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Proyecto Azúcar

Desde las tierras calientes | José A. García | Cuento

Al despertar lo encontramos entre nosotros.

Sin explicaciones ni presentaciones, como si fuera uno más de los nuestros cuando claramente no lo era.

Nos indicó con gestos y mímicas de trabajos cuanto debíamos hacer para purificar nuestras tierras, nuestros cuerpos, nuestras mentes reparando el daño de milenios de depravación. Algo que él mismo dijo estar haciendo desde el comienzo de su vida.

Como no se trataba del primero en llegar a nosotros con un mensaje similar, no creímos en ninguno de aquellos gestos. Su lengua, cortada de raíz, y la irregular cicatriz que rodeaba su cuello, eran señales inequívocas de que se trataba de uno de los tantos falsos profetas que rondaban la región buscando su sustento. Y, de no encontrarlo, buscaban quienes creyeran en ellos. Los conocíamos bien, y nos burlábamos haciéndoles hablar sin creer en ninguno de sus gestos.

Pero él era diferente. Había varias razones para que lo fuera, pero la más extraña era que había llegado desde las tierras calientes, desde donde estábamos seguros que no quedaba más que devastación y muerte.

La tradición cuenta que allí había comenzado el final de lo que fuera antes, y que nosotros, allí, en aquel poblado, éramos los que más cerca nos encontrábamos de ese mítico lugar. Eso explicaba que tantos fabuladores llegaran ofreciéndonos sus prodigios y quimeras, cada una más falsa que la anterior.

Nos burlamos de su piel resquebrajada, de sus ojos cansados que parecían haber visto infinitos amaneceres, de sus manos curtidas por cada uno de los trabajos conocidos, de su cuerpo enflaquecido y de su morral remendado tantas veces que imposible saber cuál era su color o su forma primitiva. Eso para o mencionar su contenido.

Reímos hasta cansamos, luego  lo echamos de nuestras tierras a pedradas, como corresponde, según la ley, las normas, las costumbres, y la tradición.

Antes de que pudiéramos detenerlo huyó hacia las tierras calientes. Sin dudas escapó por el mismo camino por el cual había llegado y, tan pronto como lo vimos perderse en aquella tierra yerma y hostil, nos olvidamos de él.

Continuamos con nuestras vidas sin preocuparnos, como lo habíamos hecho en los años previos. Era la mejor forma de aprovechar el poco tiempo que teníamos dado lo rápido que envejecíamos por vivir allí, tan cerca de aquel lugar que solamente significaba decadencia y final para los pueblos anteriores a nosotros.

Años después notamos los primeros cambios. Algunas tardes, cuando el resplandor del sol no dañaba tanto nuestros ojos, podían adivinarse manchas color verde entre la tierra que sabíamos árida y abandonada. Los pocos nacimientos que se producían en el poblado comenzaron a multiplicarse y, la mayor de las sorpresas, aquellas criaturas nacían tal y como se esperaba que lo hicieran, sin complicaciones para ellas ni para sus madres; los partos se volvían, poco a poco, normales. Dejamos de celebrarlos como un triunfo sobre la muerte cuando alguno de los dos sobrevivía. Comenzamos a celebrarlos como el triunfo de la vida.

Durante la primavera anterior una suave brisa, inesperada en casi todos los sentidos, inundó el poblado con aromas desconocidos, con el trino de aves que ignorábamos y el rumor del agua hasta ese momento ausente. La brisa llegaba, sin posibilidad de confusión alguna, desde las tierras calientes; tal vez por eso no nos resultara similar a nada de que solía llegarnos desde allí.

Intrigados, como no podía ser de otro modo, pero aún presos de un temor reverencial, unos pocos de nosotros nos internamos en la tierra baldía. Nos escondimos bajo capas y más capas de ropa que, por generaciones, se confió en que podían protegernos de lo que continuaba produciendo muerte en aquel lugar.

Caminamos durante días porque, si bien éramos el poblado más cercano, no era cierto que nos encontráramos tan cerca de las tierras realmente calientes; de haber sido así ni tan siquiera hubiéramos sobrevivido un día. El menor indicio de nada diferentes a la desolación y al abandono facilitaba nuestro camino, pero continuamos pues necesitábamos saber qué era lo que estaba sucediendo para huir si era necesario, o para continuar como hasta ese momento, de ser posible.

Encontramos un sendero luego de las primeras estribaciones formadas por la escoria de lo que fuera que allí hubiera sucedido. Árboles desconocidos, esbeltos algunos, desgarbados otros, de un verde pálido que oscurecía a medida que avanzábamos, nos dieron la bienvenida. Suponíamos que su follaje eran las manchas que se veían en el poblado, pero nadie quería mencionarlo por temor a que las palabras pudieran destruir lo que nuestros ojos nos mostraban y nuestro entendimiento era incapaz de aceptar.

            Nos internamos en aquel inesperado e inexplorado bosquecillo sin saber si debíamos temer la presencia de animales silvestres, cuando no salvajes, o de algo más grande que las aves que nos recibían con sus cantos y sus vuelos de rama en rama. Aves que, sin darnos cuenta nos guiaron hasta la tierra yerma del otro lado de los árboles donde, en medio de tanta aridez y desolación, en algunos pequeños lugares la tierra se encontraba removida, trabajada, preparada, en pequeños hoyos.

