que todos los fenómenos son ilusorios?
Como un sueño que no puede atraparse

El mediodía estaba particularmente caluroso. Pienso que nos quería desnudos, lo más pronto posible. Al entrar al apartamento inmediatamente sentí que cruzábamos un portal del tiempo.
(Aún no logro averiguar si somos dos desconocidos que no tienen idea de lo que están haciendo, o dos almas viejas reencontrándose).

A: No sé que hacer….
Ω: Yo tampoco. ¡Bailemos!
Un par de contoneos al ritmo de Bach…

Risas nerviosas. Sus ojos, dos enormes piscinas de ámbar, donde me quedé atrapada como un insecto en la era cretácea. Su sonrisa ligeramente torcida con la aparente ingenuidad de un niño. El aroma de su sudor…Me elevaba… Algo animal se despertó en mis entrañas. Tanto que quise sacarlo de allí. Pero me porté valientemente estúpida y me acerqué más. Mucho más…
(Ahora que lo pienso tal vez si es mejor actor de lo que parece en escenario).

A: Huele muy rico. ¿A miel… o a chocolate?
Ω: Chocolate. Me acabo de duchar. (En realidad había sido un ritual de acicalamiento de más de hora y media)

De nuevo tocándonos con las miradas. Nuestras manos no se querían pasar las fronteras… Todavía. No hay mayor placer que retardar el placer. De repente el teléfono suena… Lo tomé y respondí con un: “ahora voy.” Me di la vuelta y le dejé parado con el ánimo suspendido…

Ω: Ya regreso…

Me doy la vuelta y escucho un leve resoplido de excitación. No sé cómo pude bajar las gradas temblándome las piernas como me temblaban.

Y: ¡Ah! ¡Ya vino tu regalo de San Valentín!
Ω: Pre San Valentín, hoy es 12…

Sonrisas cómplices y de nuevo a cruzar el portal del tiempo.
En el segundo en que lo vi sentado jugando nerviosamente con su celular, sentí un deseo irrefrenable de hincarme ante él. Él no lo sabe (quiero creer), y no se lo vayan a decir, pero cuando me volteó a ver y dio esa sonrisa leve me desnudó la mente.

Me paré frente a él y volteé a ver el reflejo del espejo que teníamos hacia nuestro lado izquierdo. Ambos éramos la imagen de un altar. Era recíproca la gana de adorarnos. Como ya me había colocado en medio de sus piernas descendí lentamente hacia el piso para que nuestros rostros se encontraran frente a frente. No sé cuántos segundos o minutos pasaron mientras nos sentíamos con los ojos cerrados. Sinestesia de los sentidos… Hasta que al fin el big bang, la explosión de lenguas, comernos los labios y la cara despacio. Yo solía destapar mis regalos de cumpleaños con mucho cuidado. Acumulando la tensión. Era un regalo de la vida que estuviéramos juntos. Una mirada más al espejo, ahora reflejaba el inicio del ritual. La chispa de la fogata estaba encendida.

Un ágil movimiento, y ahora ya de pie, y mi pie se colocó encima del brazo del sillón para darle la bienvenida. Debajo de la túnica se sumergió en la profundidad de las aguas. La complicidad del espejo me reflejaba la ruta de su travesía en las profundidades. Estaba hipnotizada. El tsunami no se hizo espera. Tanto, que pensé que estaba convulsionando cuando mis pies se levantaron del piso. Pero no, era él que me cargaba cuidadosamente mientras me besaba compartiendo los sabores para salvarme la vida. Y luego me colocaba nuevamente en el piso, solo para decirme con voz entrecortada que fuéramos a mi habitación. Así que lo tomé de la mano.

La ropa voló a la velocidad de la luz. La de él, por supuesto. Mi cuerpo era como un tejado para el gato trasnochador. Su lengua jugueteaba divertida sobre mis piernas, mi vientre, mis pechos y mis nalgas. Mordiscos, palmadas, lamidas, susurros, gemidos, entretejidos con ternura, violencia y perversidad. El destello de la lujuria en el sudor. Lamerle todo, lamernos todo, comerlo todo, comernos todo… Cada centímetro cúbico. Consentirnos. Adorarnos. Dios y diosa, encontrándonos en cada suspiro. Eso sucede cuando dos cuerpos se fusionan en un todo. ¿Será que cuando cogemos nos recordamos que los humanos no estamos solos y que por eso nos gusta tanto? Recuerdo haberle podido ver las orillas a la soledad.

