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Edjanga Jones  I El hombre que va y que viene

De aquella lejana edad de la panguea que devino en el rompecabezas que es hoy el mundo, dos piezas, más que ningunas, evocan en sus formas esa unión primitiva y la trágica separación. Dos piezas que bien se pueden constatar en cualquier mapamundi y que parecieran imanes que quieren de nuevo juntarse, dos amantes a los que el tiempo y los temblores han querido separar, pero que a pesar de la separación siguen, de muchas maneras, haciéndose el amor. Me refiero al cóncavo que es Latinoamérica, sobre todo en su parte brasileña, y al convexo que es el África cuyo justo punto imaginario de “machimbrado” entre ambos continentes sería Guinea Ecuatorial. Paradojas de la vida, pues esta pequeña región africana es, a muchos niveles, hermana profunda de Hispanoamérica. Si bien es cierto que comparte los elementos socioculturales que definen a los pueblos africanos, también es verdad que Guinea Ecuatorial fácilmente se confunde con los pueblos americanos de habla española, en especial con aquellas regiones tropicales, caribeñas, donde la raíz negra se palpa en el baile, la lengua, la comida y el “cachondeo” cotidiano. Y también, por supuesto, en la literatura. Esto se debe a que Guinea Ecuatorial también sufrió el yugo del imperio hispano desde el siglo XVIII. De hecho, pertenecía al virreinato del Río de la Plata. La relación con América se fue perdiendo tras la emancipación decimonónica de casi toda la colonia hispanoamericana. Guinea Ecuatorial consigue su independencia hasta ya bien entrado el siglo siguiente, para ser precisos, en 1968, fecha a partir de la cual, entre convulsiones y tiempos difíciles, se ha empeñado en forjar una nación. En términos de arte y cultura, el camino no ha sido fácil. Estamos ante una naciente generación de artistas y escritores ecuatoguineanos que lucha en un ambiente inhóspito para poder dar salida a su voz. Dicha lucha nos recuerda, no pocas veces, a lo que en esta canaimera latinoamericana nos ha tocado y nos toca enfrentar. Por ello no es difícil sentir una empatía fraternal por nuestros pares hispanoafricanos. Así como en el mapa, el abrazo se antoja en el espíritu. Comencemos por conocernos, leernos. Entre esta nutrida camada de emergentes escritores ecuatoguineanos, resalta la obra de Edjanga Jones Ndjoli (Madrid, 1982), hijo de migrantes, que si bien ha vivido buena parte de su vida en España, nunca olvidó su raíz y desde la trinchera que le ha tocado, busca el reconocimiento, el respeto y la divulgación de la literatura de Guinea Ecuatorial. Su carrera comienza, por así decirlo, con la publicación en el año 2015 de su novela Heredarás la tierra, cuyo inusitado éxito puso los ojos de la crítica y del público lector sobre de él. Su obra ha sido principalmente difundida en España y Guinea Ecuatorial, pero de a poco también comienza a conocerse en Latinoamérica. Sin más, debo confesar que es éste uno de los diálogos que más me han conmovido, conmocionado, entre muchos muy sentidos que he tenido en la Canaimera. Por ratos pensé que le hablaba al espejo. Edjanga me ha parecido un corazón con pies largos.

  • Estimado Edjanga, ¿qué significa actualmente ser un escritor ecuatoguineano?
  • Es una pregunta difícil. Teniendo en cuenta que yo formo parte más del panorama de la diáspora, creo que no soy el más indicado para responder a esta pregunta. Pero voy a dar mi opinión. Creo que ser escritor ecuatoguineano es un reto lleno de turbulencias, ya que el acto de escribir en sí constituye, al día de hoy, en Guinea, un acto político: ¿Para quién escribes? ¿Qué escribes? ¿Y por qué? En mi caso siempre me he encontrado con este cuestionamiento, la identidad es un debate envenenado y mi amor por mis seres queridos y el país de donde vienen mis padres no ha quedado erradicado o difuminado por el mero hecho de no haber nacido y crecido en África. En este sentido, puede ser un acto de reivindicación; una tierra perdida; un Ítaca al que hay que volver y donde los sueños se pierden en la añoranza y la nostalgia. Eso por un lado, por otro está la síntesis del africano: su visión sobre sí mismo; lo que quiere compartir con el mundo; la difícil, cordial y contradictoria relación con lo occidental. La denuncia se ha convertido en un tema muy recurrente, casi en exclusiva en algunos autores. De tal forma, que el compromiso puede coartarnos enormemente en nuestro carácter artístico. Pero hay excepciones, como César Brandon Ndjoku. Sin embargo, creo que hay nuevos  autores que miran a la literatura con un afán más lúdico, soñador y con carácter menos encorsetado a las difíciles circunstancias sociopolíticas.
