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Bibliófila extraterrestre Opinión

¿Por qué se fue? ¿por qué murió?

En estos tiempos de pandemia, de reflexión y mucho retraimiento, he estado pensando mucho en las pérdidas de personas queridas y lo doloroso que es saber que hay seres irremplazables en nuestras vidas… el caso (para no entrar en profundidades) es que estas cavilaciones me llevaron a pensar ¿Qué sería de mis historias favoritas, si cierto personaje no hubiese muerto?

Estuve investigando y respecto al desarrollo de personajes literarios, hay muertes necesarias (las que son indispensables para que la historia tome el giro requerido) y gratuitas (las que no tienen repercusión en la historia).

Entonces, comprendí que hay muertes que tienen que ser parte de la trama, para que la historia tenga el impacto deseado. Por ejemplo: en Bajo la misma estrella, Gus tenía que morir, para que yo llorara, y para que el final de la historia fuese desgarrador. Cuando leí Yo antes de ti, guardé toda la esperanza que me encontraría con un final tipo Disney, pero ¡NO!, el caso es que la muerte de Will también era necesaria.

Pero luego vinieron a mi cabeza algunas muertes gratuitas (o lo son para mí, porque eran de mis personajes favoritos). El primero que se me vino a la mente fue … claro que sí, Dumbledore ¿por qué se fue? ¿por qué murió? (si lo leíste cantando, eres de los míos. ¿La historia de Harry Potter hubiese sido la misma, si Dumbledore no hubiese muerto? Sra. Rowling, ¿era necesario que lo matara? Pero no solo esa muerte, nos hizo llorar, porque justo cuando empezamos a entender a Snape y hasta nos encariñamos con él, llegó Nagini y acabo con la empatía.

Debo confesar que lloré cuando Bellatrix acabó con Sirius. Sirius Black personificaba la felicidad cercana para Harry, al fin parecía que dejaría atrás sus penurias; sería un niño amado por alguien que lo aceptaba tal como era y de repente, mueren con él todas nuestras expectativas de una vida feliz. Una muerte necesaria, lo sé, pero que destruyó por momentos mi ánimo.

En El señor de los anillos, Gollum debía morir, era una muerte necesaria, porque él debía destruir el anillo único. Pero yo me encariñé con el personaje, y las conversaciones con su alterego Smeagol (¡que bien pensado, Sr. Tolkien!)

Una historia cargada de muertes inesperadas, donde sufrí de principio a fin, fue Juego de tronos. Algunas, la verdad me parecieron producto de la justicia, como la de Ramsay Bolton o Joffrey Baratheon. Otras, fueron indispensables para la trama, porque si Ned Stark no moría, no había historia… le perdono semejante muerte a G. R. R. Martin. Pero, ¿era necesario la boda roja? ¿Cómo dejaron que Melisandre sacrificara a Shireen? !Hodor, HODOR¡ que era como un osito cariñoso y terminó ahí, sujetando esa puerta… No quiero hablar del final de la serie, porque sé que G. R. R. Martin terminará la historia de modo impactante (con muertes necesarias y gratuitas) e inolvidable.

En El Conde de Montecristo, el padre debía morir, para que los acontecimientos tomen su curso, y la historia sea tan maravillosa… pero como duele; digamos que esa muerte era necesaria. Ahora, Sr. Shakespeare, ¿era necesario que Romeo y Julieta se murieran de una manera tan desafortunada? (y tan desesperantemente absurda), supongo que esa es la sustancia de las tragedias Shakespearianas, pero que ganas de ir a zarandear a Romeo o derramarle el veneno a Julieta, con un manotazo.

Claro que esas muertes le dan impacto a las historias (sean necesarias o gratuitas), al final, hacen que esos personajes sean inolvidables y que sintamos la necesidad de guardar luto por la pérdida. Puede parecer absurdo , pero es un hecho que algunos especialistas han investigado al respecto, según afirma Sandoval (2015) quien indica que la pérdida de un personaje duele, porque nos reflejamos en ese ser ficticio y de alguna manera hemos creado nexos emocionales; es por ello que sentimos luto y la pérdida de este personaje tiene un peso emocional.

Como en la vida, la muerte (necesaria o gratuita) viene cargada de lecciones, algunas marcan hitos en nuestras vidas, otras pasan… Pero, si tú eres de los que sufre cuando un ficticio llega a su fin, tengo una noticia para ti: Estoy contigo y somos muchos.

Referencias:

Sandoval, C. (2015). El luto por los personajes de ficción sí existe. El Comercio. https://www.elcomercio.com/afull/luto-muerte-personajes-seriesdetelevision-emociones.html

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Ensayo Opinión Verbologías del equilibrista

Notas sobre tecnociencia y reconfiguración económico-política

I

Hay acaso una forma destacada en que la tecnociencia contemporánea es una de las bases productivas para soportar las crisis cíclicas del mundo económico. En los términos de uno de los debates clásicos en la teoría económica de raigambre marxiana, la tecnociencia ha venido a representar una posibilidad de recuperación del capitalismo ante la caída tendencial de la tasa de ganancia histórica, y ello por medio de un reajuste sistémico de la producción social de valor económico mediante la mercantilización en escalas técnicas y bióticas impensadas. 

En este sentido, es útil recordar que la economía se ocupa, entre otras magnitudes sociales, de la comprensión de las crisis sistémicas: es una interpretación acerca de la capacidad de adaptación sistémica traducida en capacidad de valorización al interior de un sistema de sistemas cuya dinámica son ciclos tras ciclos de procesos críticos de destrucción creativa (innovación en sentido schumpeteriano) y valga la redundancia, destrucciones destructivas. En el estado actual de los procesos de valorización económica ligados a la tecnociencia, ella funciona como motor de ampliación significativa de los procesos de valorización económica en sostenidos contextos de crisis; es una vía de amplificación, una capacidad, de concretar valores de cambio científico-tecnológicos y asignarles un rol en el mercado, ya sea como 1) cinturón de fuerza que permita retener para el capital el privilegio de producción de valor, ya sea para 2) amplificar y renovar dicha producción, que es, en verdad, un entero socio-metabolismo. Como podrá suponerse, la dinámica en que se da este proceso es en verdad bastante incierta. A decir de Claudio Katz (2001),

La dinámica súper competitiva que prevalece en el “high tech” y la batalla por capturar una renta tecnológica, permanentemente amenazada por la caída de los precios retrata un cuadro de revolución tecnológica, pero en condiciones muy inciertas. Cuando se trabaja con un margen de beneficio tan amenazado por la competencia deflacionaria, sólo la sustancial ampliación del mercado permite seguir valorizando el capital (ibid.).

De esta forma, la tecnociencia funciona como una contratendencia explosiva de carácter histórico e incierto que definiría una nueva época de destrucción creativa schumpeteriana en la producción social. Se trataría, en tal caso, de una contratendencia crítica y característica del presente, en que los procesos de apropiación/expropiación de la riqueza pública y social existente —esto es, la conversión en mercancías de los recursos naturales, estratégicos, genéticos y culturales—, enmarcan continuamente la crisis sistémica por la que atraviesa el sistema-mundo en las décadas de desarrollo del capitalismo avanzado, pero sin llegar a definir una nueva era dorada en la producción capitalista o un boom sostenido hacia la superación de la lógica de escasez que el propio sistema impulsa para autolegitimarse.

II

La economía-política, subsume (no solo en el terreno de los fenómenos superficiales, como el intercambio y producción de mercancías en el mercado) a los procesos de producción científico-técnica que, por su parte, no hacen más que ampliar su horizonte de visibilidad y acción para la producción de valor. Se trata de una doble determinación del capitalismo contemporáneo: la tecnociencia es un inédito rostro del capitalismo avanzado y la economía-política es el espacio relativamente vacío que resignifica a la “innovación” (con sus ciclos de auge y crisis recesivas) por medio, ahora, de la “revolución tecnocientífica”. 

En palabras de Claudio Katz, en referencia al componente informático de la tecnociencia, lo realmente novedoso en la transformación tecnocientífica, «no es la gravitación de la información en la economía, sino el desarrollo de una tecnología para sistematizar, integrar y organizar el uso económico de la información» (Katz, 1998ª: 1). Si la tecnología es el proceso de la aplicación del conocimiento científico a la producción social, hay que tener en claro que las normas que regulan dicho proceso son las propias del capitalismo. 

Para este autor, el «cambio tecnológico» lo es precisamente en el nivel de una reorganización de las fuerzas productivas del capital. Pero se trata de una reorganización (por subsunción) de la tecnología revolucionada al sociometabolismo del capitalismo contemporáneo, y sus productos se someten a los ritmos que el mercado de las innovaciones impone. Sin poder escapar al ritmo vertiginoso de la acumulación con todas sus consecuencias sociales, termina por integrarse a la continuidad de los ciclos de crisis y auge que hacen parte de la historia del capitalismo en cuanto modalidad de realización de la civilización moderna. En este caso, la producción tecnocientífica no representa el horizonte de superación de los ciclos de crisis recurrentes en la historia de la modernidad capitalista, sino un reajuste a nivel productivo definido por procesos de innovación cuya tendencia en términos de ganancia global histórica está aún por definirse. De aquí que toda formulación de un telos poshistórico tecnológico, posindustrial o tecnocientífico, no haga más que estatuir un mito ideológico y una ilusión de superación de lo que es realmente constitutivo de la modernidad capitalista. 

III

A la celebración de las bondades de la sociedad informatizada y tecnocientífica, con su evangelio sobre las ventajas liberadoras de las mercancías simbólicas y de las nuevas tecnologías (compartida por autores tan disímiles como Castells, Hardt, Lash o Toffler) se opone precisamente el hecho de que tal sociedad de la información y el conocimiento es, a la vez, una concepción del mundo surgida en un contexto de crisis de reposicionamiento que busca diseñar maneras (tecnocientíficas) de renovar los ciclos de producción, distribución, circulación y consumo del capitalismo. Y tal rediseño, como bien anota Javier Echeverría (2003), corre a cargo de diversos agentes: gobierno, corporaciones, universidades, etc., de tal manera que hay una participación pública y privada, por así decirlo, en la producción tecnocientífica en un contexto de crisis.

La cercanía entre crisis, gobierno, tecnología y capital es bien abordada El mundo tras la era del petróleo (1985), donde Bruce Nussbaum ya situaba a la OPEP como precursora de la crisis de la era pos-petróleo y, a la vez, casi accidentalmente, detonadora de la revolución tecnológica que sobrevino; de tal manera que, para él, la racionalidad gubernamental (neoconservadora), la crisis norteamericana, la tecnociencia, así como la informatización que la acompañaba, iban de la mano. No es, entonces, como parecen pensar no sin ingenuidad Castells o Michael Hardt, que la revolución tecnocientífica e informática que son parte de la producción actual, supongan el paso hacia una sociedad distinta que supera los viejos métodos de apropiación/explotación capitalista por medio del uso comunitario de bienes simbólicos: el “capital intelectual” de que habla Javier Echeverría. Ante lo que estamos es una redefinición del mundo social moderno/capitalista por medio de su subsunción en una reestructuración productiva. Gonzalo Zavala Alardín, incluso diría que es una retórica progresista (la tecnocientífica y de la sociedad de la información) que esconde viejas nostalgias conservadoras cargadas de ideología (1990).

Viendo críticamente tal celebración de las virtudes que podríamos llamar tecnocientíficas y en el entendido no determinista, pero sí precautorio, de que la tecnología no se determina a sí misma, no configura un mundo nuevo de manera asocial y autonomizada respecto a los procesos históricos, sino que ella es determinada por el proceso social de la acumulación, podemos entender cómo se somete a las reglas de la competencia y el beneficio para lograr “innovar”, de tal manera que no hay algo como un imperativo tecnológico (Katz, 1998b: passim). Hay determinaciones de carácter histórico-social y económico-políticas en el mundo tecnológico. No es la tecnociencia (juzgada como promesa de conciencia planetaria e indicio cuasi teológico irrefrenable de la misma) la que determina al mundo, sino que ella es determinada por la suma de las relaciones productivas que lo integran. 

