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Barbarella D’Acevedo  I Un mito cosmicoeroticocaribeño

En ciertos antiguos himnos órficos dedicados a Afrodita, ya muy temprano se estableció la idea de que uno está determinado por la semántica de su nombre. El nombre, impuesto por los padres, los dioses o la magia y la fortuna, será el signo que dibujará la personalidad y el devenir de su portador o portadora. Tópicos, quizá, pero ¿no acaso en la literatura  resplandecen hasta el hartazgo las Lucías, y las tenebras se ensañan con los Brunos? Los aficionados a los bodrios del cine fantástico pop sesentero,  recordarán que en 1968 Jane Fonda irrumpió en la pantalla detentado los poderes sicosexuales del universo, transformándose así en un mito hipererótico de nuestros días: Barbarella. Años más tarde, jugueteando con el rizoma de los mitos afrodisiacos, chipriotas espumas cabrearon en el mar Caribe durante el año de 1985 cuando en la Habana irrumpía otra Barbarella que heredaba el sino erótico, mítico, musical del nombre (el tiránico nombre del que no se puede escapar, sobre todo si uno se llama Barbarella en este cósmico universo). Barbarella D’Acevedo, pluma singular y de inescrutables alcances. Inescrutables por su juventud y por la experimentación personal que en cada uno de sus libros hace con la literatura. Barbarella D’Acevedo,  a veces distante de las tendencias regionales, a veces erótica, a veces poeta, otras tantas narradora, teatróloga, editora y lo que venga. Su obra ha sido antologada y publicada en la mayoría de los países latinoamericanos, así como en España, Estados Unidos y Canadá. El 2020 le ha sido particularmente provechoso, pues cosechó el primer premio en el Concurso de Poesía Rosa Butler, hazaña que replicó con el Bustos Domecq y particularmente en el Certamen de Poesía Paco Mollá, con su poemario Érebo, que recientemente ha aparecido bajo el sello de la editorial Aguaclara y del cual hablaremos a lo largo de esta entrevista.