            Junto a uno de ellos, con un trozo de hierro herrumbrado que no representaba ayuda alguna contra la dura y aplastada tierra, lo que parecía ser un hombre, se afanaba en su trabajo. Podría haber sido cualquiera, pero aunque había enflaquecido al punto de que cada uno de sus huesos se marcaba sobre su piel sumamente resquebrajada, la irregular cicatriz de su cuello no nos permitía equivocarnos. Era él que, habiendo sido despreciado por nosotros, continúo adelante sin importarle la soledad y el desánimo. Simplemente continúo. Sus manos, curtidas por otros miles de trabajos realizados, eran la señal más clara de ello.

            —¿Qué es eso? —preguntó uno de nosotros señalando hacia los árboles.

Su respuesta se convirtió en sinónimo de esperanza, anhelo, ilusión, renacimiento y regeneración, de resurgir desde la devastación, de volver a comenzar aunque no hubiera con qué hacerlo, de deseo de posibilidad, y tantos otros sinónimos que se expandieran desde Chernobil hasta Fukushima, desde Atucha hasta la bahía de Jervis, desde Three Mile Island hasta Koeberg, hasta nuestro poblado y también el tuyo, pero también más allá.

            —Abedul —fue todo lo que dijo.

            Aquel atardecer supimos que, las tierras calientes finalmente comenzarían a enfriarse.

Imagen tomada de: https://www.freepik.es
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Estuardo Prado | La X en el mapa

Una odisea de múltiples monstruos y sirenas asesinas en el camino y que no siempre llega a buen puerto: eso es publicar en Latinoamérica. Los escritores —los ulises— tienen que enfrentar problemáticas arraigadas, como los son la censura o el canon impuesto por las grandes casas editoriales, asumidas en buena cantidad por los grandes consorcios españoles que imponen sus criterios editoriales y a los cuales no siempre se ajusta la literatura de nuestro continente. Por lo menos la literatura de vanguardia, la experimental, la subterránea, mucho menos la políticamente incorrecta.  Salvo algunos casos afortunados, no es nada fácil acceder a los emporios de la edición. Obras y obras que cada año son rechazadas a veces sin ni siquiera un dictamen de por medio, se perderían en la nada, a no ser porque, como sucede en estos lares canaimeros, existe la resistencia. Quijotes de nuestro tiempo, llamó la escritora Carla Pravisani a las editoriales independientes latinoamericanas.  Los son. Son quijotes, son resistencia, son guerrilla literaria, son la auxiliadora Atenea para que tantos ulises no naufraguen. Y si de resistencias hablamos, Centroamérica es una de las zonas donde más palpable se hace la presencia de las editoriales independientes ante gobiernos cuyas políticas públicas no suelen alentar el arte y la cultura y mucho menos el despertar sensible de sus poblaciones. Con anterioridad hemos señalados que existe un notorio movimiento editorial y literario en Guatemala. Catafixia, Sión, Quimera, Chuleta de Cerdo, F & G Editores, Cholsamaj, son algunos de los sellos que conforman los esfuerzos por dar voz a una literatura emergente, no sólo guatemalteca, sino centroamericana, y que en no pocos casos encuentra puntos de conexión con México y Sudamérica. En esta revolución cultural, uno de los protagonistas indudables (y podríamos decir que hasta legendarios) ha sido Estuardo Prado y su Editorial X, la cual fundó en 1998 y cuyos antecedentes los hallamos en la revista Anomia. Editorial X se ha distinguido desde sus inicios por dar voz a escritores emergentes y por identificar a estetas subterráneos que no son bien recibidos en otros espacios. Prado, nacido en Guatemala capital en 1971, es narrador, egresado de la licenciatura en Letras y Filosofía por parte de la universidad Rafael Landívar. Entre los libros que ha escrito, se pueden contar Estética del dolor (1998), Vision-es del exceso (1999), Los amos de la noche (2001), El Libro Negro (2000) y Siendo alcohólico-drogadicto me fue mejor y de paso escritor de mierda (2013), todos ellos en Editorial X.