  • Regálanos un panorama, desde tu punto de vista, de la literatura de Guinea Ecuatorial.
  • Como he dicho antes, creo que es un panorama de personas que trabajan con pocos medios pero que sueñan con escribir y parece que lo están consiguiendo. A veces desde Europa sólo esperamos las denuncias de las injusticias que ocurren en África. Pero hay escritores que abarcan nuevas temáticas, nuevas historias. Escritores que quieren compartir con un mundo global, del que quieren formar parte sin cortapisas. No conozco muchos, no soy un buen lector. Pero de los que han llamado mi atención, está César Brandon, Chris Ada, Estanislao Medina, Fumilayo Jhonson, Juan Riochi Siafa, Mitoha Ondo Ayekaba y César Mbah. Después tenemos a escritores consagrados que fundamentalmente son los pioneros como Donato Ndongo, Justo Bolekia Boleka, Inongo Vi Makome, María Nsué Angüe, Mangue Nsue Okomo, Francisco Zamora, Juan Manuel Davies, Juan Tomas Ávila Laurel y Remei Sipicreo que son los principales novelistas del panorama de una época que se puede comprender como colonial-postcolonial. En ellos pesa la experiencia del trauma de la dictadura y la migración hacia España u otros países y donde se aprecia parte del legado de la cultura oral. Este fenómeno fue llamado  emixilio por Michael Ugarte en Africanos en Europa. La cultura del exilio y la emigración de Guinea Ecuatorial a España, que resultan en la unión de dos palabras exilio y migración. Después hay escritores que están más dentro de lo académico aunque también pueden tener contribuciones literarias como Juan Riochi Siafa, poeta y ensayista; Trifonia Melibea, novelista y ensayista, enfocada en cuestiones de género y LGTBIQ, y Eugenio Nkogo, filósofo. También existen personas que se dedican al teatro como Recaredo Silebo Boturu que también es poeta. Por último destacaría escritores de la diáspora hijos, de ecuatoguineanos en España u otros países: Lucía Mbomio y Desirée Bela Lobedde.
  • ¿Qué visión tienes de la literatura latinoamericana contemporánea?
  • Uff, tengo que admitir que no puedo decir mucho, por no decir nada. Tengo que reconocerte que yo no he leído mucho, y eso es algo que me avergüenza decirlo. Normalmente, los escritores son personas que tenían un fuerte deseo de escribir y leían sin parar cuando eran niños. Yo era todo lo contrario, solo leía cómics. La escritura aparecía en mi vida como un salvavidas. Nunca había pensado en escribir, pero escribía. Escribía para olvidar, como los alcohólicos beben para ahogar sus penas. Es ahora cuando intento formarme como escritor y preguntas como estás me hace sentir tremendamente perdido en este vasto mundo de la literatura.
  • ¿Cuál es la relación de Guinea Ecuatorial con el resto de la literatura africana?
  • Como te he dicho antes no sabría que decirte. Pero si me puedo arriesgar a algo: creo que en la literatura de Guinea existen los mismos rasgos que te puedes encontrar en muchos países en África y que tiene que ver con ese trauma de la colonización-descolonización. Existe un diálogo por encontrar-encontrarse, en un espacio tiempo convulso donde los Estados no ofrecen seguridad, más bien lo contrario. Después está la idea de la identidad: el ser o no ser africano al haber sido colonizados y cómo sobrellevar la pérdida de los elementos culturales y ancestrales. Creo que eso está muy presente en muchos autores africanos. Luego creo que se podría destacar la figura de escritoras africanas con Chimamanda Ngozi a la cabeza que no sólo hablan de feminismo sino de muchas más cosas y en Guinea también se están dando figuras como Trifonia Melibea que siguen esa senda.
