Jacob y Wilhelm Grimm fueron dos hermanos escritores muy prolíficos en la Alemania del siglo XIX, sus historias reúnen todas las características que amo de la literatura, tienen finales inesperados y épicos, con toques espeluznantes.
Esas historias que me encantan no tienen nada que ver con lo que nos ha vendido la industria cinematrográfica, con príncipes perfectos y finales felices perpetuos.
Por ejemplo, la historia clásica de Blancanieves en dibujos animados, nos presenta un príncipe que salva a la pobre chica envenenada, con un beso de amor, se casan y viven felices por los siglos de los siglos. La verdad, es que los hermanos Grimm describen escenarios muy diferente y en sus historias siempre buscan castigar alguien (que se lo merece).
En el cuento original, la madrastra trata de matar a Blancanieves con un peine envenenado. La chica toma el peine y al momento que procede a utilizarlo, le queda incrustado en la cabeza y cae inconsciente (pero, ¿cómo usa el peine esta muchacha, que se lo clavó en la cabeza? bueno… cada quien se desenreda el pelo como puede). Los enanitos la consiguen tendida en el piso, al ver el peine en la cabeza de Blancanieves, lo remueven y ella vuelve a la vida.
La madrastra no se rinde y tienta a Blancanieves con una jugosa manzana, también envenenada (ahora… me pregunto ¿por qué aceptas comida de desconocidos, si alguien está intentando acabar con tu vida? – Blancanieves, ¡reacciona!)
Blancanieves muerde la manzana y muere (no está en un sueño profundo, como en la película), los enanitos se niegan a enterrarla, puesto que su cuerpo se mantenía intacto, así que le construyen un ataúd de cristal.
Un príncipe que iba recorriendo el bosque, de repente vio a una hermosa mujer en un ataúd de cristal. Sabiendo que los enanos del bosque son los cuidadores de la preciosa criatura, les ofrece comprar el artefacto con todo y la chica (normal, algo que cualquier coleccionista excéntrico haría)
Los nobles y dedicados enanitos se negaron a venderla, así que el príncipe les dijo, textualmente: «ya no podré vivir sin ver a Blancanieves. La honraré y reverenciaré como a lo que más quiero» y cedieron ante el amor profesado por el príncipe (quien se enamoró irremediablemente de una mujer muerta, metida en una caja de cristal… -Les dije que me encantaban estas historias, no que fuesen lógicas-)
Al final, el príncipe se lleva el ataúd y en el vaivén del camino, Blancanieves expulsa el trozo de manzana envenenada que llevaba atorada en la garganta y revive (otra vez). Se enamora del príncipe y se casan en una boda fabulosa.
El espejo le anuncia a la madrastra que ya no es la más bella, pues había una joven Reina mucho más hermosa. Iracunda y furiosa, la madrastra se aparece en la boda para comprobar que esta mujer a la que se refería el espejo era Blancanieves. Perdida en sus cavilaciones (pensando, creo yo, en cuánto veneno ha desperdiciado o que la niña Blancanieves tiene más vidas que un gato) la malvada mujer no se percata que habían puesto al fuego unas zapatillas de hierro. La madrastra se vio obligada a calzar las zapatillas y a bailar con ellas hasta que cayera muerta (una manera extraña de morir, si me preguntan).
Para resumirles algunos de los finales de los cuentos de estos maravillosos autores, les comento que las hermanastras de La Cenicienta se rebanan los pies, para tratar de calzarse la zapatilla de cristal.
La Bella Durmiente queda embarazada del Rey, da a luz gemelos mientras permanecía dormida (sí, esto sucedió sin su consentimiento), uno de sus hijos succionó uno el dedo, de donde extrajo la astilla que la mantenía dormida, despertó y el Rey, muy entusiasta, decide que desea desposarla y para lograr ese fin, elimina a su cónyuge.
Rapunzel queda embarazada del príncipe (que era visitante asiduo de la torre), y éste termina ciego al caer en arbustos espinados, cuando la madre de ella (que no era bruja, sino una madre protectora y con mal carácter) le empuja desde la torre.
El caso es, que estos finales no se parecen para nada a los que acostumbramos ver en las películas clásicas para niños, ¿no?
Son interesantes los desenlaces propuestos por los Hermanos Grimm (particularmente me gustan más), pues siempre dejan una enseñanza, y de alguna manera el que obró mal, le fue mal. Te sorprenderá saber cómo termina Caperucita, el sastrecillo valiente y muchos cuentos más de su autoría.
Pueden acceder a los cuentos completos de los Hermanos Grimm a través del siguiente enlace https://www.imprentanacional.go.cr/editorialdigital/libros/literatura%20infantil/cuentos_hermanos_grimm_edincr.pdf