  • Estuardo, ¿por qué decides volverte editor?
  • A mediados de los 90s, con un grupo de estudiantes de la Universidad Rafael Landívar, que también estudiaban Filosofía y Letras, comenzamos a escribir. Originalmente la idea era leer el trabajo de todos entre nosotros. Pero conforme fue pasando el tiempo y los textos fueron teniendo mejor calidad literaria, se nos ocurrió sacar un fanzine. Le pusimos de nombre “Anomia” y básicamente eran unas fotocopias engrapadas con textos nuestros. Poco a poco se fueron uniendo otros estudiantes que también tenían textos. Hasta que llegó un punto en el cual buscamos una editorial que nos publicara, pero el gremio literario era muy cerrado y no encontramos ninguna posibilidad. Por eso es que al final de la última revista, la sexta en 1998, publiqué el manifiesto de editorial X. Ese año empecé con la publicación de los dos primeros libros: “Estética del dolor” (mi primer libro de cuentos) e “Hijas de Shakti” una antología de escritoras.
  • Se ha dicho que Editorial X es contracultural ¿cómo definirías tu proyecto?
  • Pues la idea era publicar textos de calidad literaria de escritores que tuvieran un estilo propio, ya sea que hayan publicado o no, anteriormente. El crítico literario Guido Almansi define “estilo” como algo que rompe con el canon de lo que se está proponiendo como mainstream en una época determinada, teniendo que ser obsceno en su momento, pues es rechazado por no ir en la línea general literaria de su contexto histórico, similar al término de “desterritorialización” que proponen Deleuze y Guatttari. Eso era la que estábamos y seguimos buscando textos de ruptura en el manejo del lenguaje, tanto de forma como de temática y no desde un punto de vista comercial, como casi todas las editoriales establecidas tienen. Aunque suene un poco hermenéutico, a nosotros siempre nos interesó el texto por el texto. Creo que por tener nuestros medios propios de publicación nos permitió sacar libros contraculturales, sin importar su tónica, pues lo importante era la calidad literaria y la ruptura con el mainstream.
  • ¿Cuál es tu visión de los escritores y la literatura centroamericana contemporánea?
  • Actualmente hay varias propuestas muy interesantes a nivel centroamericano, pero creo que las editoriales alternativas nuevas han servido para poder difundir las voces de escritores nuevos, aunque con el tiempo se integraron ya al canon por su calidad literaria. En Costa Rica proyectos como Perro Azul, de Carlos Aguilar, nos trajo las propuestas de autores muy buenos como Alexander Ovando, Alfredo Trejos, Luis Chaves. En El Salvador Los sin pisto, dirigida por Mauricio Orellana, nos brinda una opción muy interesante de autores como Jacinta Escudos y el mismo editor. En Honduras la editorial Mimalapalabra dirigida por Guiovanni Rodríguez hace lo mismo, brindar un espacio a esos escritores que valen la pena.
  • ¿Y en específico de Guatemala?
  • En Guatemala, como tú lo señalaste, hay una nueva oleada de editoriales alternativas que ha ido surgiendo y sacando a la luz escritores que valen la pena: Ediciones Bizarras de Simón Pedroza, Chuleta de cerdo de Alberto Arzu, Alambique de Marco Valerio Reyez, Vueltagato de Pablo Bromo, Catafixia de Luis Méndez Salinas y Carmen Lucia Alvarado. Más recientemente, Colectivo Amberes en donde se reunieron distintas voces como Matheus Kar, César Yumán, Laura Arévalo, Diego Ugarte y Marcos Gutierres, entre otros.  Además de POE de Wilson Loayes, Sión Editorial, Quimera y Testigo ediciones, entre otras. Las cuales, la mayoría, son dirigidas por escritores y que nos han traído una pluralidad de nuevas propuestas literarias de valor además de las de sus propios escritores/directores: Vania Vargas, Alejandro Marre, Julio Serrano y muchos otros.
  • ¿Existe una relación de hermandad entre los escritores de Guatemala y México?
  • Creo que sí, pero no sólo por el idioma que compartimos o la cercanía, sino también porque hemos compartido una historia en donde varios de los principales escritores guatemaltecos han encontrado un hogar en México,  al salir por x o y razón pero por lo general durante épocas difíciles en nuestro país. Tales como Luis Cardoza y Aragón, Augusto Monterroso o Carlos Solórzano. En lo personal, desde hace varios años con la Revista Generación, dirigida por Carlos Martínez Rentería, he tenido la oportunidad de encontrar un espacio en donde contribuir con mis textos. Igualmente con el proyecto de Ediciones Periféricas de Nahum Torres hemos empezado un intercambio al realizar la primera coedición de la novela “Si Dios me quita la vida” de Francisco Alejandro Méndez (Premio Nacional de Literatura Guatemalteca Miguel Ángel Asturias 2017) y esperamos seguir con este intercambio.
  • Precisamente hablando de éste, que es uno de los últimos trabajos que has publicado, Si dios me quita la vida, de Francisco Alejandro Méndez, sin duda, uno de los escritores latinoamericanos más interesantes de la actualidad. Como mencionas, lo hiciste en coedición con Ediciones Periféricas, de México. En este sentido, ¿la coedición será la estrategia maestra para cultivar las interrelaciones literarias entre los países latinoamericanos tan aparentemente separados los unos de los otros?
  • Creo que sí, pues a pesar de la cercanía de nuestros países, la circulación de nuestros libros es difícil y ésta, como te mencioné, es una forma idónea para poder hacer que las propuestas literarias circulen. Además, surgieron proyectos en común como TriNorte (Triángulo Norte Ediciones), en el cual tenemos proyectos de integración en circulación de libros y coediciones entre Honduras, El Salvador y Guatemala, específicamente con las editoriales Los Sin Pisto, Mimalapalabra y la X. Empezando por una página en común, un fanzine y una Antología (digital e impresa). Si Dios me quita la vida de Francisco Alejandro Méndez es el principio de proyectos con Ediciones Periféricas y así iremos ampliando la difusión y la colaboración entre proyecto similares latinoamericanos.
  • ¿Qué papel juegan las editoriales independientes en Latinoamérica?
  • De una u otra manera creo que estas iniciativas de editoriales alternativas son las que traen a la luz nuevos escritores con propuestas sólidas y frescas. Con calidad literaria, pues su fin no es netamente comercial, sino artístico. La literatura por la literatura en sí, anteponiendo la calidad en las propuestas ante las posibilidades puramente mercantilistas, como pasa con las grandes editoriales.