Conformándose como complejo de complejos conceptual, la tecnociencia, es parte (subsumida) y producto de una totalidad que transforma la naturaleza de los objetos que la conforman (ciencia y tecnología) en mercancía. De ahí que la naturaleza de la acción tecnocientífica cambie profundamente las naturalezas anteriores de la acción científica y de la acción tecnológica. Por eso, con tino, Javier Echeverría, sostiene que “la revolución tecnocientífica crea una nueva modalidad de capitalismo, el tecnocapitalismo, muy diferente del capitalismo industrial” (Porta, 2016). 

Hasta aquí y juzgada de esta manera, como hipotética contratendencia a la caída de la tasa de ganancia histórica, la tecnociencia permitiría la expansión de los límites de crecimiento del capital, puesto que no incide meramente dentro del “mercado” como realidad fija históricamente constituida y terminada (locus del intercambio de bienes de consumo fenoménicamente trazables e insuperables), sino que, tendencialmente, incide en las ramificaciones todas de la entera vida socio-biótica, que devienen potencialmente mercancías presentes y futuras en niveles moleculares. Sin embargo, es preciso indicar que el curso de dicha contratendencia tecnocientífica no es claro aún. No parece todavía posible señalar que la tecnociencia representa una revolución a nivel de la recuperación en la tasa de ganancia global para el capital, deviniendo en una contratendencia definitiva a su tendencial caída en el marco de los ciclos de auge y crisis históricos. Para economistas y tecnólogos no está claro todavía que el proceso de reorganización y crisis del capital en que se inserta la tecnociencia pueda derivar en crecimiento económico en el largo plazo (Katz, 2001). 

IV

Para la teoría económica neoclásica, que es la que mayor influencia tiene en el campo de las acciones económico-políticas, la revolución tecnocientífica vendría a ser un proceso “innovador” de maximización (su posibilidad, ante todo) de la producción bajo condiciones de escasez. En este sentido, dicha teoría económica presenta el cambio tecnológico que viene de la mano de la informatización, le tecnogenética y las biotecnologías, etc., bajo los estrictos términos de una reactualización tecnificada para contrarrestar la escasez por el camino de una artificialidad expansora de los mercados, aplicados a metabolizar otras dimensiones de “lo vivo”, o si se quiere, de la Naturaleza. Se impone una definición de lo Natural tecnocientífico en contra de toda la dispersión que el pluralismo y relativismo culturales puedan apreciar como característica fundamental del sistema global viviente. Por ello Sunder Rajan (2006, passim), crítico de tales posiciones neoclásicas, piensa al gen como una unidad que, apropiada por las corporaciones capitalistas, resignifica ampliamente, por el camino de la innovación, la relación entre inputs y outputs económicos al ensanchar el campo del conocimiento tecnológico; el capital tendría una función parasitaria pues busca agentes de hospedaje a los que “cobra” a nivel material, simbólico, discursivo, etc. Los nombres de la subsunción pueden multiplicarse analíticamente hasta donde nuestra imaginación lo permita. Sin embargo, es posible afirmar que el objeto tecnocientífico así producido por la teorización neoclásica es fundamentalmente conceptuado en una ausencia de movimiento: el objeto tecnocientífico es estático. No podría lidiar con la tecnociencia como dinámica sometida a las tendencias históricas y sus combinaciones inter-temporales. 

V

En el entendido de que la economía de corte capitalista es 1) una economía monetarizada de producción (y no una de intercambio), es decir, un modelo con supremacía de la actividad de producción/acumulación sobre la de intercambio/realización, y en donde 2) el motor de la actividad de producción es la inversión (acumulación privada de capital), aunada a decisiones de orden empresarial con capacidad de modificar con dinamismo el avance tecnológico y el uso combinado de factores productivos, es que se sostiene la ya referida relación de subsunción de la tecnología y la ciencia por el capital (Fugamalli, 2010: 27). Incluso revisando las tesis de Javier Echeverría (2003), que, aunque no profundiza en el contenido de la relación capital-inversión, sí hace mención de ella, es posible sostener que, en la tecnociencia, la inversión representa la manifestación del poder del capital. Tanto ha crecido tal poderío que, para comienzos del 2000, este autor ya notaba que si en “1968, la industria norteamericana sólo invertía en I+D la mitad que el Gobierno Federal [en] 1980, pasó a invertir más, tendencia que ha proseguido en las últimas décadas del siglo XX, hasta llegar al 70% de inversión privada en la actualidad” (2003: 19). 

Si acordamos que de la inversión dependen los éxitos del proceso de acumulación de capital, entonces es posible pensar que ella es una forma de poder en la tecnociencia (biopoder diría Sunder Rajan). Y lo es justo porque de ella dependen las modalidades/formas de la tecnociencia contemporánea. La inversión capitalista otorga por un lado 1) poder sobre los productos (mercancías) tecnocientíficas, ofertando la posibilidad de decidir cómo han de producirse (pero también su precio y cantidad) y 2) poder y, por ende, control, directo o indirecto (según las peculiaridades de la mercancía tecnocientífica concreta) sobre el trabajo tecnocientífico (y diría Foucault, sobre el cuerpo y la mente de los individuos), esto es, sobre las actividades propiamente tecnocientíficas. 

Lo anterior se liga con la noción de acción tecnocientífica de Javier Echeverría (2003), de evidente contenido económico y político, y sus condicionamientos, que no pueden ser establecidos en meros términos de un conflicto de valores donde lo económico (y con él, lo político) es tan solo un elemento más, pues, como lo sostenemos, tiende a subsumir y articular la totalidad tecnocientífica. 

Referencias: 

  • ECHEVERRÍA, Javier. La revolución tecnocientífica, México: FCE, 2003. 
  • FUGAMALLI, Andrea. Bioeconomía y capitalismo cognitivo, hacia un nuevo paradigma de acumulación, Madrid: Traficantes de sueños, 2010. 
  • KATZ, Claudio. “Crisis y revolución tecnológica de fin de siglo”, Realidad Económica, núm. 154, febrero, 1998a, pp. 34-49.
  • KATZ, Claudio. “Determinismo tecnológico y determinismo histórico-social”, Redes, vol. V, núm. 11, junio, 1998b, pp. 37-52.
  • KATZ, Claudio. “Mito y realidad de la revolución informática”, 2001, consultado en línea en: http://lahaine.org/katz/b2-img/Mito%20y%20Realidad%20de%20la%20Revoluci%C3%B3n.pdf 
  • NUSSBAUM, Bruce. El mundo tras la era del petróleo. México: Editorial Planeta, 1985. 
  • PORTA, Patricio, “Diálogos: Javier Echeverría”, Página 12, 16 de mayo de 2016, consultado en  línea en: https://www.pagina12.com.ar/diario/dialogos/21-299425-2016-05-16.html
  • SUNDER RAJAN, Kaushik, Biocapital: the constitution of postgenomic life, EU: Duke University Press, 2006. 
  • ZAVALA, Alardín. La sociedad informatizada, México: Trillas, 1990.
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Notas finales sobre imaginerías ilustradas … (IV y última)

En las últimas entregas de esta columna, he intentado esbozar lo que podría llamarse una crítica al liberalismo decimonónico mexicano. Sin embargo, frente al triunfo del liberalismo de ayer y a su radicalizada y sumamente destructiva reedición en el llamado neoliberalismo de hoy, caben unas notas finales. Valgan pues las siguientes líneas como una suerte de corolario sobre los delirios liberales decimonónicos y sus aspiraciones nunca realizadas de ser abrazados por la civilización capitalista euro-norteamericana, por encima de sus grandes mayorías «bárbaras» («atrasadas» o «subdesarrolladas», se dirá después). Pienso que no es ocioso regresar a buscar los indicios del desastre presente en el siglo XIX. Al final, las obsesiones liberales, se hallan fuertemente emparentadas con las del actual y hegemónico neoliberalismo en su mismo núcleo de supuestos normativos (sean ellos ontológicos, éticos o epistémicos), regulando todos ellos generalizadas y entronizadas prácticas sociales de muy diversa dimensión organizativa y económico-política. De ahí la relevancia que cobra el estudio del liberalismo de ayer para la comprensión del presente como historia.

I

La materialidad económica, política y social de la historia de las repúblicas latinoamericanas, viene acompañada de una gran ficción que se expresa como voluntad violenta de ser lo real, y que tiene el depósito metafísico de sus fantasías en el discurso fundacional de tales repúblicas oligárquicas. Se trata de la configuración ocultadora e ideológica del hecho fundacional de la barbarie modernizadora, hecho que entonces aparece ficcionalizado y travestido en la forma de la “sociedad política” de los señores de la producción. Es en este sentido, que las repúblicas latinoamericanas emanan de un artificio ficcionalizador —aquello que Valery llamaba la edad de las ficciones—, ahí donde la violencia se disfraza, precisamente, de civilización y progreso. No hablamos aquí de las viejas «robinsonadas» de la economía política y el liberalismo clásicos —con sus «estados de naturaleza» y sus individuos solos y aislados—, sino del aparato legitimador del poder político en las sociedades moderno-capitalistas, poder que se despliega ocultándose al mismo tiempo a través del recurso a la ficción. El núcleo paranoide y delirante de los discursos producidos por las élites liberales decimonónicas se inscribe en esta urdimbre.

Por otro lado, podemos incluso afirmar, que tal estratagema legitimadora de las relaciones de dominación/explotación/conflicto —que son constitutivas de la heterogeneidad ancilar latinoamericana—, es esencial para el propio devenir de la modernidad capitalista, pues ella implica, ciertamente, una mitificación y un ocultamiento de la violencia que define su carácter y sus críticas modalidades de desarrollo, marcadas así por la desmesura productivista a costa de los más.

II

La estratagema ficcionalizadora de la violencia y la desmesura del sistema, se ha presentado bajo los nombres de progreso y civilización, generando modalidades binarias (civilización y barbarie, lógos y mythos, etc.) que funcionan como 1) expresión de ontologías totalizantes y esencialistas destinadas a preservar una clasificación social ventajosa para los poderosos y 2) naturalización de la violencia política adelantada por las élites liberales. En el seno de tal estrategia, históricamente exitosa, descansan contradicciones abismales nacida de su universalidad exclusivista y colonial. A pesar de ello, perdura el consenso a su favor a través del tiempo, y en muchos sentidos seguimos atados a sus ilusiones y a sus “ensanchamientos” epistémicos como únicas salidas racionales a los dilemas del presente. En el proceso de despliegue de tal modalidad de dominación, la política revolotea entre la fundación “elitista» —combinada con formas continuadas de «epistemicidio»—, y una monología caracterizada en el presente por una política a-política, es decir, la anti-política de la reestructuración de la totalidad social neoliberal. La continuada repetición de sus slogans conforma a una “sociedad civil” que, avanzando dentro del armazón del miedo respetuoso a la “mano invisible”, quiere ver en la auto-negación el principio de toda civilidad y de todo comportamiento y hacer racional.

III

Ciertamente, los liberales decimonónicos han querido hacerse pasar por “hombres de espíritu”. Está ahí cifrada gran parte de su debilidad y de la equivocación de sus tendencias. Embebidos por la ilusión liberal han sido incapaces de llegar a conocer su lugar en el proceso de producción. Son pues hombres hechos de la realidad en permanente crisis de la que quisieron emanar artificialmente triunfantes, pero en cuyas contradicciones no han querido ahondar más allá del discurso.