  • ¿Piensas que existe una relación, un diálogo entre los escritores contemporáneos de Guinea Ecuatorial y Latinoamérica?
  • Claro que sí, tal vez este diálogo es reciente o tal vez no. Pero existe un África de ida y vuelta en relación al “nuevo” continente. Nos hemos nutrido ya no sólo en la literatura, en muchos otros aspectos que han propiciado una influencia en nuestra narrativa e imaginario. Yomaira Figueroa, excelente académica de la universidad de Michigan hizo un trabajo comparativo sobre esto llamado “Descolonazing Diásporas”.
  • ¿Deben los escritores de Guinea Ecuatorial emanciparse de España o el futuro inmediato de la literatura ecuatoguineana depende del apoyo cultural español?
  • No sé si deben, lo que está claro es que el apoyo y la visibilidad no vendrá de España. No voy a criticar a España en sí, el problema es que existe un problema de compresión de la producción cultural como activo fundamental para preservar, fortalecer y enriquecer a la sociedad. En ese sentido, España no comprende que la producción literaria de ciertos colectivos minoritarios sea algo de suma importancia, pero en general es todo el sector cultural. Por lo que los escritores que nos sentimos vinculados al contexto de Guinea necesitamos un lugar sobre el qué poder difundir, compartir y producir. Sinceramente, aún con todos los inconvenientes, creo que Guinea Ecuatorial es nuestro lugar natural. Es allí donde podemos generar un impacto suficientemente profundo para poder transcender. Y además, nuestra literatura es un puente para el diálogo entre África y Latinoamérica que no necesita estar supeditado a España. Tal vez deberíamos ser los escritores guineanos y de la diáspora los que invitemos a escritores latinoamericanos a visitarnos a Guinea.
  • ¿Está desarrollándose a la par de sus escritores el mundo editorial ecuatoguineano?
  • Parece ser que hay alternativas independientes, libros hechos a mano por ejemplo. Hay que tener en cuenta que es una nación donde sólo existen dos librerías en todo el país, si recuerdo bien, una en Bata y otra en Malabo. La oportunidad de producir dentro de Guinea es disparatada hasta el punto que es más barato imprimir los libros en España y transportarlos en avión. La gran mayoría depende de instituciones como el centro cultural español ecuatoguineano o el francés para hacer alguna publicación.
  • Es palpable el apoyo del mundo literario español por los escritores ecuatoguineanos ¿este interés se replica para con el mundo editorial de Guinea Ecuatorial?
  • Yo no siento tanto apoyo. En realidad me han buscado más fuera de España que en España, y generalmente académicos de Estados Unidos. En España, África no cuenta, existe un imaginario perverso que sigue reproduciéndose donde lo africano entra dentro del orden de lo místico y fantástico. África tiene su propio concepto de la modernidad, su propia versión del futuro más allá de los Safaris y ayuda humanitaria. Pero en España lo africano está relacionado con migración, con pobreza y cooperación. En Portugal existe una relación más profunda y de interés con la producción cultural africana. En España es prácticamente nula. Sin embargo, en Guinea se sigue con la educación que dejaron los españoles en muchos sentidos. Y mucha gente sigue la influencia de escritores clásicos de la literatura española como Bécquer. Hace unos años, escribir poemas, sobretodo cartas de amor estaba muy extendido entre los jóvenes, no se qué tanto habrá cambiado esto.
  • ¿Qué papel está jugando el estado ecuatoguineano para propiciar un mundo literario nacional (escritores, lectores, editoriales, librerías, becas)?
  • Bueno yo creo que es más bien al contrario. El Estado ecuatoguineano, desde los tiempos del dictador Macías, ha perseguido a los intelectuales, y el posterior régimen dictatorial de su sucesor, Teodoro Obiang Mbasogo, ha hecho lo mismo. En general, en Guinea no se promueve la libertad de pensamiento y se exige cierta coacción explícita o implícita al decir o hacer según qué cosas. En ese sentido, la posibilidad de pensar por uno mismo se convierte directamente en casi terrorismo contra la autoridad plenipotenciaria que representa Teodoro Obiang. Según él son “ideas importadas”. En consecuencia, se ha desarrollado una teatralidad difícil de identificar donde quién dice qué y porqué, siempre juega dentro de una línea de intereses donde hay un patrón aprendido de adulación hacia el pseudopresidente para obtener gratificaciones y reconocimiento. Es así como se forma una dictadura: con algunos intelectuales formando parte de ella también. Obiang se vende como el primero, mejor, único y más brillante escritor, intelectual y líder de Guinea.