  • ¿Querida señorita D´Acevedo, cómo se hace usted dueña del nombre Barbarella?
  • Me hago dueña del nombre Barbarella, en principio por obra y gracia de mis padres… Ambos lo eligieron al unísono aunque de manera casual. Estaban en casa de un colega de papá, director de teatro, al que visitaban con periodicidad. Aquél tenía un equipo de video y resultaba algo cotidiano que se reunieran para ver películas de terror ochenteras. Así fue que al finalizar uno de aquellos filmes, que ven pasar un tráiler de Barbarella y ahí dijeron “Ése”, incluso si todavía no habían confirmado el género del hijo que mi madre llevaba en el vientre, pues prefirieron esperar a la sorpresa del parto. No obstante a partir de ese momento fui Barbarella para todos los que les conocían. Así que sí hubo mucho de hado —algunos le llamaran casualidad—en tal elección. Es un nombre complicado. En las escuelas nunca lo entendían bien, sobre todo los maestros nuevos al inicio de cada curso. Por el camino aprendí a reírme del hecho y bromear con eso, incluso antes de que los profesores pasaran lista. Supongo que cuando una nace “Barbarella” atraviesa distintas etapas, incluso esa fase en la adolescencia en que se pregunta por qué “sus excéntricos padres” no pudieron darle un nombre castizo, más a tono con los apellidos González y Acevedo. El cuestionamiento es algo intrínseco al ser humano. Pero luego una se percata de que no podría haber sido de otro modo y se alegra. Mi nombre me acostumbró, por ejemplo, a ser un tanto extraterrena, extraterrestre, extemporánea, a habitar los márgenes. Una es su nombre, sus padres, su historia, su país…
  • Y ya que estamos con la obsesión de lo onomástico ¿cómo y cuándo pasamos de ser Barbarella González Acevedo al sinóptico Barbarella D’Acevedo?
  • Esa elección tiene que ver con mi papá…Mi padre, desde mi infancia, pensó que algún día yo iba a necesitar un nombre artístico. Sugería entonces la incorporación de la preposición intermedia “de” al González Acevedo. Papá, Tomás González, fue en su momento, un reconocido dramaturgo, director de teatro, miembro del hoy casi legendario grupo de experimentación teatral Los doce, guionista de las películas La última cena y De cierta manera, dos clásicos del cine cubano, músico, pintor, profesor en las escuelas de arte, maestro del Cuarto Camino; un hombre de un magnetismo tremendo…Supongo que en un punto no quise ser solo “la hija de Tomás González”. Siempre tuve una relación de amor odio con respecto a eso, a tal punto que aunque estudié en el Instituto Superior de Arte, la misma carrera que él, algunos de mis profesores —que también habían sido los suyos— se enteraron de que era “la hija de Tomás”, al pasar los años.  Necesitaba el espacio de mostrarme al mundo, de convertirme en quién quería ser y equivocarme incluso, pero sin la presión del apellido. Además, el Acevedo llevó a un primer plano a mi madre, y a mi abuelo, dos seres esenciales para mí, sin los que hoy no sería; y también a mis ancestros mambises, pero esa es otra historia…
  • Te han endilgado el mote de escritora erótica ¿Qué significa ello para ti?
  • Creo que muchos escritores han pasado por el erotismo alguna vez. Yo sentí en cierto punto la necesidad de retarme en tal sentido. La literatura es eso también para mí: la posibilidad de experimentar, de jugar. Hay que tener en cuenta que el mundo actual está guiado por el consumo y en tal contexto es quizá lo más fácil recurrir a determinadas etiquetas, carteles, más allá de si tienen como trasfondo algo real… Yo misma he podido usar el mote de escritora erótica en determinado momento, no tanto para potenciar una relación de compra-venta (no olvidemos que el libro es un producto, en un mercado bien complejo) sino para llamar la atención sobre determinados textos. Una etiqueta ayuda a que el lector tenga claro de antemano lo que va a consumir.  En realidad no me considero ni escritora de ciencia ficción (otra etiqueta que también se ha relacionado a mi obra en ciertos momentos), ni escritora erótica, ni autora de libros para niños, sino, simplemente escritora. Aunque me interesa la exploración del fantástico, en un sentido amplio, he jugado con géneros, estilos, maneras de contar y lo seguiré haciendo por una necesidad personal, una necesidad creativa, de ver hasta dónde puedo llegar, o me permito llegar.
  • ¿Eres erótica, Barbarella?
  • El erotismo está en la esencia del ser humano. Creo que todos somos eróticos en una u otra medida, si bien de formas más o menos explícitas…Eros es, por sobre todo, goce estético. La conciliación de Eros y Psique, del amor en tanto impulso creativo, pero también sexual, y de alma, o mente, opera como pulsión de vida que permite reaccionar a Tánatos, ese instinto de muerte que identificaba Freud.
  • ¿Qué de Érebo tiene la Cuba de Barbarella?
  • Una no puede evitar escribir desde su esencia, desde su historia, y también desde la historia de su Matria. Érebo y Cuba tienen quizá en común los subterfugios de la recurrencia a lo mítico, aunque también otros elementos. La oscuridad primigenia que Érebo, por ejemplo, implica, quizá solo pueda ser resuelta con la fuerza del logos, porque no olvidemos que en “en el principio” —si bien en un principio otro— “era la palabra” y “sin ella no se hizo nada de lo que se ha hecho”. La palabra tiene un poder generador…Quiero pensar, o intuyo que a través de la palabra la Matria puede superar también la oscuridad primordial.
  • ¿Qué tanto representa a tus poesías femeninas este poemario Érebo?
  • Es un poemario que asumo a partir de recreaciones de lo femenino. Se trata de poemas en primera persona, donde las protagonistas son Penélope, Helena, Casandra, Circe, Friné… Yo me he sentido identificada con todas, y así en estos versos, encarno sus angustias, sus interrogantes, y también su erotismo, desde lo que soy, este lado mujer, que ama y se piensa, con la mayor honestidad de la que es capaz.
  • ¿Qué significa actualmente ser escritora en Cuba?
  • Ser escritora, o escritor, en Cuba o en cualquier parte, resulta un reto y un oficio difícil.  Es un camino solitario, que depende de una misma y de su disciplina. Nadie te va a decir “escribe”, así que cada día tendrás que levantarte de la cama, sentarte ante tu computadora y tener la voluntad de hacerlo, incluso si la vida cotidiana con sus necesidades, ejerce otros reclamos, incluso si tienes otro u otros trabajos para garantizarte el sustento. Deberás contar una historia que en primera instancia te conmocione a ti misma y hacerlo del mejor modo que puedas… Después tendrás que invertir tiempo en presentar tu obra a una editorial o un concurso, porque quien diga que escribe para guardar su trabajo en una gaveta, probablemente mienta. Y si todo sale bien y tu obra se publica todavía necesitarás promocionarla, para que otras la lean. Pero si todo sale mal, y tu obra termina, después de todo en una gaveta —y una buena parte de lo que se escribe acaba así, o bien tarda años en salir a la luz—, y te asaltan cientos de cuestionamientos acerca de si estás siguiendo el camino correcto, o si escribes mejor o peor cada vez —cuestionamientos que de todas formas pueden asaltarte incluso si te va bien—, vas a tener que volver a levantarte de la cama, sentarte ante tu computadora y tener la voluntad de hacerlo, incluso si la vida cotidiana con sus necesidades, ejerce otros reclamos…Se escribe porque se tiene algo para decir y se necesita hacerlo. Reconozco el oficio de escritor también desde la perspectiva del dharma de las doctrinas de la India, ese deber supremo, y propósito, que no pretende la satisfacción del ego, sino contribuir al mundo y que puede dar sentido a una vida.