Los “hombres de espíritu” han querido elevarse por encima de la situación crítica en que se vieron envueltos invocando el alto soplo de la civilización, que es, por definición, el anhelo de ninguna parte, un discurso alucinante que alumbra con vértigo y vehemente lógica de explotación los lugares por donde pasa a ciegas. Los liberales mexicanos, sin haber hecho la carrera a ciegas, han querido elevarse por encima de sus propios pasos después de todo y, ya presa de su propio delirio, han buscado ser “hombres de espíritu”. Más la realidad de la explotación no puede ser vencida por el Espíritu —que mira desde su desmesura—, sino por aquellos que habiendo recorrido el camino se tornan ellos mismos en la geografía del mundo y sus heridas.  

No basta con corroer desde dentro del poder político al “terror” pretérito, ni tratar de exorcizarlo con estrategias surgidas de la ilusión liberal. Los liberales mexicanos no renunciaron nunca a su cuna ni a su educación privilegiada; no dejaron de abrazar las ilusiones propias del Espíritu ilustrado ni desistieron de su ciudad letrada, que aunque con miradas en el abismo de lo “popular” y sus miserias, siempre se vieron a sí mismos como la voz de una sociedad que se levanta por encima de la sociedad real y la desdeña con la mirada de quien se sabe portador de una verdad imperecedera, verdad que tarde o temprano ha de realizarse por la palabra de un moderno augur que predice la llegada del futuro destronado por los errores del pasado.  

He ahí el gigantismo del liberalismo latinoamericano y su discurso —gigantismo que inflando la palabra, trata de ocultar su debilidad, es decir, la pérdida de vigencia o la debilidad de esa palabra como lugar de la toma de decisiones y de la actuación de la voluntad política—, que hubo querido cargar con la inmensa carga del Espíritu para aniquilar al pasado y a su propia condición de anclaje al pasado colonial, que no es otra cosa que el relato de un pasado que los criollos independientes construyen para luego demolerlo —con voluntad cesarista— y darle así sentido a su propia metafísica, a su propio y recién adquirido esencialismo, moderno y antimoderno a la vez.   

Personajes como Fray Servando Teresa de Mier o Lorenzo de Zavala (no otros como el ya tratado Bustamente) pudieron ver al “hombre abstracto” del liberalismo y adivinar su limitada suerte en medio de un nacimiento (el de la nueva República) que llevaba ya la mácula de una crisis permanente. Más no pudiendo renunciar a la sombra de las faldas que aquel hombre abstracto les hubo prodigado como escudo protector, hubieron de construir su discurso de crítica al pasado colonial desde las categorías y formas de fe que aquel resguardo les ofrecía. Declararon siempre henchidos en su ilusión, añorando un futuro al que se mira desde un tiempo ausente (que es un tiempo que no llega, gobernado por el deber ser y no por el saber estar), y que tenía en Norteamérica, Inglaterra y Francia sus más contundentes demostraciones.  

Lo revolucionario no estaba ciertamente en oponer el Espíritu del liberalismo moderno y capitalista al “terror” del pasado colonial, como quisieron creerlo los liberales latinoamericanos. No se trataba de la lucha del Espíritu contra el pasado reaccionario opuesto al Progreso, sino de la lucha de los miserables, los colonizados, contra todo yugo ya no sólo colonial, sino contra la misma dinámica de la colonialidad del poder que pervive más allá de las independencias político-administrativas decimonónicas. Un intelectual, para ser revolucionario, tiene que ser traidor a su propia clase, los liberales ciertamente no lo fueron. Sólo buscaron una «mejor versión», en algunos casos purificada por el trabajo, más acabada y consciente de sí por la fuerza de su ímpetu de apropiación, que si bien es prólogo de muchas vilezas, pensaban, constituye la única vía posible para alcanzar la civilización y el natural orden de las cosas, dos metas imposibilitadas por la presencia de los errores coloniales, con todas sus pervivencias nativas, antimodernas y bárbaras.

IV

Se cierran estas notas finales con un comentario relacionado con el mencionado Lorenzo de Zavala, de quien suele decirse que fue un traidor. Tal es su lugar en el relato de la historia nacional mexicana tras haber apoyado la causa separatista de los texanos en 1835-36. Sin embargo, pienso que sigue siendo un personaje fundamenta para entender los descalabros del liberalismo mexicano en el siglo XIX, y, por lo tanto, el malogrado nacimiento de la república mexicana.

Tan sólo quisiera decir que no es claro que haya traición a una patria que no existe más que como entelequia elitista o como afirmación realmente maravillosa. Puede que su radical fe liberal, se dice, le llevara a integrarse a las filas del proyecto norteamericano, donde habían alcanzado su máxima realización (o eso creía él) el fundamentalismo de la propiedad, la civilización y el progreso; había que acelerar y dejarse llevar por esa marcha y es así como debe entenderse quizá su idea sobre la sangrienta victoria que los EU tendrían tarde o temprano sobre las «naciones incivilizadas». Puede también que haya visto no más que por su interés como propietario de extensiones importantes de territorio en Texas. Difícilmente puede argüirse, por otro lado, como se ha hecho (con sensiblería nacionalista), que fue su falta de arraigo patriotero (o del esencialismo reaccionario que supone todo nacionalismo) lo que derivó en la traición, pues no existía en aquel momento una clara noción de patria ni del consiguiente “sentimiento patriótico”. De estas tres hipótesis quizá esta última demuestre mejor la pervivencia idealista de una condición alienada propia del discurso histórico nacionalista. De alguna manera Zavala percibía lo ilusorio de la República independiente y se fue, con sus propias ilusiones, hacia un lugar que le permitiese quizá, una más cómoda realización de su utopía privada.  

Los traidores son un elemento esencial del relato nacionalista, así como los héroes. Le dan sentido a dicho relato y le permiten mantenerse en permanente respiración artificial. Las glorias cesaristas de la historia nacional, protagonizadas por héroes y traidores, están fraguadas en la victoria del liberalismo mexicano. Sabido es (pero a lo mejor no suficientemente) que los vencedores han escrito la historia de México (y de Latinoamérica). Las heroicas tragedias de los liberales, sus batallas fundantes de la promesa del progreso y la civilización en el siglo XIX (en contra de la pervivencia del fantasma colonial y la barbarie), así como las nunca terminadas empresas de la modernización, el crecimiento y el desarrollo que maman de sus supuestos travestidos, ya en el siglo XX y lo que va del XXI, forman parte de esa victoria inflada y neurótica que oculta el patrón de poder constitutivo que está en el centro del desastre latinoamericano. 

Como bien decía Bolívar Echeverría —acerca del curso de la “fatalidad” en que se va desenvolviendo nuestra historia desde la fundación de las Repúblicas independientes, ahí donde nada, en el escenario de la política, ha sido realmente real y en cambio todo ha sido realmente maravilloso—: 

La vida política que se ha escenificado [en las Repúblicas latinoamericanas] ha sido más simbólica que efectiva; casi nada de lo que se disputa en su escenario tiene consecuencias verdaderamente decisivas, o que vayan más allá de lo cosmético. Dada su condición de dependencia económica, a las Repúblicas nacionales latinoamericanas, sólo les está permitido traer al foro de su política, las disposiciones manadas del capital, una vez que éstas han sido ya filtradas e interpretadas convenientemente en los Estados donde él tiene su residencia preferida. Han sido Estados capitalistas adoptados sólo de lejos por el capital, ciudades ficticias, separadas de “la realidad”.

V

Como se dijo al iniciar estas notas finales, asomarse en la historia del siglo XIX sigue siendo uno de los caminos posibles para explicarnos el embrollo de nuestro presente sin presencia. Aún vivimos de varios de los sentidos y vicios presentes en su historia. A lo largo de estas entregas, hemos querido trazar algunas hipótesis iniciales que pueden servir para plantear preguntas problemáticas con miras a rescatar la historia que vive bajo los grandes monumentos nacionales. Certamente, no se trata de reducir el sentido de la historia a la crítica del liberalismo, la realidad es más compleja que las simples ilusiones liberales. Pero la persistencia de las mismas en la forma de su radicalización neoliberal hace pensar que dicha intromisión es necesaria y productiva, pues ella puede ayudarnos a destrabar y quizá desmontar los marcos normativos en que solemos basar nuestro “sentido común” y sus ideas de presente, pasado y futuro. En última instancia puede ayudar a “vernos” y a comprender el calado histórico de la crisis epocal que nos va tocando vivir, una en donde, más que nunca, el abandono radical de las ilusiones (neo)liberales será clave en la búsqueda de una reconfiguración renovada de la existencia social.

Nos encontramos el mes que viene.

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Los monstruos ¿existen?

Soy madre de un precioso niño de 6 años, a quien a veces la imaginación le juega sucio. Recientemente, esa cabecita llena de maravillosas historias, ha creado algunos seres que le generan un poco de miedo. Para combatir con esos seres fantásticos que le generan recelo y temor, inventamos una fórmula secreta y la colocamos en un aspersor, de manera que en el momento de sentir miedo él pueda verter nuestra fórmula en pequeñas dosis y ESPANTE AL MONSTRUO.

En la dinámica de crear nuestro aerosol y escuchando las historias de mi hijo, recordé algo que leí de Guillermo del Toro (el genio que dirigió Hellboy, el laberinto del fauno, el orfanato y más), quien dijo: «Desde la infancia he sido fiel a los monstruos, me han salvado. Porque los monstruos, creo, son los santos patronos de nuestra dichosa imperfección. Y permiten y encarnan la posibilidad de fallar y vivir«. Stephen King (lo amo y lo saben) se refirió también al tema, aduciendo que: «Los monstruos son reales, y los fantasmas también son reales. Viven dentro de nosotros y, a veces, ganan«.

Entonces, pensando y pensando me decidí a escribir acerca de los monstruos emblemáticos de la literatura. Debo comenzar con la historia de Frankenstein o el moderno Prometeo, donde un científico crea a un monstruo que aterra a una aldea, este relato fue escrito por Mary Shelley, (el monstruo NO SE LLAMABA Frankenstein, ya saben), la historia es increíble y debo decir que solo al final del libro el lector entiende quiénes son los verdaderos monstruos (un clásico que les recomiendo leer).

Drácula, de Bram Stoker, por su puesto es un personaje que trasciende en el tiempo y nunca deja de ser interesante (casi como Chayanne). Este monstruo a inspirado muchas historias más, vinculadas con la inmortalidad y el vampirismo (si lo primero que te vino a la cabeza fue Crepúsculo… no te perdono).

Cthulhu, presentado por primera vez en  La llamada de Cthulhu, escrito por Lovecraft, quien en su momento despertará de su letargo, saldrá de las profundidades del mar y gobernará la tierra (sí, es el mismo del que canta James Hetfield – Metallica, en The Call of Ktulu).

En Harry Potter, algunos indican que Voldemort era el ser más aterrador de la historia, otros convergen que los monstruos aterradores era los Dementores, pero debo decir que según como yo lo veo, el verdadero monstruo ahí era Dolores Umbridge (la odié con todo mi ser, es un monstruo tan malvado como insoportable).

Hyde, de El extraño caso del doctor Jekyll y el señor Hyde, escrito por Robert Louis Stevenson, es un monstruo de lo más espeluznante, porque da la sensación de ser probable. Cuando el Dr. Jekyll toma la poción que creó y separa de sí mismo la parte malvada que todos llevamos dentro, surge el Sr. Hyde, capaz de cualquier atrocidad (eso es lo que da miedo, que todos tenemos ese lado oscuro, que en algunos emerge más que en otros y no deja de ser pavoroso)

Cierro con el monstruo de libros que más ha impactado a mi hijo, ese ser espeluznante fue Beldam (La otra madre) en Coraline, escrita por Neil Gaiman. Le pareció el ser más aterrador que jamás haya visto y no solo por que se convierte en araña, o porque tiene botones en lugar de ojos. Él se figuro que era la encarnación del terror porque suplantar a una mamá NO ESTÁ BIEN, «no quisiera que nadie se haga pasar por ti», fue lo que me dijo (lo amo, es adorable, lo sé).