  • Literaria y editorialmente hablando ¿hay un subordinaje nuestro hacia España?
  • No lo creo, pues en nuestros países hay escritores con propuestas muy sólidas y de gran calidad literaria. La diferencia tal vez radica en que en España las editoriales tienen más medios de difusión y promoción, además de contar con un aparato de crítica literaria que dan luz a las obras y a sus autores.
  • A causa de la pandemia Si dios me quita la vida tuvo que salir primero de manera virtual ¿cómo fue esa experiencia para ti y, crees que esto anuncia y determina el futuro del libro impreso?
  • Creo que, aunque suene algo raro, lo único útil que nos trajo la pandemia fue una mayor inmersión en la virtualidad, obligatoriamente. Pero de la cual han surgido resultados muy interesantes. Como por ejemplo el cierre de fronteras entre los países centroamericanos nos ha hecho pensar en nuevas estrategias de colaboración y de trabajo en conjunto. Así como la posibilidad de crear espacios que antes no se estaban aprovechando anteriormente. Por ejemplo, el año pasado di un curso de creación de relato, en él participaron escritores no solo de Guatemala, sino de varios lugares: El Salvador, Perú y  Estados Unidos. Viendo la calidad de los textos trabajados, estamos por sacar de forma digital e impresa una antología latinoamericana “Voces desde el encierro”. No creo que el libro digital llegue en su totalidad a substituir el libro impreso, esto sería muy repoto. Nuestra relación con lo impreso, o grabado en algo físico, ya sea papel o arcilla, va desde el inicio de la civilización humana. Pero sí impulsó a usar este recurso el cual ya existía desde hace varios años y del cual se pueden tener una difusión mucho mayor de nuestras propuestas literarias, principalmente de áreas aisladas, como nuestros países, que estando tan cerca geográficamente, ya desde antes siempre ha sido difícil y costoso la difusión de nuestras propuestas.
  • ¿Son los escritores mejores editores?
  • Tal vez sí, pues siempre va a verse desde un punto de vista diferente al de alguien que no sea un escritor. Brindándole más importancia al texto, que a sus posibilidades mercadológicas.
  • ¿A qué se debe que hayas publicado la mayoría de tus libros en Editorial X?
  • La verdad creo que mis textos son bastante ácidos, recurro a la ironía, al humor negro y a la deconstrucción social de la manera más contundente que he podido, lo cual lo hace un texto contracultural radical en donde se cuestiona todo, de la manera más fuerte posible. Con estas características, sólo he podido encontrar algunas otras iniciativas para poder publicar sin censura de ningún tipo, como en editorial Germinal, de Costa Rica, que sacó una edición de “El libro negro”, en México con la Revista Generación con algunos relatos míos, y en Italia, en la Universidad La Sapienza, en donde se tomaron la tarea de hacer una traducción de algunos de mis textos.
  • ¿Qué es para ti la rebeldía?
  • Rebeldía para mí no es necesariamente ir en contra de todo, si no cuestionar la realidad de una manera crítica, pues estamos socialmente siempre siendo manipulados por intereses más allá de los nuestros y denunciar la hipocresía o las verdaderas intenciones de estas estructuras de poder que brindan un discurso que lleva vedado sus verdaderos propósitos. Y en determinado punto oponer resistencia a ellos.
  • ¿Por qué has priorizado al cuento sobre de otros géneros literarios?
  • Fíjate que antes que ser editor, fui escritor y antes lector obviamente. De una o de otra forma me interese más, o tuve más contacto con la narrativa. La disfruto más, la verdad. Eso ya es un gusto personal. Aunque considero que todos los géneros literarios tienen un valor estético igual… son arte.
  • ¿Te consideras un creador “underground”?
  • Quisiera pensar que sí. Aunque con el tiempo muchos de los que empezamos en editorial X han pasado a ser parte del canon literario nacional. La verdad es más divertido estar en las filas de la trinchera revolucionaria y contestataria, que estar en el canon como una figura de un museo de historia.
  • ¿Qué piensas de la actual literatura feminista latinoamericana?
  • La verdad he tenido más contacto con el movimiento literario LGBT, hasta sacamos la primera antología a nivel centroamericano: Anatomías del deseo negado (2018).  Creo que la literatura feminista es necesaria, pues mucho de la represión que se ha tenido viene de los mismos males culturales, los cuales surgen de una misma raíz: una sociedad capitalista, patriarcal y heterosexual represiva.
  • A los escritores ¿nos está astringiendo la corrección política?
  • Creo que últimamente la lucha por los derechos de los diferentes sectores de la sociedad que han sido reprimidos históricamente nos está llevando, paradójicamente, otra vez hacia una represión, en lugar de un ambiente de apertura social y respeto hacia la libertad de expresión (que debería de ser lo más importante pues es lo primero que se pierde en un sistema represor), ahora siento que se está creando una sociedad en donde para estar “políticamente correctos” ya no se puede hablar con libertad sin que algún grupo proderechos de lo que sea brinque.
  • ¿Qué significa ser escritor en Guatemala?
  • Es interesante… para mí fue la oportunidad de poder crear textos que pretendían deconstruir todas las instituciones sociales, nuestras historia y nuestros “valores” (entre comillas). Sentía que cada uno de mis libros, al salir, eran una bomba Molotov en contra de una sociedad hipócrita y falsa.
  • Por último, estimado Estuardo, y esta pregunta más bien se la hago a Masterdrogo ¿cuál es esa conciencia a la que podemos asumir como una última frontera?
  • Te contestaré con una cita del mismo libros, de Artaud: “Y tú, desquiciado lúcido, portador del cáncer, meningítico crónico, tú eres el incomprendido. Existe algo en ti que ningún doctor llegará a comprender y esto es lo que para mí te salva y te hace majestuoso, puro y maravilloso. Tú estás afuera de la vida, estás sobre la vida… tú vas más allá, más allá del nivel normal y esto es por lo que los hombres están en tu contra, pues envenenas su quietud, eres el que rompe su estabilidad…”. La conciencia de ser seres libres, que cuestionan todo, que tienen sus propias opiniones, aunque no sea políticamente correctas, que viven como quieren…esa es la última frontera : ser verdaderamente libres.
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Valeria Sandi | Las Letras Trotamundos