Su sabor a incertidumbre, melancolía, rabia, curiosidad, e inocencia se me quedó impregnado en el paladar.
La huella de su mejilla izquierda quedó estampada como fósil en la pared de mi habitación. Siempre me lo recordará, acorralado mientras yo me aprovechaba de él. La mueca de dulce placer en su rostro mientras le succionaba la vida era una oda.
Los dos tumbados de espaldas jadeando aún por el encuentro, sonriendo como niños traviesos…

A: Parece que hubiéramos tenido sexo…
Ω: (La sonrisa lo dijo todo…)
A: Tiene razón. Fue perfecto…

Cuando me desperté en el primer día de la primavera
me acordé de mi sueño-
cuando el objeto de los sentidos se encuentra con el sentido,
hay un eco.
Es tan mágico, tan maravilloso que soñé el sueño
que hizo eco de la esencia sin sustancia
del sueño sin sustancia.
Sueño impalpable. Eco inasible.

Thinley Norbu Rinpoche

Rosmeri Ramírez


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Ejercicios de escritura creativa Narrativa

Viendo la fotografía

Instrucción

Ejercicio basado en una fotografía de la película hongkonesa Fa yeung nin wa o Con el ánimo de amar.

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Textos

Burn-out

Esperando a que llegues viernes, no sabes lo difícil que ha sido ver pasar la aguja por cada número, tic toc una y otra vez. Quisiera un cambio de rol porque eso haría reactivar mis emociones, no sé si será normal estar preocupado por las cosas que sucederán, aunque aveces siento que estoy más preocupado por las que han sido, noches de desvelos pensando… Es irónico que por las mañanas las horas parecen Bolt en competencia, siempre busco una excusa, pero no por las llegadas tarde sino para la vida, ¿qué es la vida? ¿por qué vivir? Son preguntas que hacen ruido en mi mente, los días pasan y no logro hacer lo que quiero, siempre se interponen situaciones que por más que trato ni siquiera me dejan hacer lo que debo. El celular suena, pienso… Seguro son preguntas que quieren respuestas, aumenta mi ansiedad, realmente es difícil pensar en dos cosas a la vez, y vuelve a sonar… el reclamo se hace presente, quiere mi atención, pero tengo cosas que hacer, la ignoro, ella contrariada piensa que yo río y no se imagina que por tantas emociones lloro. Quedan pendientes en la oficina y lo único que quiero es huir de esas cuatro paredes grises que lo único que hacen es desgastarme, no sé si podré soportar un día más.

Krizia Vásquez


La nube de humo se disipaba lentamente formando un hermoso y etéreo halo alrededor de su cabeza. La desesperación contenida en cada movimiento aparentemente frío y calculado se sentía hasta el lugar desde donde le observaban.  Parecía una bomba a punto de estallar. Estaba justo donde ella lo quería. 

Vistos desde un tercer punto de referencia, era como si estuviéramos observando el juego del gato y el ratón.  

Así mismo había sido testigo del encuentro siete años antes.  Un motel enraizado en la zona más sórdida de la ciudad.  La luz neón del maltrecho letrero que ya solo anunciaba un «Otel», el pavimento húmedo por la ligera llovizna de la madrugada… Creyó escuchar la trompeta de Luis Armstrong… Un aroma a agua de rosas, el color fucsia de las paredes mal pintadas, no obstante, terminó por reconocer que era Pedro Navaja. Acoasmas.

Entraron tres. Solamente salió dos. ¿Y la chica?  La habitación del motel hizo las veces de la caja de exhibición de una muñeca Barbie convertida en rompecabezas sin armar, piernas, brazos, cabeza, torso…mechones de cabello rojizo. Pollock aprobaría el dripping en las paredes. Parecía que había pasado un siglo. Para ella si lo fue. 

El día que había comprado el arma, fue el mismo día que el Ministerio Público le dijera que aún iban a tardar unos seis meses más en investigar. Investigar, investigar, investigar… Cada seis meses sucedía algo nuevo y todo volvía a empezar. O así parecía.  Era un maldito loop. El dinero y el poder en países bananeros hace milagros. 

Seguramente la investigación se aplazaría otra vez después que le atraparan. Dinero, abogados mafiosos, más dinero.  

Paradójicamente contrario a la creencia popular la venganza una vez que es consumada no llena ningún vacío. Cava más profundo. 

La cabeza le daba vueltas y vueltas, empero toma el arma con más decisión. Todo se ralentiza.  Los del ministerio llegan, sin percatarse de su presencia. Ella le apunta y vuelve a transcurrir otro siglo…El ruido ensordecedor… Silencio.