  • Estuviste no hace mucho en un evento literario en Puerto Rico ¿de qué manera viviste esta experiencia?
  • La experiencia me sedujo, me marcó profundamente. Antes de ir al festival, yo me visibilizaba como un loco en mi soledad. En la sombra de un escritorio, en la noche sin nadie en quién reflejarme. Conocía a algunos escritores con los que tuve un contacto fluido durante un tiempo como Inongo Vi Makome o Mbuyi Kabunda académico en Ciencias Políticas. Pero siempre los veía lejanos, como si me hicieran un favor, a un pobre ingenuo como yo, por querer acércame a ellos. Y no porque ellos me trataran de alguna manera distante sino porque siempre pensé que ser escritor está en el orden de otras cosas que no percibía a mi alcance. Cuando publiqué mi primera novela, fue un acto de locura. Tardé cinco años. Cinco años a solas con mis demonios, con mi impaciencia, con mis dudas…Cinco años de fidelidad ciega, como si fuera un embarazo infinito y no supiera si nacería un burro, un pájaro o yo que sé. Solo seguía mi instinto, mi necesidad de querer compartir. Pensaba que en el momento que naciera el libro, el libro andaría solo, y yo lo dejaría libre a su antojo. Pero no, empezaron las presentaciones y era como andar con una cruz a mis espaldas. Tenía muchas ilusiones así que no me importaba en ese momento desplazarme por la geografía española saliendo todo de mi bolsillo. Es cuando Cesar Mbah me habló de un Festival de literatura, que era como un Festival Rock and Roll. No me lo pensé, compré mi billete y bajo el amparo e invitación de Mayra Santos Febres descubrí un nuevo mundo, y no como Colón. Me encontré con un montón de locos como yo, pero locos que eran respetados, escritores renombrados con escaparate. Yo me sentía pequeño entre tanto escritor, pero en la mesa, en los diálogos, era uno más: Gael Solano, Marcelo Carnero, La propia Mayra, Yolanda Pizarro, Marina Pérez Agua, Paulo Lins. Fue fabuloso, fue el impulso definitivo, para querer ser escritor. Ellos me dieron el cariño y la cercanía para comprenderme cuando no me comprendía ni yo. El acto, la necesidad, la pasión, la belleza. Desde entonces nunca me he sentido sólo, y mantengo una correspondencia con ellos que me ha ayuda a seguir creciendo como escritor.
  • ¿Qué densidad tiene en ti Guinea Ecuatorial?
  • Infinita, ¿cómo se mide en el infinito? No se puede, sólo se puede nadar en él y perderse. Por ello Guinea Ecuatorial es el principio y final, porque así lo he decidido. Pero porque mis compromisos de amor parten por encumbrar la herencia silenciosa que me antecede. Antes pensaba en términos muy políticos, muy idealistas, con una especie de deber edificante que creo que muchos africanos o hijos de africanos nos hace sentir las circunstancias del contexto en el que crecemos. Al final Guinea se ha naturalizado en mí, más allá de mis ideas políticas. Guinea son mis seres queridos: los que vendrán, los que se han ido, y los que quedan. Escribo a todos ellos como comunicándome en un eco eterno que me llega a mí desde las profundidades, y a la vez reinterpretó y repito a mi manera.
  • ¿Cómo piensas tú que podría haber un mayor acercamiento entre los mundos literarios de Guinea Ecuatorial y Latinoamérica?
  • Visitándonos, creando ese espacio y vasos comunicantes. No me gusta el internet, es útil pero la piel, la carne, el olor… todo eso genera los afectos. Saber que alguien te requiere y te espera al otro lado, que tenemos un espacio a un lado y otro de la orilla es razón suficiente para construir algo importante.
  • ¿Cuáles son para ti los escritores y escritoras ecuatoguineanos que deberíamos estar leyendo?