En varios países de Latinoamérica, se tiene a los días 23, 24 y 25 de junio como sacros. Son los días y las noches de San Juan y marcan la llegada prominente de las lluvias fecundadoras. Por ello, entes mágicos dejan sus celestiales o telúricas moradas y vienen a pasearse al mundo, ya para obrar milagros, ya para hacer travesuras. La diosa literatura, que es silvana y truhana, no puede faltar a este festín y por ello y por la fecha, esta Canaimera ha de consagrarse San Juanera. Valeria Sandi (Santa Cruz, Bolivia, 1991) es una poeta que desde hace años se ha echado los versos a su mochila con miras a recorrer los largos senderos del continente. La escuché por vez primera en San Cristóbal de las Casas, en el marco del Festival Internacional Posh. La tímida boliviana que se acercó al escenario de lecturas, al apoderarse del micrófono, trocó en voz intimidante en sus cuestionamientos, bella en su indocilidad. Hablamos poco, después de ese furtivo encuentro: Valeria tenía prisa por llegar al mar. Poseedora de una poesía firme en sus convicciones y búsqueda estética, la también editora, gestora cultural y abogada, ha caminado, leído y publicado en buena parte de esta canaimera americana: Uruguay, Argentina, Chile, Perú, México, Venezuela, Colombia, Cuba, Centroamérica. Entre sus libros destacan Ambidiestros(en coautoría experimental con Quincho Terrazas) (Ediciones Jota, 2016), La luna lleva sal(Chanchito ediciones, 2018) y Rincón de lluvia (Literatelia, 2019). Además, dirige los proyectos culturales Trueque poético y el Festival Internacional de Poesía Joven Jauría de Palabras.