Rosmery Ramírez


Sigo pensando en ella. En sus piernas. En la voluptuosidad de sus piernas. Muchas veces pensé que lo haría, mas nunca me creí capaz hasta que lo pediste. Los fantasmas solían apoderarse de mí y salían a tu encuentro. Y entonces, agobiada por ese mundo me pediste que te fumara. Estás loca, dije. No, dijiste mientras suspirabas. Fumarme, fuma cada poro de mí y deja que el aroma se disipe en los pulmones de todos esos amantes que te leerán… 

Juan Pablo González


¡Puta! Estas cuentas me están chupando, pero aquí estoy gastando lo poco que tengo en estos cigarros de mierda. Ya ni eso hacen bien con sus tantos aromas, parecemos baños con tanto aroma que sale de la boca. 

La luz subió, los mierdas del agua me cobran hasta cuando sudo, la gasolina bajó pero ya no tengo trabajo para tener ese lujo irónico en pleno encierro. A ver, cerraré los ojos un rato… 

… 6 meses ya, ¡qué rico lo hace! Con una buena mamada y un buen puro cualquiera desearía estar encerrado. Creo que he hecho buenas inversiones, la mercancía se ha movido muy bien. ¡Puta madre, qué buen día! Un buen bolero, esta señorita, este puro, la carta de mi esposa asegurando el terreno y la prensa hablando de mí… 

-¡Vos, Mariano! Acaba de llegar la factura del internet y del teléfono. -¿Por qué no podés ser más delicada para hablar? Me vas a dar una diabetes si seguís gritando así. 

Cuánto quisiera tener inclinada la cabeza por una mamada y no por pagos pendientes… 

Raquel Pérez


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Ejercicios de escritura creativa Narrativa

Los pecados capitales

Instrucción

Escribir un texto haciendo alusión a un pecado capital.


Textos

Niñez

Llegó a la escuela, es mi primer día de clases. Entró al salón y veo para todos lados, trato de reconocer a algún amigo o amiga, de pronto volteo y miró a Aby, ella fue mi compañera el año pasado, pero dejé de hablarle, entonces, levantó la mano y la saludó de lejos. Me siento en el escritorio y pienso en el verdadero conflicto que me separó de tan buena amistad, recuerdo que siempre le hablaba a Aby de lo bien que me iba en el equipo de futbol, en mis materias y en mi casa, yo era todo un ejemplo a seguir. Durante las fiestas patrias la maestra me pidió que participara en un acto cívico, le dije que sí, durante la presentación dije mal un fragmento, Aby me corrigió pero no hice caso, yo estaba segura de que no había cometido un error, de pronto se acerca Aby y le grité ¡yo no me equivoqué, tú lo que querías era hacerme quedar mal! La maestra me hace una seña y llegó con ella, qué te pasó me dijo, tú ya te sabías bien el diálogo, pero yo no me he equivocado, contesté. Aby se acerca y me pregunta ¿qué te dijo la maestra? Nada, le respondí y me di la vuelta y me fui a mi casa, desde ese entonces Aby ya no me dirige la palabra. ¿Por qué nunca me ofreció una disculpa? Me preguntaba, si es de humanos equivocarse y de sabios pedir perdón…

Krizia Vásquez


Ese mero… 

Le escribo por el WhatsApp, ella me responde por el Instagram. Le envío un correo electrónico y ella me envía un twitter. Todo eso mientras conecto el WhatsApp web y entonces, ella me escribe por el Instagram que ambos manejamos. Entre tanto le escribo a su Instagram personal. En ese momento recibo un mensaje de texto. Ella se mueve de la webcam y recibo su llamada. ¿Aló?, ¿mi amor? ¿Por qué te alejas de mí?, me dice mientras cuelga sin mediar más palabra… 

Juan Pablo González


Dualidad

Paso el día tambaleándome entre lo bueno y lo malo. El día lo paso tratando de no alejar a aquel que se nombra en vano. Vaya a saber una si se aleja. Pues, una necesita del orgasmo y, hay que hablar con la verdad, los hombres no saben cómo dar uno, solo tener uno.  Bueno, supuestamente necesito de un esposo para ello. 

Sí, se me dice que debo callar, yo hablo. Tengo que callar mis virtudes para que los demás no se ofendan, que porque somos todos de la tierra, pero si soy buena en algo lo digo ¿por qué tengo que andar cuidando las sensibilidades de los otros? 

Puta, el que más me explota es el de contemplar el trabajo y medio esfuerzo que hacen los mediocres, joder, me gustan las cosas bien hechas.  