Mientras mi hijo le tema a seres malvados que existen en su imaginación, con el espanta monstruos en el aspersor, lucharemos sin descanso contra ellos. Lo pavoroso, para los adultos, viene cuando a esos monstruos los consigues por ahí, andando en la vida real y no necesariamente tienen tentáculos o colmillos afilados, ni se alimentan de sangre o se visten de rosa y aman a los gatos (Hmmm, creo que eso tal vez sí).

¿Crees que los monstruos son solo fantasía que presentan libros y películas o son reales para ti?

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Empecemos el 2021 con spoiler

El 2020 fue RARO, en toda la extensión de la palabra. Un virus vino a acabar con nuestra normalidad, inició una pandemia, empezamos una cuarentena que ya excedió los 9 meses, se perdieron empleos, cerraron librerías, quemaron bibliotecas, pero sin duda lo más extraño fue perdernos; perdernos de todo.

Perdimos condiciones físicas, capacidad para interrelacionarnos, cumpleaños, nos perdimos de tantas celebraciones y de compartir también las tristezas, se dispuso que el distanciamiento es una medida preventiva y entonces nos perdimos de abrazos, de estar con los amigos y con la familia.

Algunos perdimos más, perdimos seres amados que ya no estarán para abrazar cuando acabe el distanciamiento físico, se fueron miembros de la familia, que son irremplazables (sí, estoy sensible). Lo que no debemos perder es la linda costumbre de lavarnos las manos, de usar tapabocas y contar los finales de las películas, libros, cortometrajes, etc.

Haciendo zapping infinito en Netflix, encontré un corto animado, llamado: If Anything Happens I Love You (traducción: Si algo me pasa, los quiero) (me dio hasta con el balde… sin andan con el corazón arrugadito, les recomiendo que NO LO VEAN)

Este corto no dura más de 12 minutos, pero está cargado de pura emotividad. Refleja el desasosiego y la tristeza en la vida cotidiana; además de los recuerdos que albergas cuando pierdes a alguien amado. Refleja un acto violento, sin necesidad de hacerlo explícito y se utiliza de modo recursivo del blanco y negro en las escenas, solo hay color cuando los recuerdos son felices (me encantó).

No hay diálogos, no hay subtítulos, solo imágenes que expresan claramente el mensaje, el dolor profundo de una pareja, por la pérdida de su hija. El final del corto me hizo reflexionar, debemos vivir cada día como si fuera el último (suena cliché, pero puede suceder). Los que sufrimos por la muerte, somos aquellos que quedamos vivos, quienes lidiamos con las ausencias y el dolor.

If Anything Happens I Love You, fue nombrado como Mejor Cortometraje de Animación en el Festival de Cine de Omaha y se estima que será nominado a los premios Oscar 2021 (no soy de la Academia, pero TIENE QUE GANAR)

Perdonen la intensidad, les prometo que la próxima publicación será de felicidad absoluta. ¡Ahhhh y vean el corto! y me cuentan qué les pareció (si no lloraste con este corto, ni tampoco lloraste viendo Coco, examina tu genealogía, puede que seas descendiente de Voldemort)

Dedicado a Alonso, a Pina y a todos aquellos que nos dejaron en el 2020. Aquí seguimos viviendo sin ustedes, lidiando con su ausencia y acostumbrándonos, apenas, a que no estarán más.

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Svetlana Aleksiévich, léela y serás parte

Svetlana Aleksiévich es una escritora bielorrusa, cuyos inicios fueron como reportera de prensa. Estos inicios se hacen evidentes en la manera como narra los hechos en sus novelas y plantea los testimonios de los personajes, en sus historias.

Es ganadora del Premio Nobel de Literatura 2015 y la considero una de las representantes más emblemática de la novela evidencia, también llamada novela colectiva (yo la considero… ¿soy una experta? no, pero nadie ha dicho que lo era). Este tipo de novelas no son ficción, basan su narrativa en testimonios y hechos reales.

Algunos de los temas que aborda esta autora, de manera recurrente en sus libros giran en torno a hechos históricos, como:

  • La II Guerra Mundial y las mujeres que lucharon en ella (SÍ, mujeres peleando en guerras. No, no es una metáfora… nada de la guerra de Divas o peleas por ofertas del Black Friday)
  • La extinta Unión Soviética y algunos acontecimientos vinculados con la misma (como la explosión de la planta nuclear de Chernóbil) y fenómenos sociales relacionados con esa época (por ejemplo: suicidios luego de la caída de la Unión Soviética… hay gente que prefiere morir cuando su ídolo no está. Por eso, no tengan ídolos o adoren a Janis Joplin o Kurt Cobain, que ya están muertos hace rato)

Sus escritos están basados en testimonios personales, por lo que en su narrativa se destaca la esencia humana, las emociones, los sentimientos, las sensaciones. Además, deja muy clara su postura política. Leer sus relatos me hizo sentir parte de los acontecimientos históricos que menciona, logró ponerme en la piel de sus personajes.

Recién estoy conociendo a esta autora y hasta ahora me tiene enganchada. Svetlana se autodenomina «historiadora del alma» porque de la historia solo conocemos los hechos y ella quiere mostrarnos la esencia de las personas que estuvieron ahí, que vivieron (y sobrevivieron) a lo que sucedió. Y debo decir que encaja esta autodenominación, perfectamente con lo que he leído de ella, hasta ahora.

Llegaron a mis manos, en forma de obsequio (gracias a mi bookdealer) La guerra no tiene rostro de mujer y Voces de Chernóbil, estas obras me han marcado, ya no veo la historia con los mismos ojos.

En La guerra no tiene rostro de mujer, la autora plantea una realidad (desconocida para muchos, incluyéndome) donde muestra a las mujeres que combatieron en la II Guerra Mundial. El relato lo construyó a partir de testimonios reales de mujeres rusas que combatieron en el Ejército Rojo y es el reflejo lo que sintieron, cómo las marcó la guerra y lo que significó ser parte de un batallón. Esta obra no se trata de la guerra, se enfoca en reflejar las vivencias de aquellas mujeres que muchos no sabíamos que existieron, hasta que Svetlana Aleksiévich les dio voz (¡BIEN, Svetlana!, eres tú la voz de quienes no fueron escuchadas).

Voces de Chernóbil, es un libro prohibido en Bielorrusia, por cierto, en pleno siglo XXI prohiben libros con mucho disimulo, pero sigue sucediendo… (TORQUEMADA1 lárgate ya). A través de esta obra, pude vivir con la protagonista todo lo que le aconteció; sentí la tristeza, la desesperación, el cansancio, el amor y la abnegación infinita. Es maravillosa la manera como esta escritora me hace vivir un momento histórico ajeno a mi generación, te sientes parte de todo el acontecimiento y creo que eso tiene mucho valor, sobre todo por la premisa atribuida a Jorge Santayana, que versa «quien no conoce la historia está condenado a repetirla».

Si estás buscando algo interesante que leer, te recomiendo ampliamente a Svetlana Aleksiévich (considera que la recomendación no viene de una experta, sino de mí, con mucho cariño y pizcas de sapiencia), siempre que tu sensibilidad te permita vivir en tu propia piel, la angustia de la guerra, el dolor de perder a quien amas en condiciones muy adversas; pues, esta mujer es tan buena escritora, que el relato lo sentirás como tuyo. Léela y serás parte.

1 Tomás de Torquemada, (1420 – 1498) fue Inquisidor General de Castilla en 1483. Obtuvo numerosos beneficios (sobre todo, económicos) como Gran Inquisidor y parece que disfrutaba mucho su labor de prohibir libros y torturar gente. Si quieres saber más, pueden revisar https://historia.nationalgeographic.com.es/a/tomas-torquemada-gran-inquisidor_14689

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¿Quieres vivir en una isla desierta? Pregúntale a la Baronesa

Para celebrar día de muertos, empecé a buscar leyendas aterradoras, para estar a tono con relatos espeluznantes de aparecidos, almas en pena y todo lo demás. Entonces me encontré con la historia de La Baronesa de Galápagos.

Esta historia es de miedo puro y duro, pero no es leyenda, es una historia real.

A la isla Floreana (Galápagos – Ecuador), llegaron colonos provenientes de Alemania y Suiza, con el fin de vivir apaciblemente, lejos de las bulliciosas ciudades. Estos primeros colonos eran bastante conservadores (algunos vegetarianos) y trabajaban a diario para cubrir sus necesidades, considerando que la isla estaba casi desierta. 

Pasado un tiempo, a la isla desierta y pacífica, llegó una mujer desenfadada y extrovertida, llamada Eloisa Wagner de Bouquet, quien se autoproclamó La Baronesa de Galápagos

La Baronesa llegó con sus amantes (algunos historiadores indican que eran 2, otros cuentan 3, del tercero no se habla mucho en las fuentes que consulté). Adicionalmente, esta Baronesa guapa y ambiciosa, tenía el proyecto de construir un lujoso hotel, para las élites europeas. Estas ideas (la del hotel y la vida “libertina”) no encajaban en el proyecto de los primeros colonos. 

Las relaciones entre los habitantes de la Isla Floreana se hicieron tensas y muy agrias. Al punto de discutir por el agua, por el estilo de vida y por el territorio que cada familia ocupaba. Lo que pasó después sigo siendo un misterio hasta la actualidad.

El 27 de marzo de 1934, la Baronesa de Galápagos y su amante Phillipson desaparecieron por completo sin dejar rastro. Hay historias contradictorias al respecto, algunos de los habitantes de la isla indican que la pareja había zarpado en un barco que pasaba hacia Tahití. Sin embargo, nunca se registró que tal barco hubiera llegado a las costas de Galápagos por esos días. El otro grupo familiar, relata que escuchó un grito largo e inconfundible y luego se enteró de la desaparición. Afirman que ningún barco pasó esa noche por esas costas.

Hasta el día de hoy nadie sabe de su suerte, excepto que las pertenencias de la baronesa fueron encontradas en su residencia, pero ningún rastro de ella.

Quedó sólo uno de los amantes de la Baronesa, en Isla Floreana. Quien poco después de la desaparición de ella, decidió volver a Europa. Se subió a un pequeño bote que pasaba y se dirigía hacia la isla San Cristóbal, pero el desventurado hombre nunca llegó a su destino.  Meses después sus restos fueron encontrados momificados en la isla Marchena (lejos de San Cristóbal) donde había fallecido por deshidratación, junto al marinero que guiaba la pequeña embarcación donde había abordado meses antes.

Pero siguieron los sucesos en la isla, pues uno de los colonos falleció poco después de una intoxicación alimentaria, por ingerir un ave que él mismo había cazado (él era vegetariano…) Algunos sospechan que fue envenenado por su pareja, quien regresó a Alemania poco después, escribió sobre sus hazañas y luego buscó tratamiento en un sanatorio.

Como sobrevivientes de esta historia, solo quedó una familia, quien tuvo descendencia en Galápagos y hasta la fecha son habitantes de la Isla.

¿Qué pasó en Isla Floreana? ¿Dónde está el cuerpo de La Baronesa y de su amante? ¿Por qué la pareja del vegetariano que murió en Galápagos se internó en un sanatorio?

Definitivamente lo pensaré mejor, cuando diga que quiero irme a vivir a una isla desierta.

Los cuentos de muertos y aparecidos no asustan tanto, cuando la realidad nos abruma, como le sucedió a La Baronesa.

¡Feliz día de muertos!