  • ¿Te consideras una escritora feminista?
  • Soy una mujer feminista y lo que una piensa y es, en ocasiones, se manifiesta también en lo que escribe. Tengo algunos poemas, que por el camino me he dado cuenta, de que han salido muy feministas. Sin embargo, esto ha sido algo espontáneo, guiado por la pasión de un momento, a veces hasta por la molestia o incomodidad de un momento.  No me planteo un discurso feminista en mi creación. No considero que se le puedan imponer temas a la literatura o al arte. La escritura es algo personal y creo que debe evitarse a toda costa caer en el panfleto. Si bien pueden existir variantes artísticas “comprometidas”, cada quien trabaja su obra desde su experiencias de vida, lecturas, necesidades, referentes y sensorialidad.
  • ¿El erotismo y los feminismos son compatibles?
  • Creo que sí. Una mujer dueña de sí misma es capaz de reconocer también el peso de Eros en su vida y tiene derecho a hacerlo. Durante mucho tiempo la moral, ya fuera religiosa, gubernamental, o social, ha visto el erotismo como algo negativo y sabemos que se ha utilizado la represión del cuerpo como un mecanismo de dominación. La virgen María, el ideal femenino del catolicismo, es, “virgen” antes del parto, en el parto e incluso después del parto. Ese modelo es desafortunado desde el punto en que se impone como único y máxima aspiración de lo femenino, mujer ángel, posterior donna angelicata, inmaterial, ajena a la carnalidad —y en alguna medida por esto, ajena a la vida en todas sus dimensiones—.
  • ¿Cuál piensas tú que es la dimensión del erotismo en la literatura latinoamericana?
  • Me parece que subyace en la obra de múltiples escritores, que lo abordan no necesariamente como centro de su literatura pero sí como una parte de esta, a veces de un modo que podría decirse sutil, o natural. Al menos, esa es mi percepción en tanto lectora, pues disto de ser una especialista en ninguno de los dos temas… Pienso así en Aura de Carlos Fuentes, incluso en Los recuerdos del porvenir de Elena Garro, en Doña Flor y sus dos maridos, o Gabriela Clavo y Canela de Jorge Amado, y en buena parte de la obra de García Márquez.
  • ¿Cuba es erótico o pesa sobre de ella la gratuidad de la fama?
  • Creo que el erotismo en Cuba como país es algo ya de una dimensión mítica y se dice que todo mito suele contener un trasfondo de verdad.
  • ¿Qué densidad tiene el Caribe en tu escritura?
  • Si el Caribe aporta algo a mi escritura es esa dimensión de la magia —y lo fantástico—, entendida sin embargo como algo cotidiano, eso que Alejo Carpentier llamó Lo Real Maravilloso y que comprende elementos de surrealismo y absurdo —y hasta de grotesco y desmesura—. También esa capacidad de invocar a la risa, para desacralizar cualquier hecho, que es inherente a la región y que en mi país asoma bajo el nombre de “choteo”.
  • ¿Cuál es tu panorama de la literatura cubana contemporánea?
  • El panorama de la literatura cubana contemporánea, al que me acerco como lectora y también en tanto creadora, desde mi punto de vista está marcado por una sana diversidad. Cuenta con voces a establecidas, y otras más jóvenes, que se proyectan hacia distintos modos de hacer, más o menos experimentales, en relación a las necesidades propias a cada escritor.
  • ¿Crees que exista un diálogo entre las literaturas latinoamericanas contemporáneas o cada una vive y muere dentro de sus feudos?
  • Ahora más que nunca el diálogo se hace posible. Los medios están al alcance y me refiero con esto al impacto del internet en la vida cultural de hoy. Un autor cubano publica un cuento o un poema en una revista digital en Argentina o Chile, que a su vez leen escritores mexicanos, colombianos, etcétera. No obstante un peligro subyace, y es que teniendo tantos medios al alcance, nos centremos en el “yo” y en solo promover lo que hacemos sin detenernos a mirar al lado. Es importante la retroalimentación, saber qué escriben los otros y por qué caminos se mueven; aunque eso influya o no en lo que hacemos, permite al menos, pensarnos…
  • Hemos sido testigos de que varios escritores cubanos, como muchos de sus pares en Latinoamérica, han ganado premios y publicado en España, ¿es necesario el reconocimiento español para ser tomado en cuenta en tu propio país o región?
  • Yo creo que al menos en mi país tienen más impacto los premios nacionales, legitimados por tribunales conocidos y reconocidos por el medio y quizá algunos miran con escepticismo los premios internacionales, sin detenerse a apreciar qué instituciones los conceden o la relevancia artística de los jurados que los otorgan para sus respectivos países. A veces además está la tendencia a considerar el arte que se produce fuera, como “comercial”, etiqueta que por demás, resulta a menudo mal vista, y deviene en sinónimo de “facilista” o sin verdadero valor creativo. Incluso en ocasiones se considera que premios y publicaciones internacionales, responden a modas del momento o benefician a determinados sectores; a las mujeres escritoras, por ejemplo. Creo que todos estos criterios parten en primera instancia de prejuicios y todo prejuicio implica un desconocimiento y en buena medida ligereza, ceguera. Lo que sí es cierto, es que ese reconocimiento español o internacional, puede devenir en ciertos contextos un arma de doble filo.
  • ¿Qué representa para Cuba el Centro de Formación Literaria Onelio Jorge Cardoso?
  • Supongo que expreso el sentir de muchos si digo que el Centro de Formación Literaria Onelio Jorge Cardoso es escuela y casa. Es un espacio donde ha sido sistematizado el conocimiento relativo a las técnicas narrativas, y que se centra en brindar herramientas para que los estudiantes desarrollen las habilidades que poseen. Pero creo que uno de los logros más importantes conseguidos por Eduardo Heras León con el Centro, estriba en el impacto humano de esta experiencia, en las distintas generaciones de escritores que tienen al Chino por maestro y padre.
  • ¿De qué manera cambiaron los premios que ganaste en España tu vida como escritora?
  • Los premios en España me brindaron la oportunidad de publicar, en particular, mi poesía y eso para mí ha sido lo más trascedente de todo: publicar y compartir.  Todo esto, en un contexto en el cual llegar a ver un libro publicado es algo difícil, debido a múltiples factores —la falta de papel entre ellos—, e implica que los procesos editoriales a nivel nacional muchas veces se tornen lentos y fatigosos. También me han permitido tener un poco de feedback, ver qué valores encuentran otros en lo que escribo, verme a través de los ojos de otras personas.
  • ¿Te gusta la pornografía?