Yo, la verdad, admiro a la matriarca. Ella cuestionó por qué el hombre va primero y por qué se tiene que ser sumisa a él. Cabe decir que fue desterrada. Corrientes fanáticas se encargaron de asignarle connotaciones negaciones, de convertirla en tabú. Bueno, he aprendido a no perdonar a ese que me fue infiel, el cínico ni daba la cara decía “es solo una amiga, tú me gustas”. Las personas que te hacen daño no merecen perdón. 

“Esta corona del que ríe, esta corona de rosas, yo mismo me la he colocado sobre mi cabeza; yo mismo he canonizado mi risa”. – Así hablaba Zaratustra, F. Nietzsche

Raquel Pérez


Lalo

De seis hermanos, Lalo era el quinto. Era un joven de 25 años, emprendedor, lleno de sueños. Comenzó la universidad, pero en su recorrido laboral por varias empresas; entre ellas la licorera. De repente, se enteró de una posibilidad en donde su salario mejoraría notablemente y decidió aceptar dicha propuesta. En su camino apareció una chica de su total agrado y contrajeron matrimonio. Para ese entonces ya tenía su propio vehículo y pensaba en adquirir su casa propia. Todo se fue dando a pedir de boca. Con la compra de su primera casa, vinieron sus dos hijos. 

Unos años después había cambiado de auto unas cuatro veces. Aprendió a dominar la plataforma de un programa que le permitió viajar por muchos países alrededor del mundo. Lalo sentía que le faltaba más, se sentía inconforme. Pero se iba alejando poco a poco de su familia. Todos extrañaban compartir con él. Le ofrecieron un crédito que le permitió adquirir otra vivienda, más grande y céntrica. Ahora había que tener un vehículo tipo agrícola para estar acorde con el sector donde vivía.

Lalo seguía ausente de la convivencia familiar, sus padres y hermanos lo seguían extrañando, pero a él no parecía importarle. Hubo necesidades que sus hermanos tuvieron que enfrentar sin contar con su apoyo porque si él se enteraba, le daba lo mismo. Si, por  alguna razón, hablaba con alguno de sus hermanos, se dedicaba a restregarles su bonanza. Ahora era un buen momento para adquirir un negocio propio. Aparte de su trabajo y buen salario. Lalo logró tener una franquicia que parecía rentable. Se convirtió en administrador y jefe del personal que laboraba en su restaurante. Lo curioso es que ninguno de sus familiares conoció su negocio porque nunca fueron invitados a conocerlo.

Luego la franquicia no resultó ser tan rentable y decidió venderla, ahora Lalo sigue preguntándose en dónde seguir invirtiendo su capital. Él sigue sintiendo esa insatisfacción, como hondo vacío que no sabe cómo llenar y lo va devorando lentamente por dentro. Mientras se abre una brecha más grande entre su familia y él. Al punto que ya  no lo toman en cuenta para las reuniones familiares, las celebraciones, los triunfos y todo lo que implica estar involucrado en una relación familiar. Todo parece haber quedado en la historia. Pues, hay que reconocer que Lalo es de los seis hermanos, el que se encuentra en la mejor posición económica y sigue preocupado en perseguir su sueño de ser un empresario y por qué no, un inversionista; sin importar el costo de ello.

Maria Luisa Del Cid R.


Amiga desconfianza

𝑻𝒂𝒍 𝒗𝒆𝒛

𝑴𝒊 𝒃𝒐𝒄𝒂 𝒓𝒐𝒋𝒐 𝒄𝒍𝒂𝒗𝒆𝒍

𝑰𝒈𝒖…


     –¿Qué pasó Noja?
     –¡Vá, esperáme! ¡Encerrála en el baño!


Sus enormes ojos cálidos como celajes novembrinos sobresalían de entre las costras sanguinolentas.  Echada en el piso con sus orejas agachadas y con la calma aparente del mar después de una tormenta era casi imposible adivinar lo sucesos de unas horas antes.

     –¿Dónde la tenés?

     –En el baño de arriba. ¡Hija de

        sesentamilputas! ¡Mirá que hacés vos, o la

        hago mierda a patadas!

     –¡Vos también tenés la culpa! Desde la vez

        pasada te dije que no las dejaras solas… ¿Y

        la Euclavia?

     –En la sala… ¡Mierda, mierdaaa!

Al tomarla por los genitales y haberla arrastrado por la sala había dejado brochazos carmesí que parecerían un desafortunado mándala en el piso. El bultito del cadáver estaba metido en una bolsa negra que prefirió no abrir. Tomó la bolsa y se llevó a ambas…

     –¿Qué le pasó?

