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Glosolalia articulada

Glosolalia Articulada | Un bautismo de sangre

Sobre la actualidad de Frantz Fanon y la negritud.

El existencialismo como disciplina filosófica de la posguerra toma vertientes hacia campos que no son «estrictamente» de la academia. Camus, por ejemplo, en sus diarios argelinos describe lo que fue el FLN (Frente de Liberación Nacional) y cómo participó en éste, una literatura periodística que definitivamente sobresale del canon del autor mejor conocido como ensayista de filosofía y literato. Sartre es quien escribe el prólogo sobre Los condenados de la tierra de Frantz Fanon. Siendo estos dos los representantes de la corriente filosófica.

Hablo del existencialismo por dos motivos: uno, la inefabilidad de la existencia, pues si se trata de una corriente europea de la filosofía que recupera como premisa los pensamientos de Kierkegaard, uno de los tópicos más recurrentes es que nadie escoge existir. La existencia antecede a la esencia, es aquello que reitera Sartre en El existencialismo es un humanismo. Lo cual, en el contexto de Fanon se traduce al colonialismo: uno no escoge ser el oprimido pero debe luchar para la liberación.

El segundo, y más importante, es el quietismo. Concepto trabajado por toda la escuela de existenciales. No decidir es decidir. Fanon no cita este concepto directamente pero habla de la violencia como una necesidad y de la violencia con sabiduría, en especial en SU contexto que es el imperialismo, pues lo que él anhelaba era principalmente una Europa des-hegemonizada en donde se erradica la jerarquía social cuyo fundamento y premisa es el racismo. No se puede decir que apelaba a una Utopía pues quería, tan simple como suena, erradicar la esclavitud. Un mundo sin racismo no es apelar al mundo perfecto que se describe en la utopías, suena, simplemente, a un mundo congruente.

El concepto de Fanon sobre la violencia apunta a la dialéctica Marxista de el amo y el esclavo en donde argumenta que la violencia es estar dispuesto a dejar todo, incluso estar dispuesto a dejar la vida para poder ganar, de no ser así, uno termina siendo el esclavo, el amo obtuvo aquella posición al arriesgar su vida, pues la muerte es más liberadora que la esclavitud. Así que decir –como se ha criticado– que se trata de una apologética de la violencia parece burdo. Pues la no-violencia apela al mismo concepto del quietismo, tergiversándolo a algo menos abstracto: no luchar es escoger ser oprimido. 

Fanon fue discípulo de Aimé Césaire, uno de los fundadores (junto con Léopold Senghor) del movimiento de la negritud. Un movimiento que quería expresar a través de la literatura y poesía la identidad cultural. Así que, aunque el libro Los Condenados de la tierra se publicó en 1961, forma parte de un movimiento cuyo auge fue en la década de los treinta.

Uno pensaría que la temática ha evolucionado desde los sesenta, que en aquel entonces se podía creer que había evolucionado desde los treinta. Desgraciadamente, el mundo parece haber de-evolucionado o nunca haberse movido de punto ideológico.

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Hay un video en las redes sociales de Kimberly Jones explicando las condiciones económicas por las que empieza la esclavitud para que la hegemonía blanca pueda disfrutar de sus esfuerzos. Una economía en donde el blanco toma todo de su esclavitud y deja en desnudo a la comunidad negra. Acaba diciendo que tenemos suerte de que la comunidad está buscando igualdad y no venganza.

Lo semejante a lo que escribe Fanon es casi inverosímil: la violencia sabia, la desigualdad económica, el imperialismo y el colonialismo. Todos estos conceptos que suenan, o deberían sonar, retrógradas están más presentes que nunca.

Fanon cita un poema de Césaire, Las armas milagrosas, en el que el rebelde habla con su madre. Los únicos dos personajes. El rebelde, quien para poder alcanzar su libertad se baña en la sangre de su esclavista y ese es su verdadero bautismo.

El rebelde describe cómo su amo lo despojó de todo incluyendo de su hijo, y la madre busca la liberación de su hijo sin necesidad de la violencia.

El rebelde sabe que es imposible.

Mi apellido: ofendido; mi nombre: humillado; mi estado civil: la rebeldía; mi edad: la edad de piedra.    
—Aimé Césaire.   

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Poesía y Cine/stesia

Poética de lo irreversible

Pocas cosas son irreversibles: el tiempo, la muerte, y la violencia. En la película Irreversible, Gaspar Noé nos hace partícipes y testigos, no ya de dos crímenes atroces, sino de la vida de tres personajes en concreto. La historia empieza por el final. El espectador conoce el futuro, se lo es dado desde que inicia la película. Poco a poco vamos relacionando el origen, causas y próximas consecuencias, como si arrojáramos un tablero de ajedrez al aire, pero ya conociéramos, de antemano, dónde caerán las piezas. 

La película causó controversia debido al grado de violencia explícita, sobre todo, en dos escenas específicas. Una de ellas es la del asesinato. Pierre, personaje que aparenta ser pacífico, destroza el rostro de un hombre con un extintor hasta que se forma un amasijo de carne. La otra escena es la de la violación de Alex,  personaje interpretado por Monica Bellucci. Es una mujer que por mala fortuna atraviesa un metro muy solitario, se encuentra con un hombre que está amedrentando a una prostituta; pero éste fija la mirada en la atractiva figura de Alex y decide en ese momento violarla por el ano. La escena es brutal, terrible, explícita. La cámara que siempre había estado en movimiento desde el inicio, se detiene, ahora reposa en el suelo. La escena dura nueve minutos. Nueve minutos en los que el espectador se confronta internamente: ¿Cine o realidad? Claro que la violación no es invención del cine; sin embargo, el autor construye uno de los retratos de violación más crudos y verosímiles que haya existido a lo largo de la historia.  Cuestionaría a aquellos que acusan al director por utilizar «una violencia innecesaria». ¿Cómo debe retratarse una violación para que no dañe la susceptibilidad de nadie? ¿Cómo retratar una violación púdica, empática, correctamente política? Gaspar construye una realidad alterna donde el cine intercede en el mundo entremezclando la verosimilitud del relato con la vida. 

Dice Slavoj Žižek que la violencia es algo que altera el ritmo natural de las cosas. La decisión estratégica de narrar la historia empezando por el final, no es una propuesta exclusiva a la experiencia visual, por el contrario. El subtexto está insertado en la forma: el tiempo y la violencia son irreversibles. Gaspar Noé es una gran muestra de las muchas posibilidades que puede tener el lenguaje cinematográfico. Es atrevido, lúdico, sin miedo a la experimentación.

Conocemos los movimientos de cámara de ésta película, sabemos que es caótica, descontrolada. Atravesamos este viaje con el ojo escrutador en movimiento que traza la historia de fin a principio. Como ante mencionaba, vemos el futuro. Conocemos lo que estos personajes viven, están viviendo, y vivirán, de manera simultánea, lo que ellos todavía no saben, pero tendrán que atravesar. No tienen  idea remota de lo que viene después, ¿no es eso la vida? Vivir bajo las leyes del azar. 

De pronto, irrumpe algo, sea el caos o la maldad, pero interviene en la vida; al punto que puede interrumpirla por completo: Despiertas, descubres que estás embarazada, sales, coges una ruta que no frecuentas, te violan brutalmente, golpean tu cuerpo, refriegan tu rostro a golpes en el suelo, te patean en el estómago, y pierdes el bebé. Una noche, cualquiera. Incluso esa misma mañana te sentías dichosa, feliz. 

Ahora te pregunto,  ¿Para ti qué es irreversible?