  • Valeria, cuéntanos de tu periplo latinoamericano, ¿cómo ha sucedido y de qué manera lo ha asimilado tu poesía?
  • Como punto de partida y encuentro conmigo misma fue el estrechar lazos con mis pares. Todo empezó en México. Gracias al proyecto Posh que dirige la poeta y promotora cultural CharyGumeta, tuve más fuerza y confianza para seguir nutriendo mi búsqueda a través de la poesía. Desde ese momento se abrieron las puertas para recibir mis palabras, crezco con cada festival y encuentro en el que tengo la oportunidad de compartir y sobretodo escuchar.
  • ¿Qué diferencia has identificado entre los diversos ámbitos literarios de cada región que visitas? ¿En qué se distinguen los escritores, las editoriales, los promotores, los encuentros?
  • En estos años puedo notar la fortaleza al trabajar desde la colectividad, si bien cada uno acciona de una manera distinta, todo es una cadena. En algunos países están mucho más organizados. Hay una diversidad de escritores que llevan adelante propuestas editoriales. Ellos son los principales promotores para generar los festivales y encuentros en su comunidad. Nos queda todavía un largo camino por explorar, pero referente a nuestras acciones, es importante repensar cuáles son las principales necesidades para fortalecer y cubrir ciertos vacíos.Cuando estuve en Cuba, en el Encuentro Internacional de Promotores de la Poesía, pude ver muchas propuestas interesantes a partir de los libros cartoneros. La belleza y cuidado que tenían y cómo era su mecanismo de articulación. También aprendí mucho de otras propuestas editoriales, de países como Argentina, Chile, España, Colombia, Ecuador, el catálogo de autores que presentaban, sus propuestas, su manera de distribución, su llegada a la mano de los lectores, los espacios que habitaban, el uso de ciertas plataformas y medios a los que se adaptaban para seguir trabajando y generar una mayor expansión de lo que escriben. El encuentro de promotores fue articulado con La Feria Internacional del Libro de La Habana, allí tuvimos la posibilidad de ver todo el engranaje que tienen los escritores con las diversas editoriales en torno a la gestión en pro de la literaturay el valioso trabajo del equipo organizador.Recuerdo también las visitas que tuvimos a Centros Culturales como el de Dulce María Loynaz, donde manejan el tema formativo, sus ciclos y permanencia. Si hablamos de espacios que tienen continuidad de manera independiente para visibilizar a los escritores y también desarrollan espacios formativos tanto a través de talleres, conversatorios, presentaciones de libro, proyecciones, como a través de las actividades multidisciplinarias, debemos necesariamente hablar de LA ANTIFIL (Perú), una feria que se realiza en Lima, gestada por compañeros escritores que llevan en sus acciones la voluntad de seguir trabajando año a año con la palabra, mediante componentes críticos y contestatarios, siendo un espacio que acoge la diversidad de propuestas desde la igualdad. Referente a las editoriales, hay proyectos independientes que dentro de sus objetivos contemplan llevar los libros a los que menos posibilidades tienen de acceder a ellos. Para eso entienden y articulan posibilidades manejando un costo accesible y abren espacios y nuevos lectores. Tal es el caso de la editorial Rupestre (Perú) que dirige el poeta Filonilo Catalina. Él me llegó a comentar sobre el alto costo y dificultad que se tenía al intentar conseguir “5 metros de poemas” de Carlos Oquendo de Amat, obra representativa de la vanguardia en el Perú. A la postre, Catalina, junto con su editorial, logró publicarlo a un bajo costo, para que estuviera a un mayor alcance, y así llegó a una gran cantidad de estudiantes de unidades educativas.
  • Siguiendo el hilo, ¿cuál es tu percepción de la literatura latinoamericana contemporánea?
  • Siento que goza de buena salud. He tenido el gusto de encontrarme con voces que reflejan a profundidad nuestra realidad, la que nos duele y nos toca, frente al abismo y hacía donde gira la luz y el silencio. Hay autores de los que uno tiene el privilegio de crecer a su lado, seres que nos enseñan con la mirada el peso de los años, repartidos en lo vital, que es construir a través de la poesía: Chary Gumeta, Matilde Casazola, Fernando Rendón, Gustavo Cárdenas y Luis Thenon que al igual que muchos,han tenido como premisa a la constancia en estos días de incertidumbre. Seres generosos que nos devuelven la esperanza, con la convicción reflejada en sus acciones y palabras.Debo apuntar que, gracias a la revista Galerías del alma, del toluqueño Manuel Alejandro Ceballos, tengo el gusto de hacer constantemente reseñas de libros de poesía y dramaturgia de jóvenes escritores, es así que he descubierto trabajos valiosos, de autores publicados principalmente por la editorial independiente Literatelia (México): Rodrigo Trujillo, Adriana Bandín, María Michelle Gómez y Alberto Avendaño.Sin embargo, también leo a las voces emergentes, aquellas que no han publicado ningún libro y aún están en una búsqueda superficial por hallar un espacio, una plataforma, y usan como estrategia ligera publicar su “Poesía” en las diversas redes sociales que ahora están al alcance de todos. Se sienten las falencias, se escuchan fracturas en lo que se quiere decir y se dice.
  • ¿Existe un diálogo entre los creadores de nuestro continente que de verdad aporte a la vida cultural de cada país en particular?
  • Sí, en mis lecturas tuve el gusto de encontrarme con libros de autores contemporáneos que dialogaban entre sí sobre el dolor latente de nuestra Latinoamérica. La poeta Isabel Guerrero (Chile) tiene un libro próximo a publicarse con la editorial Conhuneno que se llama Seol, lugar de las almas rebeldes olvidadas. La poeta abre el espacio de reflexión a partir de nuestros días, la cual abarca el desierto de Atacama, los desaparecidos en la dictadura, la serpiente del Valle, el río Aconcagua, mencionando el contexto y realidad de su país, el crujir de la tierra y sus temblores, el cóndor como símbolo del vuelo cansado en el retorno a encontrar sus vaciados Andes. Posteriormente, leí el libro Las cenizas del día del poeta Alberto Avendaño (México) donde también hace mención de Seol: “Desde mi torre de sal / veo venir al cóndor, / ha llegado la hora de afrontar sus plateadas garras / Yo que de los excrementos esculpí un corazón / hoy temo al aleteo”.Otras de las posibilidades que nos da la tecnología es la presentación de libros a la distancia, así sucedió con cierto poemario de Fiorella Terrazas (Perú), donde mediante una transmisión en vivo, tuve la oportunidad de conversar acerca de Terrazas junto a los poetas Leda Quintana, Luis Alonso Cruz y Piero Briknole. La distancia se anula, a través del intercambio de posibilidades y análisis. Igual fue un espacio de encuentro para dar la bienvenida a un libro que toma elementos tecnológicos como parte de nuestro relacionamiento y cotidianidad. La poeta habla de Lima —lugar donde vive—, el color de sus días, estados de ánimo, el vivir sin filtros las emociones. Mirando el CPU, el transcurrir de los minutos en la pantalla, nos dice:“Otra vez eres una estatua / un helicóptero / una guerra / eres camuflaje con ojos y hocico”. Y entonces genera un diálogo con el poeta marroquí Mohamed Youyou, quien apunta: “No muestren escenas sangrientas de niños / Cualquier guerra que hubiese pasado / cierren el ruido / Cierren el Windows, diez minutos.Cubran al niño / el papel no durará / sin luz más de diez minutos”.
  • Has gestionado y participado en importantes festivales y encuentros internacionales de literatura ¿qué significan para ti, tanto como promotora, como participante, estos eventos?
  • Son espacios vitales de aprendizaje, estímulos para entender las lógicas que generan la posibilidad de su existencia y comprender cada mirada de los promotores, desde su país. El punto de comunión que tenemos es que nos une la palabra. En cada festival y encuentro se siente la pulsión que lo articula. Cada vez que asisto a estas actividades, entiendo la importancia de lo formativo. Cómo desde temprana edad, niños y jóvenes tienen relación y vínculo afectivo con la poesía, elevan su voz para leer y compartir con los poetas internacionales y nacionales que los visitan. Sostener esta labor, como en el Festival Caravana de Poesía (Perú), permite el entendimiento de la comunidad, desde el ayni poético. El Festival Internacional de Poesía de Medellín, que este año cumple 30 años de arduo trabajo, es muestra de constancia, pues ha creado una conciencia colectiva de la sociedad a través de la poesía. La revolución a través de las palabras.Este año tendré el gusto de participar en su edición digital con los poetas de mi país: Gabriel ChávezCasazola y Alex Aillón. Se escucharán las voces de la proa del mundo, a través de la participación de 191 poetas de 103 países.
  • Sabemos que el estado boliviano no es particularmente amable con las artes. Bueno, en gran medida, los estados latinoamericanos están enfermos de esta misma tara. Pero, ¿qué significa ser escritor en la Bolivia actual?
  • En Bolivia estamos enfrentando duros momentos, en los diferentes sectores y capas que componen nuestra sociedad. Eliminaron el Ministerio de Culturas y Turismo y frente a ello estamos en un retroceso, desconociendo nuestra riqueza histórica. Ningún gobierno de turno debería anular lo que ha sido y será la lucha de los artistas, a través del tiempo, reflejando la diversidad e identidad del arte y cultura de nuestro país. En años anteriores hemos pedido la ley de culturas y del artista. Por respuesta, han hecho caso omiso a estas múltiples peticiones. Hemos exigido que se reconozca un seguro médico gratuito y una renta de vejez por todo el aporte desarrollado, y lo han negado. Somos siempre el sector más vulnerable. Al reclamar la restitución del Ministerio de Culturas y Turismo, también se busca una nueva organización, tener un rol más inclusivo y democrático que nos represente a todos, visibilizando y protegiendo el patrimonio de nuestro territorio y a las naciones originarias que lo conforman. Ante la ausencia de políticas culturales, nos encontramos ante un horizonte borroso, tenemos una escasa posibilidad de acceder a fondos concursables, estímulos para la escritura. Está latente nuestra fragilidad.Ya decía nuestro escritor Oscar Cerruto: “Doble desgracia / haber nacido / bajo este sol / y ser artista. Una mano posada en el teclado / y la otra en los dientes / mordida”.El rol del escritor, desde donde uno habita, es seguir construyendo, reinventarse. El trabajo y exploración del lenguaje no se detiene, pese a la fragmentación en la que vivimos. Hay que apuntalar la palabra, aún queda mucho por decir a través de nuestra escritura inherente a nuestras acciones. En ese sentido, hago mías las palabras de Tolstoi: “Pinta tu aldea y pintarás el mundo”.
  • Por último, estimada Valeria: ¿sigues teniendo prisa por llegar al mar?
  • Sigo con las mismas ganas, pero sin prisas, pues el mar está ahí con sus olas sin fronteras. En cada país aprovecho de visitarlo. Está en la mirada de los amigos poetas con quienes tuve el gusto de reflexionar a partir de esa ausencia que nos alimentan desde el colegio. Ese arrebatar, como instrumento bien usado de nuestros gobernantes. Sentir ese eterno desconsuelo, ahora adquiere en mí otra forma. La inmensidad está ahí, como en los pequeños detalles que sorprenden. También el mar está en la escritura a dos manos, con la compañera chilena María Paz Valdebenito, se va fortaleciendo la mirada, uno se expande, contempla ya sin preocupación el gran cuerpo de agua con su sonido dulce, salado para algunos.
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René Morales Hernández | El poeta rebelde