Fuentes consultadas:

Endara Zabala, D. (s.f.). La historia que escandalizó Galápagos. https://www.academia.edu/35339393/La_historia_que_escandaliz%C3%B3_Gal%C3%A1pagos

Endémica Tours (s.f.). Floreana. https://www.endemicatours.com/tours-gal%C3%A1pagos/tours-full-day/floreana/

Ufo e Mistérios Inexplicados (2015). O mistério de Galápagos. https://vk.com/topic-75131526_31420125

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Quino inmortal

Esta publicación tenía la finalidad de celebrar el cumpleaños de Mafalda (cumplió 56 años, este 29 de septiembre de 2020)

Resaltaba que los planteamientos filosóficos de Mafalda siguen vigentes, comentaba que siempre me he identificado con esta niña curiosa, observadora y perspicaz, que hace preguntas incómodas para los adultos (pregúntenle a mi mamá). La tira cómica de Mafalda presenta personajes adorables, con personalidad bien definida, parecidas a alguno de nuestros amigos o conocidos.

Todos conocemos a un Miguelito, ese gran amigo, con el que cuentas siempre. Seguro conoces una Susanita (conozco demasiadas para mi gusto), también un Felipe, ese chico, con pensamiento profundo que es divertido en su existencialismo. Quien no tiene entre sus amigos a un Manolito, quien cree que pensar que las bibliotecas fueran más importante que el dinero, es cosa de extremistas. Un Guille o una Libertad, que nos llenan de picardía y defienden sus ideales, respectivamente.

Pero mientras estaba en mis cavilaciones, reflexionando acerca de lo maravillosa que es Mafalda, me sorprende la noticia, este 30 de septiembre de 2020, ha dejado el plano físico, el genio creador de esta tira cómica. ¡Quino se ha ido!

Y no se me ocurrió nada más que echarle la culpa a este 2020 (este año que ha traído pandemia, cuarentena, crisis… qué más puede pasar en este año … !BOOM¡ Quino murió) y esta ilustración refleja perfectamente lo que se me viene a la cabeza, en este justo momento:

Alguien sabe como??? | Citações, Frases lindas, Frases
(Quino, 2004)

Pero, para no sumergirnos en lamentos, deseo honrar la vida de este brillante caricaturista, de los mejores de América Latina. Es por ellos que me enfoco en su obra. Además de Mafalda, Quino publicó otras historias, como:

  • La buena mesa: tiene una perspectiva gastronómica y narra la vida cotidiana de sus personajes, hay una cargar de crítica social, basado en los hábitos de consumo, trato para los que atienden las mesas y la gula.
  • Humano se nace: esta obra de Quino, hace una crítica a la religión, a la política, a la falsa moral, siempre con ironía y con un humor muy inteligente.
  • Simplemente Quino: es la última obra publicada por este gran maestro. Es una visión personal de los asuntos que a él le preocupaban, plantea el paso del tiempo, la vejez, la pareja el sexo, el arte y la salud (no lo tengo aún y lo quiero para atesorarlo, quererlo y mimarlo)

Quino era un hombre tímido, que huía de las conferencias y las grandes aglomeraciones y vivió a la sombra de Mafalda. Nos regaló grandes obras, pero la niña curiosa y preguntona permaneció en la memoria del colectivo, sin dejar de ser la protagonista.

Él nos mostró que el humor puede ser crítico e inteligente (incluso muy negro). Que el humor puede generar reflexión y además su legado erige a Mafalda como la mejor filósofa de la posmodernidad. Que me perdonen Quino y Rosa María Rodríguez Magda (una gran filósofa de la era posmoderna), pero es mi parecer. Y no sólo yo pienso así, Saramago le dijo a Quino: «Mafalda fue mi maestra de filosofía y debería ser de lectura obligatoria, pero no en los colegios: en las universidades» y Quino se ruborizó (El mundo de Sophia, 2018, párr. 10) (no estoy al nivel de Saramago, seamos francos, pero ¡tenemos esto en común! siento que gané el lotto… disculpen, continuemos…)

El humor de Quino, logra risas a carcajadas, pero esas carcajadas te dejan el cerebro encendido y de repente explota la reflexión que duele. Quino inmortalizó su genialidad y sus personajes atemporales, quienes nos siguen invitando a reír y a reflexionar, reflejando lo mal que estábamos y lo mal que seguimos (siguiendo con el humor negro).

Quino, gracias por ser políticamente incorrecto, por poner incómodos a muchos y por darnos contenidos maravillosos, llenos de inteligencia y sabiduría. Aunque este genio no se desdibuja, porque su obra es eterna e inmortal, estoy de luto por una gran pérdida para la humanidad y como diría Felipe: «He decidido enfrentar la realidad, así que apenas se ponga linda me avisan»

Referencias:

El Mundo de Sophia (2018). Quino: historieta de una filosofía. http://www.mundosophia.com/quino-historieta-de-una-filosofia/

Quino (2004). Toda Mafalda.

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Libros envenenados en la vida real, en novelas y en juegos de video

En Dinamarca encontraron tres libros envenenados, según un artículo publicado por The Washington Post, en el 2018 (Sí, recién lo estoy leyendo, tengo que ponerme al día… lo sé)

El hecho es que, en la sección de libros raros de una Universidad en Dinamarca consiguieron unos libros cuya cubierta estaba envenenada con arsénico.Los contenidos de las obras, versaban acerca de historia y una biografía sobre figuras religiosas, todos datados entre el siglo XVI y XVII, según BBC News Mundo (2018, párr. 2)

Lo más curioso es que descubrieron que están envenenados por pura casualidad. Los investigadores deseaban comprobar si estos ejemplares tenían fragmentos de manuscritos medievales, pero, una capa verde esmeralda (que asumieron, era pintura muy densa) no les permitía realizar dicha verificación.

Fue entonces, cuando decidieron enviar los ejemplares a un laboratorio especializado y a través de algunos análisis de fluorescencia de rayos X, verificar si había fragmentos de manuscritos. No obstante (OH SORPRESA), la capa densa no era pintura color esmeralda, era arsénico.

La hipótesis de los científicos indica que el veneno protege a estos libros, con la finalidad de evitar que los insectos bibliófagos no puedan darse un gran banquete de libros raros y acaben con sus contenidos y su historia. Los libros fueron resguardados, siguiendo criterios de bioseguridad, con el fin de evitar que el veneno se transfiera a otros por el roce, o que pueda envenenar a algún lector.

Me parece lógico que se utilizara arsénico como repelente de insectos, en la Edad Media. Pero Umberto Eco nos regaló un clásico, donde propone un objetivo distinto, para el veneno en los libros.

En nombre de la Rosa, es esa novela maravillosa donde Eco nos invita a pensar que había algún monje celoso de los contenidos de estos libros y los envenenó para evitar que quien los leyera difundiera su información (me gustan las teorías conspirativas, así que me quedo con esta razón. Por cierto, esta novela es fabulosa, los invito a leerla… aunque ya les revelé el misterio del monasterio, sé que sabrán perdonarme)

Para que me perdonen el SPOILER, les dejo La abadía del crimen, inspirado en la novela En nombre de la rosa http://www.abadiadelcrimenextensum.com/el-juego/. Un juego de 8 bits, creado en 1987, divertido y muy apegado a la historia, donde el Fraile Guillermo de Baskerville debe resolver las misteriosas muertes en una Abadía.

A propósito, también hay una película con el mismo nombre, donde el protagonista es Sean Connery (el Fraile Guillermo del juego, se parece mucho al de la película, ya lo verán)

Fuentes consultadas:

BBC News Mundo (2018). El enigma de los libros venenosos hallados en la biblioteca de una universidad de Dinamarca. Recuperado de https://www.bbc.com/mundo/noticias-44802179

Erickson, A. (2018). Three poisonous books were found in University of Southern Denmark’s library. Recuperado de https://www.washingtonpost.com/news/worldviews/wp/2018/07/10/three-poisonous-books-were-found-in-university-of-southern-denmarks-library/

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García Márquez ¡lo lograste!

Gabriel García Márquez es uno de los autores latinoamericanos más reconocidos a nivel mundial. Su obra más famosa y precursora del realismo mágico es Cien años de soledad. Aunque él afirma que su mejor libro fue sin duda, El coronel no tiene quien le escriba.

Recientemente, vi un documental dedicado al autor (casualmente fue el mismo día que falleció su esposa, Mercedes Barcha Pardo) y conocí un poco más de la parte humana de Gabo, la cual puede resultar una perspectiva que se nos escapa cuando idealizamos desde la fama a las personas que admiramos.

Entendí muchas cosas de la obra de García Márquez al saber que su primera infancia la pasó con sus abuelos maternos.

Su abuela era una mujer muy supersticiosa, llena de miedos que transmitió cada día a su nieto Gabriel (puede ser este el antecedente de la presencia de vestigios esotéricos, mágicos y sobrenaturales que plantea en algunos de sus escritos)

Su abuelo un militar retirado al que nunca le pagaron la pensión que le correspondía, la cual esperó hasta el final de sus días (¿te suena esto como parte de algún relato del autor?)

Compartió su vida con algunas mujeres, pero desde su niñez estuvo enamorado de Mercedes, quien luego se convertiría en su esposa. Ella fue la inspiración de muchos amores presentes en su obra. El mismo García Márquez le atribuye a Mercedes, la responsabilidad de haber sostenido el hogar mientras él escribía a tiempo completo, lo acompañó desde sus inicios, lo vio consagrarse como Premio Nobel de Literatura y estuvo a su lado cuando el cáncer lo venció.

Gabriel García Márquez no perteneció a un partido, pero tuvo una vida política muy activa. Se involucró en algunas acciones, como conversaciones de paz con el ELN, apoyó la independencia de Puerto Rico, fue un gran amigo de Fidel Castro y también mantenía conversaciones habituales con Bill Clinton (quien, por cierto, era un fan de su obra)

Un hombre inteligente, que se mostraba probo, ufano y desenvuelto, un escritor brillante capaz de transmitir emociones y sentimientos a través de su obra. Leyendo acerca de su vida, me queda claro que tuvo logros, aciertos, fama y fortuna. Pero también vivió algunas desventuras, en las que se inspiró para transmitirnos chispas de las emociones más nefastas.

García Márquez escribió tres obras que, a mí, me parecieron fascinantes aunque me contagiaron una infinita desolación y tristeza (sí, yo sé que es contradictorio… me leí estos libros que me dejaron al borde de la depresión, pero los considero obras maestras, esto solo lo pueden lograr los buenos escritores con historias maravillosas).

Esas tres obras, son:

  1. El coronel no tiene quién le escriba: la historia es triste, llena de desolación y una soledad que abruma. El final es tan abrupto y desconcertante, que tuve que ir a una librería para comparar mi libro (que era muy viejo y ajado) con uno nuevo; pues yo estaba convencida que a mi libro le faltaban páginas (y no, no le faltaban páginas… ¿a alguien más le pasó lo mismo?)
  2. El general en su laberinto: dónde se refleja a un Simón Bolívar muy lejano al héroe que nos muestran en los libros de historia de América Latina.
  3. Memoria de mis putas tristes: refleja la vida de un anciano lleno de manías, encerrado en sus propios pensamientos y cavilaciones, que vivió una vida rodeado de mujeres pero nunca encontró el amor, hasta que al final de su vida llegó de manera inesperada, en la piel de una joven que no buscaba a quien amar. Esta historia es especialmente perturbadora, porque aborda temas polémicos en su trama y un controvertido desenlace.

Gabriel García Márquez alguna vez hizo la siguiente afirmación:

Yo escribo simplemente para que mis amigos me quieran mucho y para que los que me quieren mucho me quieran más. Por eso hago lo posible para que mis cuentos sean tan sencillos y bien armados, y tan fascinantes para los adultos, como lo es ‘Caperucita Roja’ para los niños.