No me gusta en tanto no la necesito. Aunque tampoco me disgusta y por supuesto estoy a favor de su existencia.

  • ¿Qué te dicen los nombres Carilda Oliver y Severo Sarduy?
  • Carilda es una de esas voces que me acompañan desde siempre. Carilda es pasión, es goce por la vida. Sus mejores poemas responden a esos momentos en que el erotismo se transluce en felicidad. Servero Sarduy es la expresión del más puro y legítimo barroco en la concepción de cada frase, de cada personaje. Es el padre de uno de mis textos esenciales: De dónde son los cantantes. En algunos de mis relatos de juventud temprana, Los Cuentos de Esperanza Rosa, reconozco la tendencia al pastiche y la carnavalización que heredé no directamente de Severo, pues en aquel momento todavía no lo había leído, pero sí quizá a través del impacto de su legado que aparece en la literatura cubana de una etapa.
  • ¿Qué es el Discurso de Eva y de qué manera (o porqué) los escritores deberíamos acercarnos a lo digital?
  • Discurso de Eva es un disco de poesía femenina, que desde el título rinde homenaje a Carilda Oliver, donde participamos varias poetas cubanas de una generación joven, dando lectura a nuestros textos y también a los de creadoras que han sido trascendentes para nuestra escritura. El proyecto obtuvo la beca de creación El reino de este mundo que otorga la Asociación Hermanos Saíz, asociación que agrupa al arte joven cubano, y esto permitió que grabáramos en los estudios PM Records. Pudimos difundir así nuestro trabajo más allá del formato libro, explorando la voz como instrumento comunicativo, en plataformas digitales y redes sociales (IVoox, SoundCloud, Telegram, Instagram, Facebook). Creo que lo digital permite una oportunidad significativa de que cuanto hacemos alcance a otros y por eso es una herramienta que el escritor de hoy no debería desperdiciar. Con tantos medios al alcance, nadie puede quejarse de no poder llegar a los lectores, o en el caso de Discurso de Eva, a los oyentes.
  • ¿Qué significan tus tatuajes, sobre todo el símbolo cercano al hombro derecho?
  • Tengo varios tatuajes que reflejan mi pasión-obsesión por el mar, cada uno significa algo específico, en relación al símbolo que se representa: un ancla, una brújula; en el hombro derecho llevo un faro y un faro tiene que ver con la capacidad de dar luz, de ser luz y salvamento incluso en condiciones adversas, sin tener que convertir tal acto en un discurso; simplemente haciendo lo que toca. También llevo en mi cuerpo un tatuaje que es homenaje a Frida Kahlo —el impacto de Frida y su obra me acompañan desde la infancia, e incluso amigos muy cercanos me llaman así—. Asimismo las iniciales de Alberto Yarini, figura casi mítica en el imaginario popular y erótico cubano, una flor de loto que tiene que ver con la capacidad de nacer y renacer incluso en circunstancias adversas y un pequeño elefante, animal místico de gran sabiduría.
  • Por último, querida Barbarella, ¿algo más sucedió en aquel sueño sucio que alguna vez tuviste, bueno, que tuvo Mimí, con Woody Allen, verdad?
  • El sueño fue de Mimi, aunque podría haber sido mío, y no sé, debo preguntarle a ella, aunque sí, estoy como tú, segura de que sucedió mucho más.
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Cinefilia crónica