La voz del caos se escucha en las honduras y quebradas de la selva. Es un grito hipnótico por su cierta dosis de irregular armonía. Es el canto del dios loco Canaima. Canaima es la selva misma, nos dice Rómulo Gallegos en precioso castizo que corona las insurgencias lingüísticas, artísticas, anímicas de Latinoamérica. Latinoamérica misma es Canaima, silvana, divina, estruendosa, caótica, cruel en su terneza o tierna en su desangre. Mil cantos se urden en esta canaimera, mil cantos que urgen ser atendidos para que prosiga la insurgencia. Canaimera será, a partir de esta entrega, un conversatorio con los editores, artista y escritores latinoamericanos contemporáneos, que están moviendo al continente.

 Una noche del año 2015, en Oaxaca, conocí al poeta René Morales (1981), originario de Ocozocuautla (Coíta, para los entendidos), Chiapas. Al trasiego de los mezcales y las victorias compartidas, hablamos de caballos, de nuestros respectivos pueblos, del corazón de los hombres, y desde entonces nos hermanamos. Me regaló algunos libros suyos y así me hice seguidor de los versos de Morales, principalmente porque soy propenso a los alborotos y René es, ante todo, un poeta rebelde. Editor de Public Pervert, promotor cultural y confabulador en varios festivales internacionales, como la parte literaria del festival Posh o Carruaje de Pájaros. En 2018 ganó el prestigioso Premio Mesoamericano de Poesía Luis Cardoza y Aragón, cerniéndose como una pieza clave en el acercamiento cultural y artístico que debe unir fraternal y definitivamente a México con Guatemala. Entre sus libros contamos Notas sobre el fin del mundo, La línea blanca y Carne, y para el 2018 da a luz un libro poderosísimo Texas i love you (Anónima Editores, 2018), editado por el venezolano Nérvinson Machado. El poemario, basado en los expedientes oficiales del Departamento de Justicia Criminal de Texas, recoge las últimas palabras de condenados a muerte. Con ellas, René sostiene un ejercicio de nigromante, que le hace emprender diálogos desgarrados con los fantasmas que ha invocado,  hasta quedar poseso y revivir, al final, un exorcismo pleno.