Extraído de Centro Gabo (2019) https://tinyurl.com/y36qat9t

Gabo, aunque no puedas leer esto, te digo que yo te quiero y cada vez te quiero un poco más (¡lo lograste!, eres y serás un genio)

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Dos caminos, pero solo un campeón. Bayern Múnich vs Paris Saint Germain en Lisboa

¿Es, como dice la canción de Revólver,
otra historia como tantas
de amor y de mala suerte,
y de un destino traidor?

Juan Villoro, a lo mejor citando a alguien de cuyo nombre de puedo acordarme, dice que el partido perfecto es aquel que termina sin goles, ya que no se cometió ningún error y es en esa disputa en donde podemos apreciar más que nunca el sentido táctico de la estrategia futbolística: dejemos por un lado el ballet de los artistas flotando sobre el terreno de juego, dejemos también por un lado ese genio desequilibrante que con una finta inesperada logra abrir el partido y dejar sentados a un par de defensas, dejemos entonces que el juego de mesa tome protagonismo y solo queden dos pensadores / intelectuales del deporte haciendo su trabajo, moviendo cada piececita con mucho cuidado, con el temor de arruinar la trayectoria del club, con el temor de arruinar la carrera de alguna futura promesa a despegar / la carrera de aquel que quiera posicionarse en la élite de élites, el Olimpo consagrado / su misma carrera después de todo, la del DT, tantas veces tan odiado, tan amado, tan ignorado. Cuántas veces ellos mismos, el DT (masculino o femenino), se ha condenado diciendo que si el equipo gana es gracias a los jugadores, pero si pierde es completa responsabilidad suya, ¿es esto una de las grandes injusticias de la vida cuando deja el alma para procurar darle una buena dinámica a su equipo y un equilibrio desenfrenado al autoestima de sus jugadores, por no decir el sudor, la voz y algunas veces las lágrimas en su línea técnica a un costado del campo? El DT es un león enjaulado que, cuando las cosas van mal, ve cómo sin piedad un ente diabólico arremete contra sus muchachos y él no puede hacer nada, solo ver impotente, gritar que ya es suficiente, gritar que reaccionen sin que lo escuchen porque “hay golpes en la vida, tan fuertes… ¡Yo no sé…!”, a lo mejor, con suerte, realiza un par de cambios de jugadores esperando que ese hábil movimiento sea la solución de la paliza, pero otras tantas, en realidad las de más cuando el destino ya está escrito, para su perjuicio solamente realizó un cambio de víctima para continuar el martirio. Y, cuando las cosas van bien, la gloria de la batalla bien librada y bien ganada se la lleva el que anotó los goles, el cancerbero que impidió la sentencia de sus compañeros, el defensa que salvó en extremis o algún mediocampista que tomó la batuta del que dirige la orquesta que en los diarios se expondrán al siguiente día como el espectáculo estelar bien conjugado “del equipo / de los jugadores”; el DT si mucho será felicitado por sus mismos muchachos a la hora de ganar una copa y entonces, ahí sí, será alzado hacia el cielo como en ofrenda a los dioses pero, realmente, cuántos pueden lograr tal hazaña, cuántos son víctimas de los resultados y no de su ingenio táctico y entonces, de la forma más cruel les queda despedirse por la puerta de atrás o, si aún quedan fuerzas y orgullo para levantar la cara, mirarlos a los ojos y pronunciar unas palabras, dice un chau, hasta luego, hice que lo pude jóvenes, espero verlos en otra oportunidad.

Así se dio la final de la Champions League de este extraño y horroroso 2020 (temporada 2019-2020), con sendas curiosidades y, quizás, hasta acaboses del DT perdedor: Thomas Tuchel que entrena al París Saint Germain desde 2018 y Hans-Dieter Flick que dirige al Bayern Múnich desde finales del 2019, después de posicionarse como técnico interino tras el despido de Niko Kovac.

Tuchel llega para cumplir con la ansiada obsesión del magnate petrodolariano Nasser Al-Khelaïfi (una de las 100 personas más ricas del mundo) y del Qatar Sports Investmentpor ganar la Champions, pues en su torneo doméstico básicamente todo ya lo tiene ganado desde el papel, teniendo en cuenta una inversión de alrededor de ochocientos ochentaicuatro y piquito millones de euros en fichajes de mega-ultra estrellas del Deporte Rey entre 2011 y 2017 (sin contar las “pequeñas” contrataciones), lo que se estima que rondaría por los mil doscientos millones de euros. Sin embargo, por suerte el dinero no lo es todo, ¡ni siquiera en el futbol como piensan algunos ilusos!, Thomas en su primer año cayó contra el Manchester United en octavos de final con la azarosa y traicionera (siempre y cuando no esté de tu lado, claro) regla del gol de visitante, pero finalmente en su segundo año en el equipo de la Ciudad de las Luces logró dar un paso más en la orden qatarí llegando a la final del torneo de clubes más importante de Europa, pero todos sabemos que los jefes millonarios quieren los objetivos cumplidos sí o sí, por lo que no estamos aún seguros si la cabeza de Tuchel será perdonada por llegar al casi casi o si esos casi casi son insuficientes: “nos hemos dejado el alma en el terreno de juego. Es lo que se puede esperar en una final. No se puede controlar el resultado”, dijo más tarde el Thomas.

Si por un lado tenemos seguramente al PSG como el equipo europeo más despilfarrador de todos, por el otro lado está el Bayern Múnich que se jacta de ser el mejor equipo (o al menos uno de los mejores) en conservar un estado financiero estable, y de una forma u otra bien podría decirse que esta idiosincrasia se vio reflejada esta temporada con los resultados obtenidos tras convertirse en el segundo equipo europeo en lograr dos tripletes, lo que significa ganar la liga y la copa local (o doméstica, como les gusta decir a los comentaristas) y la escurridiza Champions League. En este privilegio de luminarias europeas solamente lo acompaña el FC Barcelona, quien esta temporada fue su víctima en los cuartos de final, atacándola a la yugular sin piedad alguna y sin chance de reacción.

Dos formas muy distintas de ver y planear un equipo de futbol, pero en busca del mismo objetivo.

Entonces, volviendo al partido, este estaba cerradísimo, un juego de ajedrez puro en donde el PSG se había acercado un par de veces de forma peligrosa al arco alemán pero, o pecaron de ilusos al no tirar a matar o la muralla de Manuel Neuer fue implacable, lo cual inevitablemente nos hace preguntarnos si a la hora de estar frente al marco en un mano contra mano y la jugada no acaba en gol, ¿el acierto es del portero o el error es del delantero? El PSG apostaba por el buen toque y la velocidad de Neymar, Mbappé y di María, y el Bayern por la templanza. El medio tiempo acabó con dos jugadas de peligro para cada quien y cada cual, y Jérome Boateng lesionado para dolor de cabeza del equipo bávaro. De esta forma, en el minuto 59del segundo tiempo, el equilibrio del tablero de las piezas bien colocadas se rompe cuando de Joshua Kimmich envía un centro y Kingsley Coman se encuentra más solo que un grito en el desierto, sin marca alguna, incluso sin aparecer sorpresivamente viniendo desde atrás, solamente ahí se encontraba, esperando un bombón que terminó siendo la pelota enviada “a la cocina” y zas, Keylor Navas nada pudo hacer porque el disparo de cabeza fue certero, a contramano y picando, tal y como lo mandan los manuales de futbol en el arte del cabeceo. Y así el partido fue todo para los alemanes, teniendo la posesión lejos de Neuer, con excepción de un susto que no llegó a más y sin el mejor día de las estrellas millonarias del PSG. Me imagino que, con el último pitido del señor árbitro, los qataríes suspiraron desde lo más hondo del pecho y menearon la cabeza de izquierda a derecha viendo pasar camionadas de euros y pensando, en la clásica frase que dicta que estuvo tan cerca y tan lejos, adiós amor mío / no sé si volveré… porque después de todo siempre son los alemanes los que terminan ganando porque no los liquidaste cuando pudiste. El PSG logró derrotar a sus fantasmas yendo a una final de Champions, pero Bayern le cobró derecho de piso: “Tenía la impresión de que el que lograra el primer gol iba a decidir la final”, sentenció el técnico del equipo francés.

Al final de cuentas este encuentro nos deja seis puntos interesantes:

  1. Y es que hiciste de todo para quedarte con la novia: salieron a cenar, fuiste un caballero, la trataste lo mejor que pudiste pero siempre no, gracias. Este fue el caso de Neymar Jr., el encargado de la odiosa frase que indica que debe “echarse el equipo al hombro”, sí, pero con 222 millones de euros cargando en la espalda, el fichaje más caro en la historia, el titán andando con una responsabilidad millonaria que representa esperanza y alegría. Asimismo, Kylian Mbappé, sopesando 145 millones de euros en sus zapatos, el segundo fichaje más caro en la historia, solamente le sirvieron para enviarle un tibio regalito al guardameta alemán. Y así fue, estuvieron tan lejos de lo que se esperaba de ambos…
  2. Una cosa nos lleva a la otra, no todo es dinero en esta vida porque una inversión de 367 no fue suficiente para llevar la Orejona a París, pero nos queda rondando una curiosa duda en el ambiente que se mastica en las salas de prensa, los periódicos, noticieros, mesas redondas de análisis deportivos: ¿es cierto que existe el hecho de la alcurnia / la casta en el futbol? Es decir que no solo se necesita abundante talento y una gruesa chequera sino también prestigio histórico de ciertos equipos para ganar las grandes finales, más si enfrente tuyo se encuentra un monstruo del futbol mundial, cosa que parece indicarnos por qué el Atlético de Madrid no pudo en dos ocasiones frente al odiado Real Madrid, el Tottenham frente al Liverpool al grito de guerra de “you never walk alone”, el Borussia Dortmund frente al mismo Bayern Múnich por mencionar algunos casos de los últimos diez años porque la misma historia puede observarse desde los octavos de final de cualquier gran campeonato.
  3. La inexorable ley del ex: un orgullo herido es la peor arma en la vida y en el futbol, asunto que hemos podido presenciar en una infinidad de casos y la final del domingo 23 de agosto no fue la excepción: Kingsley Coman, el verdugo del PSG, dio sus primeros pasos desde las fuerzas básicas e incluso hasta el debut en el club francés un febrero del 2013 con tan solo 16 años, y zas, vacunados.
  4. El Bayern se convirtió en el primer equipo en ganar la Champions con la perfección de victorias en todos sus encuentros, recordando que a partir de octavos de final solo se jugó a un partido, lo que no le impidió anotar en 43 ocasiones en 11 partidos.
  5. Flick ganó la Champions 2019-2020 en su primera temporada, ingresando al selecto grupo junto con Zidedine Zidane (2016) y Miguel Muñoz (1960) con el Real Madrid, Tony Barton (1982) con el Aston Villa en aquellos lejanos años de equidad económica y por lo tanto equidad en cuanto al poderío de cada club, Pep Guardiola (2009) y Luis Enrique (2015) del FC Barcelona; y si no estoy mal también se convirtió en el tercer entrenador en conseguir un triplete en su primera temporada junto con los ya mencionados Guardiola y Luis Enrique. Hazañas distinguidas para situaciones distinguidas en un año distinguido.
  6. En el Estádio da Luz en Lisboa no entró ningún aficionado por las medidas de seguridad impuestas por la FIFA, por lo que hubo una extraña combinación de profesionalismo y la sed de alentar cual hincha a su equipo por parte de los jugadores del Bayern con gran aliente y del PSG en menor medida, y así el único murmullo que nos rememora al ambiente de un estadio repleto fue gracias que no se olvidaron del primigenio amor al futbol, del jugador número doce, el grito de fuerza que acompaña a los once elegidos por un equipo y once por el otro para representar a la tribu.