La cuba de Agnès Varda

Cuatro años después de que Fidel Castro llegara al poder, Agnès Varda, la eterna maestra del cine mundial, visitó Cuba. Al regresar a Francia, trajo consigo 1800 fotos en las que procuró capturar la esencia del nuevo pueblo cubano, aquel que nacía producto del triunfo de la revolución, con su piel morena y curtida, con la barba hirsuta del guerrillero apenas llegado desde la Sierra Maestra, con su sabor a caña y su olor a tabaco, con su mambo y su guaguancó, con su era pariendo. Después de un arduo y extenso trabajo de montaje, el archivo fotográfico se transformó en un documental al que Agnès decidió categorizar como una “película-homenaje” y titular “Salut les Cubains” (‘Saludos, Cubanos’).

Acompañado de 81 hombres, entre los que se contaban Raúl Castro, Ernesto “el Che” Guevara y Camilo Cienfuegos, Fidel Castro zarpó desde el oriente de México a bordo de un yate de nombre Granma. La expedición revolucionaria tenía como objetivo primario liderar un alzamiento armado popular que resultara en el derrocamiento del dictador Fulgencio Batista. Luego de casi seis años de lucha armada, tan sólo 12 de los 82 expedicionarios se mantenían con vida, pero miles de cubanos y cubanas en diferentes partes del país ya habían nutrido las filas guerrilleras bajo aquella valiente y ensangrentada consigna que en varias fotos del documental reluce de manera imponente: “Patria o Muerte”, así que los rebeldes logran su cometido, Batista huyó despavorido hacia la República Dominicana de Trujillo y el mundo vería materializarse a lo impensable: el establecimiento de una república socialista en el Caribe, a cuatro brazadas de La Florida, Estados Unidos. Razón por la que, en esa época, nadie era indiferente a la conversión política y social de Cuba, y Agnès Varda, con el lente de su cámara, capturaría a blanco y negro y en el milagroso formato de 35 mm los ánimos de ese nuevo país en movimiento, su cultura y su identidad.

Icónica fotografía de Fidel Castro en compañía de un grupo de guerrilleros.

A medida que las fotos van sucediendo en la pantalla, el guion, escrito por Agnès, es leído a dos voces, la de ella, por supuesto, y la de Michel Piccoli, actor francés. Entre las tantas cosas en las que el documental se detiene, la figura femenina, como es una constante en la filmografía de Varda, adquiere un rol protagónico. Por eso, a parte de las decenas de cubanas que fueron fotografiadas en las calles, algunas seguramente sin siquiera imaginar que su rostro sería inmortalizado en un documental, o de las fotografías tomadas al multitudinario Congreso de Mujeres, que contó con la participación del propio Fidel, y a las milicianas con fusil al hombro que custodiaban bancos y edificios públicos, son Selma Díaz, arquitecta y planificadora de los proyectos sociales de construcción en La Habana, y Sarita Gómez, que sería la primera mujer cubana en dirigir un largometraje: De cierta manera (1974) y que, además, participó en el documental tanto posando para la cámara como siendo la asistente de Varda, a quienes se les rinde especial atención durante dos pasajes de la película.

Fotogramas del tramo final del documental en los que Sara Gómez figura bailando.

Las gentes en las calles, los torneados cuerpos de las cubanas que son como “una S ondulante”, las barbas y sombreros de todos los estilos y tipos, los campesinos con los machetes cortando caña en las tierras que les entregó la Reforma Agraria, los músicos con las guitarras interpretando trovas y boleros en las fiestas de baile y ron, la casa de Hemingway y la catedral barroca de La Habana, los poetas y los políticos, los pintores y los alfabetizadores, la música de Benny Moré, “El Bárbaro”, y El Cuini Tiene Bandera, de la Orquesta Aragón; eso y más es debidamente fotografiado y comentado como sólo Agnès Varda lo hubiese podido hacer.