𝑻𝒂𝒍 𝒗𝒆𝒛

𝑴𝒊 𝒃𝒐…


     –¡Cálmate, querés!  ¡TE HABLO DESPUÉS!

        ¡Disculpe, doctor! Dígame…

     –La vamos a tener que operar.  Esa

        protuberancia en su espalda es un tumor

        bastante grande. ¿No se había dado cuenta?

     –Ella no vive conmigo…

     –Comprendo… ¿La operamos o no?

     –¡Sí!


𝑻𝒂𝒍 𝒗𝒆𝒛

𝑴𝒊 𝒃𝒐𝒄𝒂…


     –¡Aló, doctor…!

     –Sí. Había partido por la mitad a otra. Por es le        

        había dicho a mi primo que no las dejara.    

        solas…

     –Qué bueno que salió bien de la operación del

        tumor. 

     –¡¿Qué más?!

     –¡¿Seis fetos muertos…?! 

     –¡¿Desde hace semanas…?! 

     –¿Cuándo puedo ir por ella?

Rosmeri Ramírez


La simetría de los bordes

Lo más valioso que tengo lo heredé de Mildred, una anciana indisciplinada que gustaba, al final de sus días, leernos las cartas, el café y el cigarro. De ella aprendí muchas cosas, era una señora en los negocios, sus palabras eran cortantes, imperativas; convencían.  Mildred había personificado al diablo toda su vida, una ex estafadora profesional, la cual, cayó en manos de la justicia un domingo de resurrección, cuando intentó robar la corona de oro de la Virgen de los Remedios en la iglesia homónima y enviarla a un coleccionista de antigüedades sacras en Beirut.  

Seductora cuando hacía falta, agente de viajes cuando se sentía monótona, mula cuando había que hacer amistades. Pagaba con cheques sin fondos y tarjetas clonadas la vida que no podía pagar con el trabajo “aburrido, común y corriente”. Su condena de 25 años por múltiples delitos a los 50 y las desavenencias que la vejez causa en la manera de ver la vida, hizo de Mildred alguien, digamos, un tanto más mesurado. Era exactamente todo lo que yo nunca había sido, ni seré, me causaba una atracción especial esa mirada que consumía mi atención, esos ojos eran como dos posas cristalinas, sin fin, haciendo juego con su piel marchita y el cigarrillo rubio en sus labios. Sus historias hervían mi imaginación. Murió de enfisema pulmonar, ya muy anciana, según ella “de cualquier forma, tarde o temprano tiene que suceder”. Luego de su muerte y sin familia que se sintiera digna de vincularse con su pasado, en su testamento me heredó sus propiedades, a su única amiga.

Yo cuidé de Mildred sus últimos años, cuando veía fantasmas y gatos negros, cuando perdió la fuerza en sus esfínteres y tosía coágulos de sangre. Ella también cuidó de mí, me explicó que dios es una alegoría perfecta, un silogismo lógico, un acertijo sin respuesta, un adjetivo que no califica, una oración dubitativa, es un invento; puede ser que el más perfecto de todos. 

Pero en esta historia Mildred solo juega una pieza, indispensable por supuesto, de todo el engranaje logístico que con el Obispo habíamos elaborado. 

Desde chica siempre fui muy aburrida, fui siempre lo que se esperaba de cualquier niña bien portada. Amo la limpieza y me causa placer ordenar cosas, he sido siempre así. Recuerdo que en mi primer año de colegio la maestra me premiaba, por ser la única niña obediente y me dejaba utilizar la plastilina y las temperas a mis anchas, fue allí en donde me enamoré de los colores y de las formas. Recuerdo con asombro y asco ver como los demás niños se comían los crayones y la goma, se embarraban la ropa con pintura; eran para mi como salvajes. Yo adoré mantener siempre la simetría de los bordes. 

Copiaba dibujos de un libro de anatomía que había en la librera de casa, esa fue mi segunda escuela, y lo hacía cada vez con más exactitud, mi padre era médico y mi madre profesora de historia en la universidad. Ellos conocían al Padre Elía, un hombre peculiar, extranjero, con una presencia muy llamativa, magnético y siempre con la frase indicada para toda ocasión. Aprendí también que los sacerdotes son personas con cierta autoridad y que hablan en nombre de un Dios. Padre Elía visitaba mucho nuestra casa, se había convertido en una presencia habitual para mí. En su cumpleaños 40 decidí hacer un retrato a lápiz de su rostro, hasta el momento había sido mi mejor trabajo, todos decían que había logrado captar en un dibujo fielmente su personalidad. En la sala parroquial se veía el retrato que presumía siempre como: la obra maestra de una niñita prodigio. 