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El animé de Studio Ghibli… me encanta

Studio Ghibli es un estudio japonés de animación, fundado en 1985, por Hayao Miyazaki e Isao Takahata.

Por cierto, como nota curiosa, Miyazaki trabajó en sus inicios como dibujante en Toei Animation y tuvo participación en series animadas, como:

  • Heidy (la niña que saltaba en las nubes, cantando: «Abuelito dime tú, ¿qué sonidos son los que oigo yo?… Dime por qué huele el aire así, dime por qué yo soy tan feliz) Soy solo yo o ¿ustedes también piensan que esa nena alucinaba?
  • Marco (el niño italiano que cantaba: ¡No te vayas mamá, no te alejes de mí!… ) Solo las historias de «El niño del pijama a rayas» y «Hachiko» han generado en mí más tristeza que esta serie animada.

Importante: si no has visto las películas de Studio Ghibli, puede que consigas en este artículo, algunos datos que te resulten inconvenientes (es decir SPOILER). Continúa solo si puedes perdonarme por eso.

De Studio Ghibli me encanta la propuesta de sus personajes femeninos, quienes se caracterizan por ser fuertes, inteligentes y sobre todo, dueñas de sus actos. Este tipo de personajes atrapan toda mi atención y me producen una inmensa fascinación.

En películas como «El viaje de Chihiro» la protagonista, inicialmente, se muestra como una niña malcriada y con poca empatía hacia sus padres, su familia está afrontando el cambio de casa y de ciudad, esto no le hace ningún chiste a la pequeña. Pero luego, cuando la historia empieza a marchar en el mundo de los espíritus, hay un florecer de valentía y sobre todo de un desempeño decidido y reflexivo. Ella rescata al chico de la historia y a sus papás, se hace amiga de un sin cara, trabaja duro y vence a Yubaba (la mala de la historia) ¿qué más le podemos pedir? (AMO a esta niña, es mi heroína favorita)

«Kiki: Entregas a domicilio» también es protagonizada por un personaje femenino, dueña de la aventura que está viviendo. Plantea un poco la perspectiva adolescente de aceptación social, pero me encanta sobre todo lo independiente y decidida que es Kiki.

«Arrietty y el mundo de los diminutos» tiene como personaje principal a una minúscula jovencita que desea demostrar su capacidad de ser una aventurera sin morir en el intento. La historia plantea la autoconfianza, el compañerismo y la lucha de una chica, por tener la oportunidad de hacer lo que cree conveniente.

«Mi vecino Totoro» plantea el encuentro de dos hermanas con un espíritu bonachón y esponjoso, llamado Totoro. Ellas están en una nueva casa a la que se han mudado con su padre, con el fin de estar cerca del hospital donde se encuentra su madre enferma (-SPOILER ALERT- un secreto personal: me desesperó la idea que el final fuese trágico. Si te pasa lo mismo, te digo que… todo bien, mira la película hasta el final)

En «El castillo ambulante» hay una pareja protagónica. El complejo de inferioridad de ambos es tangible y forma parte importante de la historia. Pero la fragilidad y la necesidad de ser rescatado es de Howl (el chico) y Sophie, una joven sombrerera, es la única que puede ayudarlo.

Una característica recurrente en las películas de Studio Ghibli es un contexto real, con toques mágicos. Me resulta interesante cómo Kiki es una bruja que vuela en una escoba, en una ciudad donde todos caminan, cruzan la calles según el semáforo y tienen oficios convencionales.

Es genial como Chihiro atiende a los espíritus que necesitan una noche de SPA para un magnífico descanso, a unos cuantos metros de la nueva ciudad donde todo transcurre en absoluta normalidad ¡ES MARAVILLOSO!

Estos maestros del animé logran que el cabeza de nabo (un personaje de «El castillo ambulante») sea llamativo y adorable, aunque no dice ni una palabra (cuando vean la película, se acordarán de mí… porque cabeza de nabo es encantador)

Así como los buenos personajes, me deslumbra la comida y soy fanática de las películas donde presentan alimentos tan apetecibles que te da hambre (yo siempre tengo hambre, pero ustedes entienden el concepto base).

En «El castillo ambulante», Sophie hace unos huevos con tocino frito tan suculentos, que despertó en mí la intención de pedirle un poco y comerlo con pan recién horneado.

Ese pan delicioso como el que horneaban en la panadería que le dio posada a Kiki (el día que vi «Kiki: Entregas a domicilio» terminé amasando y luchando con la levadura, ni de chiste me quedó un pan como el de la peli, pero lo intenté). Kiki también ayuda a hacer un pastel de arenque, que se ve dorado y delicioso, muy suculento.

La comida es parte indispensable en la historia de Chihiro; pues, por dejar fluir la gula, los padres de Chihiro… -SPOILER ALERT- son convertidos en chanchos y atrapados por Yubaba. Estos padres golosos, entre otros manjares, se comen una sopa de dumplings que se ve maravillosa. Otro maravilloso manjar en el pastel esponjoso de queso que Zeniba les ofrece a Chihiro y al sin cara (Zeniba, yo quiero)

Así transcurren las historias de este estudio, con mucha fantasía, muchas féminas fuertes y maravillosas, pero sobre todo, hay muchas metáforas de situaciones que enfrentamos en la vida; tales como: la enfermedad de un ser querido, los complejos, las inseguridades, la falta de empatía y las consecuencias de nuestros actos.

Aquí no hay princesas desvalidas, esperando ser rescatadas por un príncipe azul. Abunda la magia en la cotidianidad y además se presentan comidas suculentas y apetecibles. Si quieres todo esto en una película, te recomiendo estas encantadoras historias, llenas de ¡poder femenino! (están en Netflix)

Me faltan mucho por ver de Studio Ghibli, pero hasta ahora, me han parecido FABULOSOS sus contenidos y planteamientos. ¡Hayao Miyazaki, soy tu fan!

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FC Barcelona: Fase I. Mi primer Barsa

Rara vez el hincha dice: “hoy juega mi club”. Más bien dice: “Hoy jugamos nosotros”. Bien sabe este jugador número doce que es él quien sopla los vientos de fervor que empujan la pelota cuando ella se duerme, como bien saben los otros once jugadores que jugar sin hinchada es como bailar sin música.

Eduardo Galeano, de “El hincha”

Creo que es Juan Villoro el que dijo que hay tres formas para hacerse seguidor / fanático / hincha de un equipo de futbol: porque algún familiar te heredó ese equipo, por pertenencia física a la región que representa, por simpatía a un jugador o los colores de la camiseta / etc. Obviamente hay muchas razones más que próximamente escudriñaremos cuando sea pertinente, sin embargo por mi parte puedo decir que yo heredé el amor al Barcelona por parte de los hijos de las hermanas de mi madre, y de repente fue un amor a primera vista, los pajaritos empezaron a cantar, las maripositas en el estómago y, digamos, la vida empezó a tomar un poco más de sentido.

Eso a lo mejor fue por 1997 y empecé a tener conciencia de las consecuencias de mi enamoramiento y de mi decisión a conservarlo, desarrollarlo y potenciarlo a finales de esa década, el temible fin de siglo e inicio del 2000, los tiempos finiseculares.

Entonces, resumiendo, como diría Joaquín Sabina, y parafraseando a Sandro Rosell -vicepresidente deportivo en tiempos en que Laporta fue el presidente de la directiva y más tarde presidente en el periodo entre 2010-2014-, el Barsa era una vergüenza en Europa (con excepción del Dream Team liderado por Johan Cruyff) y por alguna extraña razón que aún no sabemos (lo dice un barcelonista que se regaló en adopción) era tomado en cuenta como uno de los grandes del viejo continente.

Según Deco, Frank Rijkaard le dijo a Laporta: «Un grande es el Real Madrid, el Milan, el Liverpool… Tienen cinco Champions, vosotros tenéis una… ¿Cómo vais a ser grandes?».

Incluso Rosell (sí, el que se curtió 643 días en prisión por el caso del malagradecido Neymar Jr.) allá por el inicio del siglo XXI dice que cuando estaban en el estira y afloja para intentar, otra vez, hacer un equipo decente con Laporta de presidente, en ese momento era un vergüenza decir que uno era del Barsa porque ya venían las críticas, las burlas que eran en realidad ofensas, los lapidarios números contra el Real Madrid, el eterno enemigo, etc. Y claro, eso fue una constante en mi preadolescencia: una constante desazón por apoyar a capa y espada a un equipo perdedor que no daba una, sin embargo ahí siempre estaba, ahí estábamos muchos tantos, en pie de guerra.

En las peores gestas, en las capas altas de la directiva teníamos al presidente José Luis Núñez con una casi dictadura de un poco más de veinte años, veintidós para ser exactos, y cuya gran labor se basa en 30 títulos (la mayoría sin gran valor, solo para adornar las urnas, con excepción de la era Cruyff) durante veintiún temporadas, el incremento de 77 905 a 106 000 socios, el también incremento de peñas alrededor del mundo y potencializar el encuentro mundial de peñas barcelonistas, así como la conformación y estabilización (1988-1994) y destrucción (1994-1996) del Dream Team de Cruyff, y una etapa de transición finiquitada con el caso Louis van Gaal (1997-2000) que incluyó una cohorte de futbolistas holandeses, que en su mayoría no dieron bola. Esta última etapa fue la que viví y la que le valió la presidencia a Núñez, con la que viene Joan Gaspart durante tres años con mucha más pena y nada de gloria.

Y así apareció Joan Laporta en el 2003 como relevo presidencial después de la dimisión de Gaspart a causa de una de las peores crisis del club en sus cien años de historia: un equipo desarticulado y un desastre financiero, incluso en muchas ocasiones saliendo chiflado del estadio, seguramente la peor humillación en el mundo del futbol: el chiflido de la afición… Laporta y su directiva entraron dando el 110% con la idea de trabajar en equipo (cosa que era impensable en las presidencias anteriores), experimentar cambiar los cimientos estructurales del FC Barcelona, y apostaron por un exjugador holandés muy reconocido, pero con casi total inexperiencia y mucha juventud para el banquillo: Frank Rijkaard.

Y así, de repente, como quien no ve venir la cosa, en ese mismo 2003 viene una joya, algo así como el jugador franquicia (dirían los gringos) después de que Laporta prometió a David Beckham y este se fue con el odiado rival, un fichaje en extremis que promulgaba esperanza, la salvación puesta en un individuo que parecía ser aprendiz de una escuela de magia que venía fraguándose desde la década de 1950, de esos “descarados carasucia” que, en palabras de Eduardo Galeano, salen del libreto y cometen el disparate de gambetear a todo el equipo rival, «y al juez, y al público de las tribunas, por el puro goce del cuerpo que se lanza a la prohibida aventura de la libertad»: sí, el ilusionista / histrión / saltimbanqui Ronaldinho, conocido por su madre como Ronaldo de Assis Moreira.

La leyenda dice que hay ciertos condominios que buscan el cielo allá en las costas del Brasil, país de mezcla de esclavos negros con blancos colonizadores -para variar-, pero de pronto pasó algo que muy pocas personas -que en realidad es significativamente nadie- entiende qué sucedió, qué ocurrió, cómo de esas llamadas tribus del cielo con la frontera del mar que después conocimos como “favelas” surgió una serie infinita de personas que no solo jugaban (juegan) con un esférico, sino que le hablaban (hablan), lo acariciaban (acarician), lo domesticaban (domestican), lo entendían (entienden), lo enamoraban (enamoran)… De eso nos dimos cuenta desde que el deporte es deporte, así como desde que el mundo es mundo, así como que desde que de primero era el silencio, así como desde que el primer hombre fue de palo, así como que después fue haciéndose de maíz, etc., etc., etc.