¿Qué se le pide a un documental? Que sea educativo sin dejar de ser entretenido, y justo eso logra ser Salut les Cubains. “Saludos a los revolucionarios románticos”. “Saludos a los obreros de una refinería de petróleo en la Bahía de Santiago”. “Saludos a los nuevos artistas cubanos”. ¡Saludos a tu memoria, querida Agnès!

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Elizabeth Reinosa Aliaga | La cadencia diáfana de la poeta musical

Me gusta la música que con las palabras hace Elizabeth Reinosa Aliaga. Cuando la comencé a leer, descubrí una voz madura en una casi niña. Entonces supe que esos versos anunciaban una gran escritora y al cabo de los años, la fuerza que ella misma ha ido experimentando en su poesía y su narrativa, la manera en que ha logrado irrumpir en su entorno, han confirmado mi casi profecía. Elizabeth Reinosa Aliga (Granma, Cuba, 1988), tiene la fortuna de ser escuchada por su generación y las generaciones subsiguientes de poetas. Ello le ha permitido ser reconocida en no pocos certámenes, con lo que podemos decir, ha sido multipremiada. Pero lo merece. En el año 2018 puede escucharla, entre el público que asistió al Festival Internacional de Poesía José María Heredia, cuando fue nombrada visitante distinguida de la ciudad de Toluca. Desde entonces, debo confesar, me he vuelto un asiduo consumidor de su música poesía. Clara y preclara, diáfana y corrediza, hasta casi ser agua; de envidiable soltura y certeza en la imagen, y con un marcado gusto por el juego de las formas. Curiosamente, Elizabeth estudió ingeniería informática, aunque de fondo parezca más una alquimista. El primer premio que ganó, en su natal Cuba, fue el Premio Nacional José Antonio Echeverría, a éste le han seguido bastantes más, entre los que destacan el Premio Guillermo Cabrera, el Iberoamericano Décima al Filo, el Francisco Riverón Hernández  y el Premio Internacional Voces Nuevas de la Editorial Torremozas, cuya sede está en España. Su espíritu inquieto la ha llevado a incursionar con fortuna en la narrativa y la literatura infantil. Entre los libros que ha publicado, se pueden contar En la punta del Iceberg (Editorial La Luz, 2011), Las Seis en punto (Editorial Sed de Belleza, 2017), Brújulas (Editorial La Luz, 2018), Líneas de tiempo (Editora Abril, 2019) y este año acaba de publicar, muy recientemente, el poemario para niños Zooilógico (DMcPherson Editorial, 2020). Su obra ha sido reconocida y publicada en Cuba, México, Chile, Argentina, Estado Unidos y España.