En mi adolescencia seguía dibujando como un pasatiempo placentero, pero no tenía idea a que me quería dedicar. Un año antes de mi graduación Padre Elía, quien se convirtió en mi padrino y guía espiritual, me hizo una propuesta irresistible. No podía creer que a mis 19 años estaría viviendo en otro continente y mucho menos estudiando arte en una universidad prestigiosa. Esos cinco años serán para mi como la primavera de mi vida, aprendí mucho, me enamore, desenamore, me desenamoraron y me volví a enamorar. No hablo solo de alguien, hablo también de la vida en general, de alguna comida, de algún vicio, de cosas, costumbres o lugares. 

El Padre Elía fue quien corrió con todos los gastos y mis padres me enviaban algún dinerillo extra para “lujos o caprichos”. Viví como desenfrenada. La única condición que se me planteo fue regresar al quinto año y así fue, además regresé graduada con honores, esa fue mi tercera escuela.  

Al regreso y ya con 24 años, me preocupaba emplearme y Elía, como siempre, tenía la solución para eso, con su recién asenso a la curia como Obispo de la diócesis más importante del país, venía mi hora de pagar. 

Una semana después de mi regreso me convocó a una reunión importante, yo sería la encargada de la restauración y mantenimiento de todas las obras artísticas antiguas que adornaban las iglesias del centro de la ciudad y de paso las de los edificios gubernamentales. Fue tiempo de mucha actividad. Al siguiente año pasé de ser una encargada regional a ser: Directora de restauración y conservación del patrimonio artístico de la nación. Elía no solo era el Obispo, no era una simple figura religiosa, estaba dentro de la estructura política del estado como uno de los principales asesores. Es correcto cuando dicen que el verdadero poder es el que no se ve. 

Elia tenia un plan más para mí, un plan que aun no me había revelado. Fue en ese momento que Mildred apareció en mi vida. Recuerdo que fue camaradería a primera vista, tenía un semblante muy amigable, una forma de ser extravagante y las maneras de una emperatriz. Trataba de “cariño” a Elía y él no podía despegar los ojos de su escote de mujer fatal. El plan ya había sido probado antes, pero no había ido bien, faltaba una pieza indispensable, el pincel y el ojo de un artista que estuviera familiarizado con el arte colonial. O sea: yo. 

Una de las piezas más impresionantes que adornaban la Catedral era la representación barroca de la Ascensión de Jesús, un cuadro del que conocía cada pulgada cuadrada, pero esta vez, se me pidió hacer una réplica exacta de él. Además de replicar la obra, tenía también que ser convincente al darle el toque antiguo de la pátina, había que ser perfeccionista con obsesión, imitarlo todo, absolutamente todo. El óleo a través del tiempo se cuartea, es decir, se resquebraja, y esas grietas son igual de únicas que el propio cuadro.  Elía me lo propuso, y lo primero que vino a mi mente fue: falsificación de obras de arte sacro. 

En efecto, el Obispo era el engranaje político, Mildred el engranaje comercial y yo la artista. Era todo un negocio millonario del que ganaríamos los tres por partes iguales. El contacto estaba deseoso de ampliar su colección privada, y yo pasé seis meses encerrada en una celda del claustro de la Catedral copiando el cuadro. El resultado fue impresionante, sin embargo, mi copia no sería la que se iba a vender, mi copia sería la que iba a quedar empotrada en la catedral. 

Después de recibir medio millón de billetes, me di cuenta que podía emular la sublimidad de un cuadro de 300 años del que no sentía ninguna filiación o algo en común. Me di cuenta que esa había sido mi cuarta escuela. Con ese primer cuadro, vinieron cinco más, Mildred había viajado a demasiados países, en primera clase, conocía el circulo de falsificadores de cada esquina del mundo, conocía a los tasadores de arte y a los coleccionistas más exquisitos. Yo la acompañé en algunos de sus viajes de negocios: Martini Emiratos, Dubái taconea, rascacielos Shangay, exposición MET, foto Elíseos, pasarela Cibeles.     

Mi obra maestra sería una escultura de un metro ochenta del mismísimo Jesucristo. Elía mandó a pedir dos troncos de cerezo supongo que de muy lejos, una inversión importante. El trabajo tenía que quedar impecable, la gente pasaba horas viendo contemplativamente el rostro de ese Jesús, estaban familiarizados con cada pliegue de su túnica, con todas las ondulaciones de su barba y cabello, era un ícono religioso, un tótem, un ídolo. También esculpí un Jesús Nazareno, una Virgen del Rosario y un Niño de pesebre. Nadie noto la falta de los originales, los míos sabían engañar muy bien pero ya no producían milagros. 