  • Puff, otro reto, jajaja, si te soy sincero no he leído nada de las últimas novelas de Guinea. Definitivamente Donato es un referente a tener en cuenta con su novela Los poderes de la tempestad y El metro; después  Juan Tomas Ávila Laurel y su novela Arde el Monte de Noche; Ekomo de María Nsue. Creo que esas cuatro se podrían definir como clásicos dentro de la literatura de Guinea. Actualmente, y dentro de la diáspora, tienes a Lucia Asue Mbomio Hija del camino el cual ha tenido éxito pero yo no te puedo dar mi opinión, no la he leído. Estanislao Medina fue elegido por la revista Granta como uno de los mejores narradores en castellano y el tema sobre el que habla, las bandas callejeras en Malabo, me parece algo muy necesario.
  • ¿Qué escritores latinoamericanos se cuentan entre tus lecturas, ya sea de la tradición o  contemporáneos?
  • Otra vez me tengo que sonrojar. Pues por de pronto Marcelo Carnero, el cual es mi maestro y es el que me recomienda muchas obras para leer. Gabriel Garcia Márquez y su Cien años de soledad me marcó con su realismo mágico, y luego he leído cositas sueltas de Galeano y Bolaño, pero, vamos…muy poquito.
  • ¿A qué atribuyes tú el alejamiento de Guinea Ecuatorial y Latinoamérica, siendo que entre ambos hay tantas cosas que nos hermanan, entre ellas, el esfuerzo de España por injerir en sus vidas culturales, literarias?
  • Primero el contexto geopolítico y las tribulaciones de España. Durante la dictadura franquista, España declaró a Guinea Ecuatorial “materia reservada”. Lo que significó que nunca más se volvió a hablar de la ex colonia en los medios de publicación, ni siquiera aparecía en los libros de texto. Y con la llegada de la democracia eso no ha cambiado mucho. Guinea está en una zona francófona, todos sus vecinos hablan francés y la influencia francesa no es sólo en la lengua, también es económica, imponiendo el franco CFA como moneda a los países de África central. De todas formas Guinea Ecuatorial, de la mano de Teodoro Obiang, ha estado buscando su lugar en este marco de influencias ofreciéndose  a Brasil con Lula en su momento y entrado en la CPLP, que es marco de países lusófonos cuando en Guinea no se habla portugués. España borró a Guinea de su historia reciente, y eso tuvo consecuencias también con Latinoamérica. Guinea tenía contacto con países como Puerto Rico y Cuba. Aún persiste en el imaginario cubano o puertorriqueño ciertas reminiscencias de este contacto. Actualmente Cuba es de los pocos países que ha mantenido contacto con Guinea, gracias al fuerte compromiso que siempre ha tenido Cuba con el desarrollo de los países africanos en áreas como la sanidad. Pero deberíamos retomar ese imaginario y nutrirlo de nuevo.
  • ¿Es tu generación la que está llamada a consolidar una literatura ecuatoguineana?
  • No lo creo, sobretodo lo digo por la diáspora. Creo que los escritores de la diáspora viven demasiado desconectados de su herencia africana y andan envueltos en debates postmodernistas donde sólo imperan sus sentimientos. Que la identificación se busque a través de las emociones supone que seamos fácilmente dúctiles y cambiantes según la edad y el momento. Creo que la herencia africana, teniéndola tan cerca, la desechamos para convertirnos en productos de un mercado que solo les vale ciertas señas superficiales para otorgarnos una “identidad”. Creo que hay que volver a crear cultura desde las entrañas, desde la fidelidad de los símbolos ancestrales, pero sin propagandas ideológicas que cercenan la creatividad.  En este tiempo tengo la sensación que los círculos intelectuales buscan apropiarse incluso de las manifestaciones más básicas. El hip-hop y la salsa, no salieron de gente de universidades súper releída, salió de la gente de a pie, de la necesidad de crear comunidad, del juego y del disfrute.  Siento que en la diáspora muchos han sido seducidos por el mercado del capital para ser un sello, una marca de lo que se cree que hay que decir o hacer buscando referencias que vienen siempre de los afroamericanos. Estados Unidos es país complicado, y ha conseguido vender la imagen del pandillero afroamericano como una imagen de modernidad al resto del globo terráqueo. No tengo nada en contra de esa imagen, pero me resulta manipulador cuando por otro lado sólo tenías el hambre y la miseria de África. A día de hoy todos los videoclips de la música negra alrededor del mundo son muy parecidos. Y nosotros hemos crecido con ello hasta el punto de despreciar lo que nos venía de cerca, lo que para los afroamericanos era un conquista a la hora de poder visibilizarse. Por otra parte, era también una pérdida ante los ojos de miles de jóvenes cuyos padres y familiares son africanos, pero no querían aprender de ellos. En ese sentido nuestro trabajo es diferente, es más un equilibrio. Crear un puente entre hijos de guineanos y Guinea es imprescindible. Por ello creo que falta mucho para hablar de una generación consolidada, a menos de que deje de estar tan influenciada por esta estructura de mercado anglosajón.