  • Elizabeth, vienes con un nuevo libro bajo el brazo, y es de narrativa  infantil, platícanos sobre tu Zooilógico.
  • Cuando comienzo a escribir un libro, incluso cuando lo termino, no pienso en el destino que tendrá, ni siquiera lo sospecho. Casi siempre, en medio del proceso de edición o al tener el libro en mis manos, experimento una especie de pudor o miedo escénico. Con Zooilógico me ha ocurrido algo así, una sensación de indefensión frente al lector, y en este caso, por ser para niños, de mucha responsabilidad. Es un libro escrito hace más de cuatro años, por alguien que ya no soy, por eso puedo hablar de él sólo desde cierta distancia. Zooilógico fue concebido, inicialmente, como un juego. Parte de la diversión, de mi deseo de mostrar un mundo donde todo parece reinventarse constantemente. El escenario es solo un pretexto para comunicar ese juego aparente. Detrás de los personajes hay guiños, ironías, reflexiones que serán completadas en un diálogo con niños y adultos. Una veintena de textos breves, algunas décimas, estructuras que creé a partir de juegos de rimas. Zooilógico es un cuaderno trampolín, ya que, como autora, me ha permitido salir (de un salto) de mi zona de confort, y replantearme lo que deseo expresar en la literatura para niños.
  • ¿Cómo se dio tu acercamiento con la literatura infantil?
  • El primer acercamiento fue como lectora, por supuesto. Nunca podré olvidar lo que experimenté al leer por primera vez Las aventuras de Tom Sawyer, El Corsario Negro o El libro de la selva. Con Mark Twain, con Salgari, con Kipling comencé a recorrer las páginas de la literatura infanto-juvenil.  Como autora, fue mucho después. En el año 2010 leí Sarubí, el preferido de la luna, una novela para niños del escritor cubano Emerio Medina. Me gustó cómo Emerio se alejaba de lo urbano y regalaba una historia con conflictos inherentes al público infantil. En ese momento yo también quise abrir una puerta a personajes que se movieran en un mundo de fantasía. A finales de ese año terminé Las Seis en punto, una historia que tiene como ejes centrales la magia y el discurrir del tiempo, temas que todavía me apasionan.
  • ¿Hay raíz negra en tu poesía?
  • Es algo de lo que no estoy completamente segura. Más bien lo intuyo a través de susurros, de pequeñas sacudidas dentro del verso, a veces tambores, a veces lejanas remembranzas de movimientos y colores. Cada día estoy descubriéndome. Es un largo viaje hacia el interior.  Un camino lleno de preguntas y cuestionamientos. Pero para mí es imposible explicar el entramado que conforma mi escritura, le temo mucho a las certezas y a las autodefiniciones. Por eso imagino las raíces, las construyo a partir de la memoria: las voces del cuerpo y las del sueño.
  • Has representado a Cuba en algunas ferias y encuentros internacionales de literatura ¿cómo has vivido esta experiencia?
  • He tenido la suerte de participar, de manera presencial y virtual, en varios encuentros literarios del continente, y ha sido con mucho interés de escuchar, de descubrir personas, estéticas y sensibilidades. Cuando esos encuentros  han sido animados por el diálogo y la transformación, regreso esperanzada. La vitalidad que puedo encontrar en ellos, me resulta muy útil. Sobre todo porque esa interacción social me permite entender mejor la realidad.
  • ¿Un parteaguas tu visita a Toluca?
  • El festival de Toluca fue un encuentro de voluntades: del Ayuntamiento de Toluca que apoyó financieramente el evento; de Jorge Contreras que fue el alma que hizo posible toda esa magia; de cada uno de los poetas que participamos —algunos cruzaron el Atlántico para asistir al encuentro—; pero también del público toluqueño que nos recibió con tanto cariño y abrió todas las puertas para que la poesía fuera posible. Yo disfruté enormemente la visita a las escuelas. Fui a una preparatoria y quedé sorprendida y encantada con el interés que mostraron los alumnos ante nuestra poesía. Esto me sirvió para entender mucho más la importancia de lo formativo de estos encuentros y la necesidad de potenciar los programas de lectura y el intercambio entre los escritores y los niños y jóvenes, en una experiencia comunitaria que fortalezca sus vínculos con la poesía y la literatura en sentido general.
  • ¿Qué importancias tienen estos festivales y ferias para un escritor?
  • Estos eventos son muy importantes para establecer nexos entre los escritores y sus públicos. Representan una vía de superación colectiva, siempre que estimulen un intercambio real y no se conviertan en una vitrina de exhibiciones. Para esto, es esencial poner la literatura al servicio de la comunidad y lograr establecer entre los poetas una sintonía que trascienda las fronteras geográficas.
  • En el mismo sentido ¿Qué han significado para ti los diversos premios con los que te han reconocido?
  • He recibido cada uno de esos premios con alegría porque representan un reconocimiento a mi trabajo. Los he aceptado con la mayor humildad y responsabilidad ante la escritura. No representan una meta sino un estímulo para comenzar de nuevo y dar lo mejor de mí en cada línea.
  • ¿A cuál de tus múltiples premios le guardas mayor cariño hasta ahora?
  • Esos reconocimientos han servido de impulso, y están atados a diferentes etapas de mi vida. Creo que cada uno llegó en el momento justo, cada vez que perdía las esperanzas de ver publicado algún libro. Así que no podría elegir uno, tomando como criterio el cariño. Puedo decirte que el que más sorpresa me causó, fue la beca de creación Can Serrat (España, 2020), porque apostaba por un proyecto de novela que yo misma no había dimensionado y, aunque todavía queda mucho camino por andar, me impulsó a redoblar los esfuerzos durante más de un año hasta tener listo el primer borrador.