  • René, Texas i love you me parece la suma de tu búsqueda creativa, hasta este momento, y también de tus afanes por no quedarte estático y experimentar tanto con  las formas como con los temas poéticos, háblanos de este libro, de su importancia en tu obra y tu decisión de publicarlo con Ánonima Editores.
  • Ya conocía el trabajo de Nervinsón como editor, incluso tenemos una amistad cercana de muchos años, que comenzó cuando él decidió vivir en Chiapas, nos veíamos con cierta constancia pero él se mudó a Guadalajara y nos encontramos de nuevo en Zamora, Michoacán en 2018; hablamos del proyecto y la única cosa que le pedí es que mi amigo Álvaro Sánchez ilustrara las portadas y los interiores. El trabajo de los editores fue impecable y claro. Además, abrir una colección con mi libro siempre es más que satisfactorio; afortunadamente el tiraje se agotó en menos de un año y vamos a sacar una segunda edición. Anónima es una editorial que va a crecer demasiado y me gusta ser parte del proyecto.
  • Uno de los aspectos que más me ha interesado de los escritores chiapanecos es su íntima relación, casi amorosa, con Guatemala y viceversa. Poetas y narradores de las dos naciones, participan de manera activa en ambos lados de la frontera. Tú eres un ejemplo perfecto de ese diálogo, mayormente en cuanto se te ha reconocido recientemente con el Premio Mesoamericano de Poesía Luis Cardoza y Aragón ¿cómo se gesta y cómo se vive la relación artística entre Chiapas y Guatemala?
  • La relación Chiapas-Guatemala es antiquísima casi fundacional, durante toda la colonia Chiapas perteneció a Guatemala, eso equivale, más o menos, a unos tres siglos. Por otro lado la anexión de Chiapas a México comienza en 1824 pero no termina sino hasta 1842. Las fronteras son económicas  pero el intercambio humano entre Chiapas y Centroamérica seguirá existiendo porque Chiapas es parte de esa realidad: comemos lo mismo, hablamos del mismo modo, compartimos festividades, creencias y hasta las desgracias. Basta con recordar la amistad de Rubén Darío con Rodulfo Figueroa o la relación entre Roque Dalton y Eraclio Zepeda. Digamos que mi poesía renueva esa hermandad. Y claro, en lo personal, la mitad de mi obra está publicada en Centroamérica y la otra parte en México, digamos que en Chiapas los artistas sacamos ventaja de esa doble nacionalidad.
  • Chiapas es también rebelde. Parece que esto ejerce alguna influencia en sus escritores. ¿Qué sucede hoy en día con la literatura chiapaneca que tanto está llamando la atención de resto de México?
  • El nacimiento del libro Cantos de vida y esperanza de Rubén Darío, publicado en 1905, tiene la peculiaridad de que es el primer poemario que se escribió para contestar la invasión norteamericana en Centroamérica. Esa es una genialidad de Darío, ya que se contesta así mismo. Desaparece con su misma pluma el modernismo para darle paso a una poesía social, comprometida, que nace de la entraña misma de las injusticias. En ese libro, que tiene cerca de 120 años y aún sigue vigente, la poesía social y política le da una utilidad a los poetas, es una declaración de principios que aun se preserva en Centroamérica.
  • ¿Qué visión tienes de la literatura latinoamericana contemporánea?
  • Es una pregunta un poco difícil de contestar, pero bueno, el futuro de la literatura  por lo menos a nivel global terminará por llegar de manera masiva al internet. Los libros, creo, terminarán siendo objetos de lujo, sin embargo creo que la literatura centroamericana seguirá creciendo, como el caso de Sergio Ramírez, quien al recibir el premio Cervantes puso en evidencia que algo está pasando en esos países que parecieran invisibles. El mundo ahora tiene la obligación, como siempre la ha tenido, de voltear a ver lo que sucede en los países más pobres de América. Para eso, las redes sociales y las editoriales independientes juagarán un papel importantísimo.
  • Tú que has sido editor, gestor y promotor cultural, ¿qué retos afrentará, en tu percepción, el ámbito literario tras de este periodo de cuarentenas y pandemias, que ha frenado la ya de por sí lenta inercia de los proyectos culturales?
  • Es una situación muy complicada, el covid19 va a cambiar muchas cosas, ahora dependerá mucho de la organización social. Como siempre, las sociedades tendrán que resistir a los embates de los mercados y a la brutalidad con que se concibe la política actual, la cual no cree en el arte como parte esencial de lo humano. La organización de los que menos tienen, de los excluidos, consistirá en que lo humano no desaparezca.