Entonces, los visores de Joan Laporta y seguramente también Rijkaard se dieron cuenta de un tipo que parecía un aprendiz de mago, aunque sabemos que de esos no abundan pero sí andan revoloteando por ahí… se ven muy bonitos y encantadores con sus jugarretas pero al final no llevan a ningún lado, son como la breve impresión de la pólvora mojada porque producen un par de chispazos y adiós. Eso creímos. Laporta lo vio, no sabemos si apostaba al viento como un gesto de intrepidez suicida, o estaba seguro y convencido de que él podría ser la piedra angular para la reformación del Barcelona: el asunto es que lo vio y tiró su última carta.

Ese aprendiz resultó ser «el maestro» porque así lo decían los creadores, resultó ser un hechicero, resultó ser el prestidigitador como un tal Jesús que camina sobre el agua: él no solo caminaba sobre el agua sino que ahí mismo bailaba con el balón inventándose cada jugada inexplicable y, aún así, nos la trataba de explicar cada fin de semana, martes o miércoles en las noches mágicas de fútbol. Ese era uno, el #10, un elegido, el que proveía ilusión «y transmitía alegría»: «La pelota lo busca, lo reconoce, lo necesita. En el pecho de su pie, ella descansa y se hamaca. Él le saca lustre y la hace hablar, y en esa charla de dos conversan millones de mudos». Eso vimos, eso sentimos, ese contemplamos, hasta que después de todo fue galardonado en el 2005 con el Balón de Oro; además de que Laporta salió en busca de 100 000 socios fieles a un escudo, en busca de “más pasión y más sentimiento y voluntad colectiva”.

Al principio, no se puede negar, fue el mismo Barsa de finales de la década del noventa en donde daba la sensación de que todo lo podía, de que hacía todo lo necesario, pero las cosas después de todo no salían. Pero el golpe final del cambio llegó una temporada más tarde al conseguir la Liga 2004-2005 después de seis años de puro desierto, lo cual se consagró con la consecución de la Champions League de la siguiente temporada (2005-2006) en el Stade de France contra el Arsenal. Al malabarista, además de un gran repertorio que incluía lo esencial de la cantera que más tarde nos llevarían a la gloria eterna, lo acompañó un león camerunés que decía que corría como negro para ganar como blanco, un killer total, un asesino del área de esos que convierten un gol de la forma que sea, de cualquier manera posible, la cosa es que la pelota debe terminar estampada en la red: Samuel Eto’o; además del incipiente crecimiento de un superdotado tocado por el dios del futbol o incluso reencarnado en él/ella/esto, reconvertido, rebautizado, reelaborado: Lionel Messi debutó en un partido oficial el 16 de octubre del 2004 en contra del Espanyol (tristemente ya descendidos) con apenas diecisiete años, tres meses y veintidós días. Messi, el Genio, la leyenda en vida, el D10S del futbol (diría el narrador Alfredo Martínez) anotó su primer gol oficial contra el Albacete el 1 de mayo del 2005 con diecisiete años, diez meses y siete días, como si de un mito ancestral se tratara, ya que lo hizo de la mano del otro #10, aquel que nos devolvió la sueño y el delirio, y nos hizo volver a sonreír.

Nada en la vida es para siempre y la era Rijkaard se terminó el 30 de junio del 2008 después de un par de temporadas sin títulos, pero de su mano se alcanzaron dos Ligas consecutivas, dos Supercopas de España y la segunda Liga de Campeones… y se empezó a forjar un pequeño reinado legendario rodeado de misterio y misticismo: «Cada uno ha hecho de todo, dadas las circunstancias. Sinceramente cada uno siempre ha querido lo mejor para el club, para sí mismo y sus compañeros».

Jugadores imprescindibles de ese momento: Ronaldinho (sus sombreritos, regates y la elástica, tan espectacular), Rafa Márquez (el «káiser» de Michoacán), Gio van Bronckhorst, Edgar Davis el «pitbull»), Thiago Motta, Luis Enrique (sí, el ahora entrenador), Phillip Cocu, Kluivert, el «conejito» Saviola, Overmars (el «correcaminos»), Deco, Edmilson, Giuly, Belletti, Sylvinho, Henrik Larsson.

Jugadores imprescindibles que fueron parte de la era Rijkaard y se quedaron para hacer historia: Víctor Valdés, «tarzán» Puyol, el «fantasmita» Andrés Iniesta, Xavi Hernández, la «pulga atómica» Lionel Messi, Samuel Eto’o, Thierry Henry, Yaya Touré, Eric Abidal, Gabriel Milito.

La conga apenas empezaba.

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Diversión en las bibliotecas, ¿por qué no?

Las nuevas generaciones de bibliotecarios (sí, soy de las «nuevas generaciones de bibliotecarios»… aunque mis patas de gallo revelen mis años, la juventud es mental… ¡HE DICHO!) hemos estado trabajando duro para cambiar el paradigma, donde las bibliotecas son depósitos de libros y la información se resguarda con celo, donde el silencio es de santo sepulcro y quien te atiende tiene una amargura que no le cabe en el cuerpo .

¿Por qué las bibliotecas no pueden ser divertidas?

Aunque parezca paradójico, las bibliotecas pueden ser fuente de diversión y continuar cumpliendo con las funciones que le han sido conferidas desde Alejandría.

Las bibliotecas están concebidas como el lugar donde los usuarios tienen un espacio para estudiar, consultar materiales (libros impresos, bases de datos, revistas periódicos) y los bibliotecarios somos los guardianes del conocimiento. Pero ¿por qué no diversificar nuestros servicios, donde la misiva sea adquirir conocimiento de manera divertida?

Yo creo que una biblioteca ideal, sería una que aplique la gamificación como parte de sus servicios, una biblioteca donde se aprenda jugando.

Esta biblioteca soñada debería tener disponible para sus usuarios: juegos de mesa (dama, monopolio, risk, ajedrez, rompecabezas), cubos de Rubik. Incluso, un área llena de cojines donde estén disponibles dispositivos (tablets o computadores) en los que el usuario disponga de períodos estructurados (tiempo limitado) para jugar.

Pero no cualquier juego (nada de esos donde atropellas gente por dinero…), el usuario tendría acceso a juegos educativos, como: Dragon Boxdonde se abordan contenidos matemáticos para chicos de diferentes edades. Simple Machine, el cual consiste en resolver algunos desafíos, utilizando nociones básicas de física aplicada. Immune Atack, cuyo objetivo es salvar la vida de un paciente que sufre una grave infección bacteriológica, empleando conocimiento sobre los procesos biológicos que permiten detectar y combatir las infecciones.

Como estos, hay muchos más juegos serios, definidos como aquellos que de forma lúdica, llevan al individuo a adquirir conocimiento (Imagínense… los bibliotecarios gamer, ¡me encanta la idea!)

Todo lo anterior, describe la realidad en la que estábamos acostumbrados a vivir. No obstante, ahora, en el contexto de la pandemia, distanciamiento social, bibliotecas cerradas y demás situaciones que la COVID-19 ha traído consigo, las bibliotecas podemos aportar a la gamificación (a esto de aprender jugando), utilizando herramientas como: Educaplay , Kahoot, Genially, redes sociales y otros más.

Pero ¿qué juego puedo inventar?

Las posibilidades son infinitas, todo dependerá de tu imaginación y el tiempo disponible para aprender a utilizar las aplicaciones disponibles.

Elaboré un juego como ejemplo, los invito a participar en «Cadáver exquisito»

Como fuente de inspiración, agrego algunos ejemplos adicionales (que no son elaborados por mí)

Video Quiz – Las aventuras de Tom Sawyer

Adivinanzas – Adivina el personaje

Preguntas sobre el libro – Matilda

¿Tendremos usuarios interesados solo en los juegos?

¡Claro que sí! y ese puede ser un excelente inicio para trabajar en la promoción lectora, descubriendo los intereses de nuestros usuarios y recomendándole libros que puedan iniciarlos en el maravilloso mundo de la lectura.

Como dijo mi amigo Charles Darwin (soy «creyente» del evolucionismo, y por eso considero a Darwin como mi amigo) «No es el más fuerte de las especies el que sobrevive, tampoco es el más inteligente el que sobrevive. Es aquel que es más adaptable al cambio».

Reinventarse tiene que ser parte de nuestras vidas, si queremos sobrevivir. Esto aplica al ámbito personal, laboral e incluso social, si observamos detenidamente a dónde nos ha llevado la reciente pandemia.

Por supuesto, aplica a las bibliotecas y a los bibliotecarios, sigamos trabajando para que no nos vean cómo fósiles del paleolítico. ¡Los bibliotecarios podemos hacer cosas maravillosas!, más allá de mandar a callar a los usuarios con el ¡SHHHHHHHHHH! (que también es un superpoder que desarrollamos, no hay que negarlo)

Creo que estas actividades y el hecho de reinventarse, puede ser útil para mamás y papás que tienen a sus hijos de vacaciones, encerrados en casa por la pandemia (hay que inventar de todo para lidiar con el confinamiento y el aburrimiento)

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Biblioterapia | Los libros ayudan a sanar

La biblioterapia consiste en utilizar libros como instrumento terapéutico; donde un especialista recomienda lecturas específicas que contribuyan con la sanación de las personas con afecciones de salud. Es decir, los libros proporcionan una válvula de escape a las personas que están atravesando por una situación adversa (con respecto a su salud, o a la de sus familiares, pérdida de un ser querido, depresión y más)

Este tipo de terapia, generalmente se utiliza como apoyo en caso de crisis emocionales o trastornos mentales (IMPORTANTE: eso no sustituye tratamientos de medicina tradicional. No se cura una infección, solo con leer «Sopa de pollo para el alma», por favor, sigue con tu medicación)

Es usual que algunos centros hospitalarios apoyen la biblioterapia, a través de clubes de lecturas. Asimimismo, redes de bibliotecas públicas en España ofrecen este servicio y se apoyan en médicos, enfermeras y trabajadores sociales para realizar las recomendaciones.

Esto no es algo que recién se inventa y no consiste en sugerir solo libros de autoayuda. Cualquier lectura que funja como paliativo y permita levantar el ánimo será magnífica para la biblioterapia.

Lo más importante es que la recomendación contribuya a la superación de circunstancia por la que está pasando cada individuo (¡Ya saben!, a darnos ánimo. En esta pandemia queda descartado leer Estación Once de Emily St John Mandel, por ejemplo)

La biblioterapia también puede aplicarse con fines recreativos, lo cual resultaría muy provechoso en estos tiempos tan raros de coronavirus, encierro y «nueva realidad». Sería una manera de hacer catarsis emocional (Deja de leer información en las redes sociales y ver noticia todo el día. Lee un libro que te dé tranquilidad, que te invite a experimentar sentimientos agradables).

La Red de Bibliotecas Públicas de Galicia ofrece una selección de 142 libros recomendados por expertos, que pueden ser utilizadas para biblioterapia. Por ejemplo:

  • Para promover la resiliencia, recomiendan El cuaderno de Maya, de Isabel Allende.
  • Para aquellos que se sienten diferentes, sugieren El síndrome de Mozart, de Gonzalo Moure.
  • Para quienes se sienten tristes, aconsejan La soledad de los números primos, de Paolo Giordano (hermoso libro, por cierto)

La lista completa de recomendaciones está disponible en https://rbgalicia.xunta.gal/sites/default/files/documents/aviso/guia_libros_recomendados_es.pdf

Yo me automedico y tengo mi píldora personal favorita: Mafalda, esta obra maravillosa me saca sonrisas, me pone a pensar y me abstrae de las dolencias o de las bajas de ánimo.

¿Qué píldora de biblioterapia utilizas o recomiendas tú?