  • ¿Porqué eres tan musical?
  • Aunque cada género me demanda una cadencia distinta: el ritmo de la décima no lo siento cuando estoy frente al verso libre, y el de éste último lo olvido cuando estoy ante la narrativa, creo que hay un factor común: el espacio en blanco, el enorme silencio que contiene los susurros de la tierra, de mis ancestros, de mis vidas pasadas. El origen de esa musicalidad es el silencio.
  • ¿Cuál es tu panorama de la literatura cubana contemporánea?
  • Creo que te refieres a la más reciente literatura cubana, la cual visualizo como un abanico de géneros, de estéticas, una polifonía que resulta interesante. Hablar de una literatura cubana no es referirse a una literatura demarcada por los límites de la isla, sino una referencia a puntos (de un mapa) diseminados por el mundo, y  señales de un fenómeno literario que no puede ser resumido en temas, formas y/o posturas políticas. Esto solo te lo puedo decir desde mi visión como lectora, y como autora que participa del fenómeno desde adentro, por supuesto. En esa búsqueda constante de lecturas, de autorreconocimiento en las obras de mis compatriotas he podido percibir un panorama esperanzador. Reconozco a autores que ya representan voces consumadas y otros que solo necesitan tiempo para madurar. También creo que es necesario que comiencen a escucharse, mucho más, las preguntas: ¿Qué estamos haciendo? y ¿Hacia dónde vamos?
  • ¿Crees que exista un diálogo verdadero entre los escritores latinoamericanos próximos a tu generación?
  • El diálogo entre los escritores de una generación, o al menos entre los que comparten un tiempo vital, se genera de manera espontánea. A través de la experiencia que se acumula al convivir en una época, al compartir aspiraciones y angustias, lecturas y divergencias.  En los eventos literarios y en Internet, se producen encuentros, acercamientos,  intercambios más inmediatos, que resultan vitales en esas  búsquedas y  descubrimientos de esencias, pero creo que a través de la realidad colectiva, del ejercicio literario y de la lectura, estos diálogos están teniendo mayor impacto.
  • ¿Qué ha significado para ti ser escritora en Cuba?
  • Escribir desde Cuba, mi país, ha sido siempre una moneda de dos caras. Por un lado, la dicha que implica poder hacer literatura desde mi espacio natural de creación y el respaldo de las editoriales nacionales para llegar al lector cubano. Por otro lado se impone el desafío de intentar conquistar otros escenarios, otros lectores. Pero llegar a las editoriales extranjeras no implica el descubrimiento de un mundo editorial totalmente desconocido para la mayoría de los escritores cubanos.
  • ¿Amante de la décima?
  • Amor que comenzó, si no con odio, al menos con una especie de rechazo.  Al principio pensaba que no se podían elegir caminos dentro de la décima, que todo estaba encapsulado de tal manera que entrar al cuadro de la estructura era entrar a una lucha con los brazos atados. Luego comprendí que para encontrar caminos diferentes, tenía que entender plenamente la construcción, construir para luego destruir o deformar. Ahora creo en las combinaciones. Las posibilidades dentro de la décima no son infinitas, se van agotando. En la estructura hay espacio para un discurso, para hacerlo con calidad y soltura, pero esto depende de las habilidades del poeta y de su capacidad de aprender de la tradición y de luego sortear los peligros de desandar el camino de los otros y el suyo propio.
  • ¿Hay perversidad en la literatura infantil?
  • Lo que encaja dentro de la perversidad es regido y modificado por la moral de cada época. A lo largo de la historia de la literatura, la perversidad como esa perturbación del orden o estado de las cosas, ha hecho posible los cambios de paradigmas e iluminado un trecho más de ese camino que constituye el conocimiento humano. A mi mente vienen obras como La historia interminable, Alicia en el país de las maravillas, Pippa Mediaslargas, y en ellos es un factor común el adentrarse en temas y formas que se salían de lo convencional. Aunque la perversidad puede ser una arma de doble filo, cuando se tratan con crudeza estos temas difíciles. La idea es pervertir los convencionalismos, los prejuicios. Que esa perversión sea a favor del niño. Por eso, la literatura dirigida a este público debe hacerse con extremo cuidado, sin didactismos, pero con ternura. Teniendo como premisas la búsqueda de la verdad, la investigación y el rigor con que se enfrenta la escritura. Creo que necesitamos una literatura infantil más esperanzadora, que no violente los procesos de crecimiento y maduración intelectual de los niños, sino que sirva de compañía y abra las puertas para que ellos puedan potenciar su imaginación y su capacidad de razonar y de cambiar el mundo.
  • ¿Cómo es eso de que eres ingeniera?
  • Desde niña supe que iba a ser escritora, pero decidí tomar otros caminos profesionales. Después de estudiar una Ingeniería en Ciencias Informáticas y  ejercerla durante cinco años, sentí que había llegado el momento ideal para saltar. Salté al vacío como un acto de liberación. No sentía lo mismo al escribir cien líneas de código PHP que al escribir un poema, cuando hago esto último experimento un estado de libertad incomparable.
  • Por último, Elizabeth, ¿sigue desvistiéndose tu memoria en su tierno striptease?
  • Ese striptease de la memoria representa la sinceridad frente la escritura, esa desnudez e indefensión ante lo que duele y brota con urgencia en cada palabra. Aunque continúo indagando en el recuerdo, el ritual se ha transformado: ahora es un acto que va de lo tierno a lo salvaje, un ejercicio intenso de construcción y derrumbe.