  • ¿Qué densidad tiene España en ti?
  • Bonita pregunta, a mis cuarenta años tengo ganas de aprender de España.  Me he dado cuenta que he estado jugando por turnos según he ido viajando y viviendo en diferentes países, ya que mi relación con España y Guinea siempre ha sido una moneda de dos caras. He estado enemistado con España durante mucho tiempo, y me he dado cuenta con los años de las lecciones perdidas de un país que tiene cosas maravillosas sin obviar sus carencias.  Cuando llegaba el verano los niños de mi colegio  se iban todos al “pueblo”, y yo me preguntaba ¿dónde está mi pueblo? Nunca me interesé en ir a aquello que llaman las fiestas del pueblo, porque aprendí a vivir en un mundo reticular en el que habían cosas de blancos y cosas de negros. Al escribir me di cuenta de algo que es evidente: si quería escribir debía poner parte de mis experiencias en mis libros desde el lugar donde quería hablar. Evidentemente tenía que ser España. Y ya que yo nací en una ciudad, a veces sólo me sentía de mi barrio, y ni siquiera eso, porque fui un niño no muy popular ni con muchos amigos de pequeño, así que otras sólo me sentía de mi casa. Es entonces cuando me di cuenta que el mundo a mi alrededor me esperaba para descubrirlo, sin cortapisas. Era yo el único que me ponía límites. España es un lugar bello, lleno de imperfecciones, pero es el lugar donde he aprendido y aprendo a amar y reír con la gente.
  • ¿Te percibes como un exiliado?
  • No, en absoluto. Me siento como alguien que puede ser de cualquier sitio y ninguna parte.
  • Sabemos ya que tus primeros años viviste en España ¿cómo fue el reencuentro con tus raíces africanas, al viajar a Guinea Ecuatorial, y de qué manera se refleja ello en tu novela Heredarás la tierra?
  • Fue como estar en lugar familiar y desconocido a la vez, muy raro. Pero la realidad es que Guinea estaba en nuestro hogar constantemente así que todo tenía un olor, color, sabor que podía reconocer. Heredarás la Tierra es la reconciliación de mis “mundos”, de mis experiencias en España y Guinea.
  • ¿Háblanos de tu concepto de geopolítica de conflicto en Guinea Ecuatorial y de qué manera repercute en los escritores ecuatoguineano de tu generación?
  • No es fácil explicar eso, es un libro denso de ciencia política y relaciones internacionales. Por de pronto te diría que sigue un poco el trabajo de Achille Mbembe, politólogo camerunés en sus ensayos Postcolony y Crítica a la razón negra. En síntesis te diría que el Estado colonial, como actor independiente, está configurado dentro unas reglas y/o ideología que condiciona todo el juego político y que el concepto «raza» juega un papel esencial en la forma de estructurar las relaciones de poder. En resumen, se fomentan unas fuerzas centrífugas que motivan el enfrentamiento de diferentes grupos etno-culturales por el control del poder, de tal forma que la existencia o convivencia solo puede ser en base a la subyugación o dominio de un grupo por el otro, o incluso la exterminación para salvaguardar un status quo o lo que podríamos llamar el marco de seguridad del Estado.
  • Por último, querido Edjanga ¿qué tanto persiste en ti de aquel hombre que va y que viene?
  • Yo nunca dejaré de ir y venir, está en mí visitar cada lugar y rincón del mundo y hacerlo mío. No hay fronteras, las fronteras están en la cabeza. Y yo quiero ver, saber y compartir todo lo que pueda y más. Sentirme parte de todo y de nada.