Recuerdo perfectamente el día en el que atraparon a Mildred, ella tenía afición a coger con curas, decía que no había cosa prohibida que le excitara tanto, como cumplir las fantasías sexuales de esos pobres hombres condenados al celibato, le excitaban los perros lastimeros.  Las piernas de Mildred eran como dos retablos barrocos, eran arte, incluso ella decía que su cueva era sagrada, que la lubricación de su vagina era como agua bendita, que sus vellos púbicos eran el sucedáneo de la barba de Dios en esta tierra, porque allí se oficiaba cada domingo la misa de media noche. Ya había robado joyería sacra: rosarios de plata, pañuelos bordados con hilo de oro; también copones y demás utensilios sagrados antiguos. Sin embargo, su obra maestra le costó 25 años de vida.

En su juicio, nunca nos delató, era una dama incluso cuando tenía puestas las esposas y un overol gris. La corona de la Virgen de los Remedios jamás fue encontrada, pero una cámara de vigilancia oculta descubrió a la Virgen hablando con Mildred, ambas lloraron por al menos una hora, se contaron sus problemas, sus carencias, sus anhelos frustrados y como era de esperarse Mildred la mal aconsejó, según sea de donde se analice es posible que al mismo tiempo la haya aconsejado bien. La Virgen le regaló su corona y le dijo que valía mucho y que procurara gastar el dinero en vivir al máximo la vida, que hiciera todo lo que ella nunca había podido hacer.

Fausto Rosales


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Ejercicios de escritura creativa

Escritura a partir de un signo zodiacal

Instrucción

Escribir un texto tomando las características del signo zodiacal tauro.


Textos

Mosh

Había un agujero en su vientre y no me refiero al disimulado hueco de su ombligo, que era el centro de mi imaginación. Era más bien un agujero que se asemejaba al espacio entre sus dos dientes frontales; cuando reía con la mandíbula apretada me gustaba pensar que era por donde su risa escapaba. Se permitía una lonjita disimulada y una cucharada extra de azúcar en la leche del desayuno, también despertar hasta tarde y el desorden del nido en su cabeza. Aun así el agujero permanecía. 

En una olla vierta tres tasas de agua, póngala a calentar y antes que rompa a hervir vierta media taza de avena en hojuelas. Al momento de integrar la avena debe bajar la llama y mover constantemente para que no se pegue, queme y rebalse, omitir este paso puede causar la ruina. Cuando las hojuelas tengan un aspecto inflado agregue dos cucharadas de azúcar o tres, depende que tan golosa sea ella, un pellizco de sal para equilibrar los sabores y un pellizco de canela en polvo para dar un gusto a mañana celestona de domingo. Continúe removiendo hasta que tenga una consistencia espesa y pegajosa. Emplatar puede ser divertido: vierta la avena en un plato hondo y un chorro de leche fría para que no se queme la lengua, además puede cortar en rebanadas finas un banano o cualquier fruta, incluso nuez de macadamia o cualquier otro fruto seco. Si en algún caso el azúcar no fue suficiente o agregó solo una cucharada, el dulzor puede ser compensado por círculos concéntricos hechos de miel. 

Había un agujero en su vientre y ella me decía que solo una cosa haría desaparecer ese espacio vacío, frío, terroso e incómodo.

Fausto Rosales


Cosas de decisión

Ella – Vamos, señor director (haciendo pucheros). Yo tengo que estar con el coprotagonista. Debe escuchar mis sugerencias (demandante). 

Señor director – Vaya, ¿cómo lo quieres? (harto)

Ella – Joder, siempre hay que rogarlo para todo (molesta). Quiero que tenga una mirada coqueta, que sea muy sensual… (soñadora)

Señor director – qué ganas lidiar con tu bipolaridad. (Susurro)

Ella – … Quiero que sea atento… Quiero que tenga cuernos. Aunque las estrellas le dicen a todo el mundo que los míos, con emociones extremas, no pueden estar con los suyos porque los cuernos los hacen tercos. 

Señor director – ¡Carajo contigo! (grita molesta) ¿Qué ganas con estar pregonando tu libertad? Sabes bien que ellos buscan relaciones con el tiempo. 

Ella – Si yo quiero puedo estar con uno de ellos. (Decidida)

Señor director – ¿Qué más? 

Ella – Que sea meticuloso, ordenado. Aunque sé que se enojan mucho. Es que cada vez se  me antoja cada vez más.

:::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::.Tiempo después::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::.

Ella – Me he enamorado. (se ve sencilla)

Señor director – ¿De quién? (sorprendido)

Ella – Me hizo un contrato porque nuestro amor no lo puede saber nadie. Él me leyó con una mirada. Sabía que debía estar en el cielo para calmarme. 

Señor director – Tienes que calmarte.  (Asustado)

Ella – No me importa si me toman 4 años para enamorarlo. Lo amo. Es tranquilo. Pude estar en un sofá recostada en él. Amamos el sexo, ama mi cuerpo. 

Señor director – Sabes que las estrellas mandan. (tono de advertencia)

Ella – A nosotros ya no. Ellas nos cuidan… Confían cuando es autoritario, claro, siendo yo tan volátil, él es rígido. También confían en su estabilidad y así como le gusta la comodidad he aprendido a ver el mundo con esa paz. 

Señor director – ¡Es que es imposible!

Ella – Nos acabamos de unir… 

Raquel Pérez


Ritmos…

Ella vendría a comer a casa. No lo podía creer. Era la primera reunión con mis padres y deseaba que todo fuera perfecto. Al despertarme hice un listado de todos los quehaceres pendientes. Haría ejercicio de 6 a 6:30 am. Luego, correría un poco de 6:45 a 7:30 am. Posteriormente, me pondría a barrer y trapear esto lo haría mmmm de 8:00 a 10:00 am. Al trapear siempre me ha gustado ir juntando la basurita y el polvo que queda luego de barrer. Arrastro el trapeador por cada cuarto y luego, con una servilleta húmeda palpo el piso y recojo el polvo. Siempre he agradeceré aquel tutorial en el que explicaban que el polvo se recoge de mejor manera con las toallas húmedas, indicaban que de esa manera uno se ahorra el sufrir con el polvo. Siempre he tenido un poco débiles los pulmones y entonces, descubrir dicho truco me llenó de alegría. Era una minuciosidad, pero me alegraba. Limpiaba cada rincón de la casa, a sabiendas que ella no pasaría siquiera al sanitario. Mi madre me preguntó qué pasaba. Le indiqué que vendrías a comer, habíamos quedado a las 3 pm, pero quería que todo estuviera perfecto desde la una. Recuerdo que tenía 10 minutos para bañarme y 5 para cambiarme. Me preguntaba si era mejor al revés. Diez para cambiarme y cinco para la ducha. Entre tanto, habían pasado dos minutos y debía adecuar el horario. Ahora debían ser seis para bañarme y seis para cambiarme, no cabía ninguna discusión al respecto…. La esperé, juro que la esperé. Dio la 1 pm. y esperaba ansioso cerca de la puerta para que el sol del exterior no le molestara mucho…, lo juro, dieron las 3 y mi ansiedad llegó a un punto límite. Mi madre me decía: dale tiempo, ya vendrá. Señores, si, les hablo a ustedes, a ustedes que leen esto, seguro ya sabrán qué pasó, o se lo preguntarán, tal vez alguno se preguntó qué cociné, qué íbamos a beber, o si terminamos encerrados revolcándonos luego de una cuarentena… pues no, ni siquiera llegue a sentir sus manos sobre la puerta de casa y yo, aún sigo esperando…

Juan Pablo González


Texto de tauro

Junto a la ventana, con la compañía de un plato de comida, cada vez más frío. Solía quedarse largo rato observando a través de los vidrios. A pesar que el paso del tiempo le hubiese impregnado de humo de locomotora las pupilas.  Se sentaba allí para conversar íntimamente con el reflejo del cristal.

Hoy era uno de esos días en que paulatinamente la memoria le taladraba los tímpanos con el sonido de las cucharas, los tenedores, las copas y los cuchillos sobre la fina loza esmaltada. Tan solo el choque casual de la cristalería. El desafortunado exquisito aroma de los manjares. El sonido ensordecedor en su cabeza, de cada bocado siendo masticado y tragado. La sensación de mil clavos recorriendo desde el paladar hasta el estómago. La incertidumbre de esperar hasta saber si sería el último bocado.

Ciento veinte minutos, eran una eternidad. Un día más, tres tiempos de comida más. Cada digestión era una épica interpretación de El Anillo del Nibelungo en sus intestinos.

Hasta ese día que pudo huir, sin voltear a ver atrás. No obstante llevándose la estancia en aquella escuela abandonada en sus átomos. 

Y a él. Al líder que le marcaría la vida. A quien no había visto mas que en fotografías del reich:   elegante, solitaria, carismático, fuerte, obcecado… Y lejano, como un toro en su corral.

Un bocado más. Respira, muerde, siente…traga vida.

Rosmeri Ramírez